“Sublime” Amistad, amores y una banda de garage

Relato de iniciación de Mariano Biasin, la película se verá desde hoy en las salas locales y también se proyectará en el Fesaalp

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La adolescencia es un terremoto. Un terremoto de dudas, amores, amistad y piel que el director Mariano Biasin relata en “Sublime”, que se estrena hoy en salas comerciales y también se proyectará esta noche a las 20.30 en el Select, en el marco del Fesaalp, al compás de la música.

Porque Manuel, protagonista de la película, tiene una banda de rock con sus mejores amigos: uno de ellos es Felipe, casi un hermano. Justo cuando se encuentra explorando sus primeras veces con Azul, sueña uno de esos sueños confusos, transpirados y amorosos, con Felipe como protagonista.

Impulso, atracción y miedo: la música de su bandita se transforma así en el vehículo para que Manuel, encarnado por el debutante Martín Miller, vaya masticando esas emociones que lo vuelven incómodo, inseguro y frustrado.

“Me gusta, como espectador, el género coming of age, esto de las aventuras, comedias y romances en épocas juveniles, donde los personajes están creciendo. Y había hecho un corto sobre el tema, y le había ido muy bien: entonces, sentí que era un terreno en el cual me podía sentir más seguro para ser mi primera película”, comenta sobre la génesis del filme Biasin, nacido en Buenos Aires y graduado de la Escuela Profesional de Cinematografía de Eliseo Subiela, con una carrera como asistente de dirección donde acompañó a cineastas como Paula Hernández, Pablo Giorgelli, Eliseo Subiela, Diego Lerman y Gastón Duprat.

“No es una película autobiográfica”, afirma, como suelen ser las óperas primas, y más si se trata de este género, “pero sí le puse cosas personales, como la música, las canciones como un método de desahogo personal. Es algo que conozco”. En “Sublime”, en ese sentido, la música, que acompaña a casi todas las juventudes en sus años de rebeldía y su paso a la adultez, no es un telón de fondo, sino que aporta al drama, al relato.

 

“No quería”, agrega en ese sentido el director, “que fuera una película que cuando empezara la música, se frenara el relato, como si fueran videoclips insertos. Quería que la música me ayude a contar la historia, y le ayude a los protagonistas a drenar lo que le estaba pasando”.

 

El universo de una banda de amigos era, además, “un lugar lindo para que un adolescente explore lo que le cuesta poner en palabras”, dice. La banda termina siendo un espacio donde se ponen en juego las relaciones entre los personajes.

 

Biasin, sin embargo, no quería hacer como todas las películas con música, donde los temas se graba después, prolijamente, y se imprimen sobre jóvenes que hacen como si tocaran. “Queríamos transmitir lo que es realmente una banda de garage, de chicos jóvenes, que tocan en un lugar muy berreta, y con lo que tienen al alcance intentan hacer canciones lo mejor posible”, dice. “Me gustaba el desafío: soy muy exigente, como espectador, cuando están tocando y me doy cuenta que es playback”.

Para eso, los actores, casteados en otro intento por reforzar ese realismo para que tuvieran la misma edad que los personajes (la pandemia, en el medio, obligó a algunos cambios en el elenco cuando algunos chicos elegidos pegaron el estirón), tuvieron que atravesar un entrenamiento musical.

Pero aunque apostaba a mostrar verdad en su ficción, Biasin dice que “lo que no quería era hacer una radiografía de la juventud actual, que es algo que en el cine independiente actual pasa, ese intento de capturar con mucha verdad, casi como un documental, la frescura de un joven de hoy. Mi desafío era tratar de tener ese nivel de realidad, pero al servicio de una historia que fuera más universal, con la cual se pueda identificar alguien que no es joven hoy, que lo pueda conectar con su propia experiencia adolescente”.

“Por eso los chicos no hacen trap”, explica Biasin. De todos modos, agrega, “es una historia que mira hacia adelante, no hacia atrás: si fuera hace 20 años atrás, Manuel no hubiera podido hablar con tanta naturalidad de lo que le pasa, como lo hace en la película. Entonces, era encontrar el tono justo, entre la nostalgia, la atemporalidad y la mirada a futuro, con perspectiva de diversidad, de no tener tanta estructura en el pensamiento sobre las relaciones afectivas”.

 

 

 

“No quería que fuera una película que cuando empezara la música, se frenara el relato”

 

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