La inseguridad, una tortura: salvaje entradera a una familia en Gorina

“Pesadilla” puede ser el título perfecto para una película de terror. Pero en La Plata esa palabra también aplica para los casos de inseguridad. Como el que vivió ayer, a las 10 y media de la mañana, una familia de Gorina.

Todo comenzó cuando Ruperto Villanueva, un remisero de 62 años, salió de su vivienda de la calle 134 entre 486 y 487 para realizar un viaje.

Sin embargo, solo alcanzó a dar un par de pasos y nunca llegó a su auto, un VW Bora de color gris plata, patente IGF-657, al que le falta el paragolpe trasero, ya que cuatro delincuentes armados le cortaron el camino y, bajo amenazas, lo obligaron a meterse con ellos en la propiedad.

Allí estaban la mujer, Irma Graciela Pereyra (67), y una amiga, Clotilde Ester Rivera (62). También la nieta, de 14 años.

A todos los amenazaron, pero al hombre lo atendieron de lo lindo.

Según una de sus nietas, Binner, los ladrones le pegaron trompadas y patadas, además de atarlo de pies y manos.

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A las mujeres las despertaron a los gritos, les taparon la boca y les dieron varios culatazos en la cabeza, en la nariz y en la boca, agregó.

Por su parte, a la hermana, que estaba en una habitación sobre la planta alta de la finca, la hicieron bajar con la pistola en la nuca.

“Buscaban plata, solo plata. Y le robaron, no solo su auto, que es la herramienta de trabajo, sino los ahorros de toda la vida”, explicó Binner angustiada.

“Fue terrible. Hasta amenazaron con secuestrar a mi hermanita menor. No les alcanzó con pegarles a todos con saña, que también buscaron quebrarlos psicológicamente”, indicó.

“No se van a olvidar nunca más de lo que vivieron”, argumentó.

Los asaltantes, se supo, no tenían más de 20 años, pero usaban guantes. “Estaban preparados para delinquir. Y tenían información. Que mi abuelo tenía locales a la vuelta de su casa”, aseguró la nieta.

Según Jennifer, “el barrio es muy tranquilo y jamás había pasado algo así. Ojalá hagan algo. Que los encuentren y se pueda recuperar todo”.

La familia sospecha que, antes del robo, hubo un trabajo de inteligencia previa.

Apuntan a que, desde muy temprano, un auto blanco estaba dando vuelta por la zona. “Algo raro”, dijo Binner.

“Seguro que tenían información. Vinieron a buscar dinero y el auto. Había otras cosas de valor, pero ni las tocaron”, mencionó.

“Mi hermana fue quien desató a mis abuelos. Quedó muy mal. Igual mi abuela, que es suprasensible. Tiene taquicardia”, destacó.

Al parecer, los delincuentes plantaron como coartada que eran de afuera, que tenían experiencia. Algo que genera dudas.

OTRO CHOFER EN APUROS

en el barrio El Rincón, en tanto, hubo otro remisero de 29 años que la pasó muy mal y al que incluso le efectuaron varios disparos sin dar en el blanco.

La Policía lo encontró sobre la calle 136 entre 415 y 416, dentro de un Citroën Xara de color azul, cerca de la medianoche del domingo pasado.

De acuerdo al reporte oficial, el conductor evidenciaba signos de desvarío y no pudo responder todas las preguntas que le formularon.

Igual recordó que, horas antes, había llevado a una señora mayor desde la Terminal de Ómnibus hasta la zona de una maderera en Tolosa, donde tres motos lo empezaron a seguir a los tiros y, un coche se le cruzó por adelante, obligándolo a frenar, sin poder evitar así que lo abordaran, lo golpearan en la cabeza y le hicieran perder el conocimiento.

Dentro de ese relato, cuando volvió en sí, fue cuando estaba rodeado de uniformados.

Se indicó que el conductor presentaba marcas en el rostro (compatible con una agresión a puñetazos) y que denunció la sustracción de su billetera con la recaudación y de un teléfono celular.

En la causa, por “robo”, tomó intervención personal de la comisaría de Villa Elisa, con conocimiento de la UFI N° 9 de Autores Ignorados del Departamento Judicial de nuestra ciudad, desde donde se impartieron distintas directivas para la búsqueda de los autores del hecho.

En ese sentido, trascendió que testigos presenciales e, imágenes de las cámaras de seguridad, públicas como domiciliarias, forman parte del protocolo probatorio, aunque, al cierre de esta edición, los responsables seguían prófugos.