Los cinco chicos que viajan desde Polonia para rescatar ucranianos

Al volante de transportes se trasladan con lo puesto y buscan sacar a la mayor cantidad de gente antes de que los alcance la guerra

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Imane Rachidi

Cinco chicos al volante de cinco transportes sin pasajeros. Van con lo puesto porque cada hueco del coche puede servir para ubicar a una persona, una mascota, o una valija. Se dirigen a la ciudad ucraniana de Leópolis para evacuar gente que ni conocen. “Polonia es la siguiente”, sentencia Donat, uno de los conductores.

Vestido con ropa de camuflaje, cabeza rapada, y rostro serio, Donat se niega a dar detalles de su viaje a Ucrania porque, admite, sospecha de todo el mundo y “los rusos están en todas partes”. “Hacés muchas preguntas, ¿no? ¿De qué país sos? ¿Por qué estás en Polonia?”, pregunta, en respuesta a la cuestión sobre sus planes una vez alcance Leópolis.

“Esto es una tragedia. Son 1,3 millones de refugiados que han venido a Polonia. Y vendrán unos cuantos más. Pero no podemos con todos. Europa no quiere abrir los ojos: nosotros somos los siguientes, Vladimir Putin va a ir a por nosotros después”, insiste este joven, que explica que tiene 30 años, vive en Varsovia y aprovecha el fin de semana para acudir a evacuar gente al país vecino. Durante la semana, trabaja de ingeniero informático, añade.

La caravana de turismos de este grupo de amigos ha hecho una parada en una estación de servicio en la carretera principal de Lublin, la novena ciudad de Polonia y a una hora y media de Ucrania. Excepto Donat, que muestra su preocupación en una conversación por el devenir de Polonia “una vez la guerra avance al oeste de Ucrania”, sus amigos fuman un cigarrillo rápido para seguir su camino. No es la primera vez que hacen este viaje, dice.

Se acercan los bombardeos

Cuando el convoy de estos amigos hizo su viaje el fin de semana pasado a Leópolis, las tropas rusas parecían estar lejos de la zona oeste de Ucrania, pero los temores de Donat porque los bombardeos se acerquen cada vez más a Polonia han crecido después de que Rusia atacara la ciudad ucraniana de Lutsk, en la región de Volonia, que esta a tan solo 100 kilómetros de la frontera polaca.

“¿Miedo? Ya no se puede hablar de miedo. No. La guerra ya está aquí. Queremos ayudar ahora a la gente, cuanta más mejor, pero no sé qué pasará mañana con nosotros. Putin está loco. No sé qué esperar de él”, explica, volviendo a resaltar sus temores a que la guerra aterrice también en Polonia por ayudar a Ucrania, o simplemente porque los planes de Putin no se limiten a la guerra que inició el 24 de febrero.

Lublin acoge a unos 30.000 refugiados del total que han llegado a Polonia desde que empezó la guerra en Ucrania, lo que equivale al 10% de la población de esta ciudad del este del país. Huyen en un viaje que puede haber durado días, pasando de tren a bus y un largo trayecto a pie hasta la frontera.

Los que llegan a esta ciudad, han cruzado principalmente a través del paso de Berdyszcze y tratan de recuperar el aliento aquí después de un viaje lleno de complicaciones: el municipio les ofrece cama, ducha y comida en un recinto público porque los hoteles y los hostales están llenos y, los que quedan libre, han duplicado sus precios por noche.

En esta misma gasolinera aparcan en fila decenas de camiones de transporte de mercancías con matrícula ucraniana. Los conductores duermen dentro, en su asiento, y miran con recelo a la cámara.

Uno de estos conductores, que se ha hecho el viaje solo desde Europa Occidental, interrumpe su cabezada y baja del camión en medias, a revisar si todo está en orden con su vehículo.

Preguntado por su seguridad durante el viaje que le espera por carretera en territorio ucraniano, responde exclamando con los hombros y añade: “Todos tenemos que seguir comiendo, ¿no?”, promete a sus compatriotas.

Vienen de Alemania, Países Bajos, Bélgica o el sur de Europa, traen todo tipo de mercancías de primera necesidad, y seguirán abasteciendo Ucrania mientras las fronteras sigan abiertas y las carreteras transitables. Como Donat, los camioneros también miran estupefactos cómo los bombardeos alcanzan Volonia, acercándose cada vez más a su zona segura. (EFE)

 

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