En otro hecho extremo, colocan el caño de un arma en la panza de una mujer

Albañiles que advirtieron la situación, intentaron repeler el asalto arrojando ladrillos y herramientas. Los ladrones respondieron a los tiros

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Horas dramáticas se vivieron ayer en un sector de La Loma por el robo de un vehículo seguido de un ataque a disparos que tuvo lugar minutos después de las 13 horas en 29, entre 39 y 40. Para la víctima, “de milagro” la escena no se convirtió en una tragedia. “Esto pudo haber terminado muy mal”, expresó María Dibella (50) a este diario en el momento en el que se dirigía a la comisaría Cuarta a buscar la camioneta que horas antes le habían sustraído dos sujetos armados.

Según señaló, la cinematográfica escena que le tocó vivir sucedió cuando se disponía a ingresar a su trabajo. “Soy profesora en Club Montego. Estaba por agarrar mi bolso del asiento trasero cuando apareció un tipo detrás mío. Lo percibí. Nunca me imaginé que era un ladrón. De hecho pensé que era un compañero de trabajo que se había acercado para hacerme una broma. Pero no. Cuando me di vuelta, un tipo de unos 20 años se me puso delante y me dijo ‘Entregame todo’. Después sacó un arma y me la puso en la panza”, indicó la damnificada, propietaria de una Renault Duster.

Tras bloquear a la mujer en la puerta del conductor, apareció el segundo maleante, quien le insistió que entregara sus pertenencias. Apuntada con una pistola 9 mm, a Dibella no le quedó otra opción que entregar su billetera y las llaves del vehículo. En ese momento, los ladrones tenían todo listo para subirse a la unidad y retirarse.

Entonces sucedió algo imprevisto que puso en riesgo más de una vida.

“ladrillazos versus tiros”

Un grupo de albañiles que se encontraban trabajando en el primer piso de un edificio en construcción, advirtieron la situación desde sus puestos de trabajo y decidieron actuar. Quizás sin contar con la información de que los sujetos iban armados, los trabajadores tomaron todo cuanto tenían a mano y comenzaron a arrojárselo a los malvivientes. “De pronto empezaron a caer ladrillos, piedras, fierros, una cuchara, un balde y hasta una pala creo que vi”, detalló la mujer al recordar la lluvia de objetos que descendió sobre sus asaltantes.

Pero éstos, lejos de sentirse intimidados, reaccionaron de la peor manera. Uno de los ladrones apuntó con el arma que hasta hacía unos minutos había usado para amedrentar a María, y abrió fuego en dirección al primer piso. “Eran ladrillazos versus tiros. Yo aproveché la distracción y me escondí debajo de un auto. No fue el único tiro pero no podría decir cuántos disparos fueron”, contó. Al respecto, vecinos de la cuadra que dialogaron con este diario, se refirieron a los estruendos que se escucharon. Dos de ellos hablaron de al menos cinco detonaciones y uno precisó que se trató de siete fuertes ruidos.

Lo concreto es que, tras la balacera, los albañiles se guarecieron y los delincuentes abandonaron la escena a bordo de la Duster. Enterados de la situación, en la comisaría Cuarta se puso en marcha un operativo cerrojo para dar con los delincuentes.

Según precisaron fuentes policiales, fueron vistos en la zona del Estadio Único y tras ello se inició una persecución de varias cuadras que acabó 526 y 132 con los individuos abandonando el rodado. “No pudieron ser aprehendidos”, detalló una fuente policial.

Con el correr de los minutos, María se acercó a la obra para saber si alguien había sufrido alguna lesión. “Esto pudo haber sido una tragedia. Estuvimos al borde de la muerte”, cerró.

 

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