La Plata en emergencia: “Nunca vi un clima tan seco”
Edición Impresa | 24 de Diciembre de 2022 | 02:10

cmoreno@eldia.com
Los productores del cordón hortícola del Gran La Plata observan con preocupación el avance de la sequía que azota a todo el corazón productivo del país. La situación parece no tener solución por el momento y las precipitaciones que cayeron en el último tiempo no sirvieron para revertir la situación.
“Mira las grietas que hay en el suelo, a pesar de la lluvia que hubo no desaparecieron”, describió Salvador, señalando la parte de su terreno plantado con cebolla. A simple vista la superficie de la tierra estaba mojada por la lluvias que tuvieron lugar la madrugada del viernes, pero la humedad no caló hondo y sólo produjo un barro superficial.
Salvador Vides es oriundo de la ciudad boliviana de Tarija, llegó a La Plata en 1994 y hace 23 años que trabaja las dos hectáreas que alquila en 208 y 40, en las que tiene plantaciones de tomate, lechuga, repollo, apio, cebolla, morrón y acelga, entre otras cosas. A pesar de su larga trayectoria, esta es la primera vez que debe afrontar un contexto de estas características. “Nunca vi un invierno tan tremendo, tan seco, desde que estoy aquí nunca vi algo así”, se lamentó y explicó que de todos modos ellos aún pueden suplir esta falta de lluvia con riego.
“La gran mayoría de lo que tenemos acá en esta zona es producción intensiva, regamos todo con cintas mediante goteo, entonces es solo cuestión de prender la bomba”, afirmó, pero esto trae sus consecuencias y poco a poco el agua de las napas también está comenzando a escasear. “Las napas bajaron y tuvimos que agregar caños a la bomba, eso implicó tener que pagarle a un pocero para profundizar las perforaciones y agregarle los caños, que también tenés que comprar. Así los costos de la producción se incrementan, te sale entre 30 mil y 50 mil pesos un movimiento de estas características”, expresó, pero inmediatamente consideró que “por lo menos lo podemos solucionar de esa forma, no como aquellos que trabajan en el campo extensivo, ellos sí no tienen nada. Algunos tuvieron que vender a sus animales y a otros se les murieron”.
La agricultura familiar es lo que predomina en la zona. Allí Silvio Pérez produce flores junto a otras cinco familias -relacionadas todas entre sí- en un campo de una extensión de 6 hectáreas. Su fuerte son las rosas, pero también cultivan otros tipos de flores de corte. La falta de lluvias no afectó directamente a este tipo de producción, pero sus consecuencias ya comenzaron a asomar. Al igual que Salvador, ellos notaron la baja en los reservorios de agua subterránea. “Nosotros tuvimos que agregarle caños a los pozos porque ha bajado mucho el nivel de agua, más de lo que lo hace habitualmente en verano. Hacía muchos años que no teníamos una sequía así”, manifestó el fluricultor.
“Mira las grietas que hay en el suelo. A pesar de la lluvia que hubo no desaparecieron”
Es por eso que en comparación a otros lugares de la provincia reconoció que no afrontaron grandes pérdidas, pero sí tuvieron que destinar una importante partida de dinero para buscar agua en pozos más profundos. Pero eso no fue todo, con las fuertes olas de calor se le “quemaron parte de los brotes”, aunque “las pérdidas más importantes las sufrimos por la falta de luz tras la tormenta más que por el calor”, confirmó Silvio.
Por el momento los productores del cordón que rodea a la Ciudad pudieron hacerle frente a la situación de esa manera, pero aún no saben cuánto tiempo van a poder aguantar. “Yo no se cuánta es la capacidad que tiene el acuífero para la demanda que existe, ahí es donde me pongo a pensar qué es lo que va a suceder si esto se prolonga mucho más tiempo. Los acuíferos me imagino que son finitos, eso es una preocupación, mientras tanto uno sigue con esto”, opinó Salvador.
Además de cultivar su tierra, Salvador integra la comisión de emergencia de la Provincia, por lo que está en contacto con miembros del sector agropecuario a los que la sequía los golpeó crudamente. Pero otros de los productores del cordón platense no han dimensionado aún la gravedad de la situación. En ese sentido destacó que “algunos no le dan la verdadera importancia, porque siempre que llovió paró y siempre que no llovió volvió a llover y es así, creo que hay mucha gente que no tomó conciencia de lo que puede suceder si esto sigue así, porque todavía nosotros apretamos un botón y el agua sale”.
“Nos la pasamos perforando más adentro. Hay pozos que han llegado al tope”
Por eso observa con temor la situación, porque sabe lo que puede suceder y teme acabar con todo el reservorio de agua que tienen y ahí con 50 mil pesos no solucionan nada. “Nos la pasamos perforando más adentro, hay pozos que han llegado al tope y la única solución es perforar otro y ahí sí se debe invertir mucha plata, tal vez como medio millón de pesos”.
Pero además, fue crítico a la forma en la que se desempeñan ya que remarcó que “trabajamos en una forma poco organizada de la producción. Si hay una política de producción a nivel nacional o local es esta, donde cualquiera hace lo que puede y como puede, no hay una planificación de qué, cuánto, cómo, quiénes y para cuántos”.
La falta de previsibilidad, otra piedra en el camino
Más allá de la sequía se trata de una actividad que su normalidad es la falta de previsibilidad. “Uno nunca sabe qué va a pasar, de pronto tenés todo para tirar, o de repente falta algún producto en el mercado y si vos lo tuvieses entonces lo venderías bien”, dijo y contó que “a la lechuga le tuve que pasar el disco no la pude vender, no había demanda, no había forma de venderla y a los costos yo los tuve”.
En las dos hectáreas que tiene solo trabajan cuatro personas, que comienzan su jornada a las 4 de la mañana y a las 10 ya deben cortar, es que el “sol te revienta debajo del invernáculo” describió, pero a la tarde cuando el sol ya bajó retoman sus tareas. “Somos pocos y no damos a basto, lo cultivamos pero después no llegamos a levantarlo”, expresó pero aclaró: “No puedo contratar más gente porque los valores no son previsibles, yo planto, pongo gente a laburar y después no sé si la producción va a tener valor o la voy a tener que tirar”.
“Si nosotros trabajáramos con inteligencia le daríamos otro uso al agua, podríamos hacer un sistema para recolectar agua de lluvia, que es mejor que la de pozo porque tiene un ph neutro”, explicó y evaluó que “acá no hay ninguna planificación para la producción y eso tiene que ver con el tema de los alquileres, acá cada tres años nos renuevan y no puedo instalar todo eso, mirá si un día me dicen que me vaya”.
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