Murió Segey Spivak Laurson, el artista que esculpió las gárgolas de la Catedral

Un profundo dolor causó en los últimos días la noticia de la muerte de Segey Spivak Laurson, el artista de nacionalidad ruso-estoniana que esculpió las gárgolas de la Catedral y que vivía en nuestra ciudad. Este personaje nacido el 15 de enero de 1958 en los campos de trabajo forzado de la ciudad rusa de Vorkutá, se ganó el corazón de muchos platenses y deslumbró con su arte. Pero además es dueño de una historia que lo llevó a ser protagonista de un documental.

La producción fue realizada por Pedro Barandiaran, y allí muestra la historia de este exótico personaje de La Plata, un artista de pasado mitólogico en la Unión Soviética y la corte de Marruecos, "que pinta las Cataratas sin haberlas visto nunca", según se da cuenta en el documental que ganó en 2018 la competencia nacional del FIDBA .

Laurson nació en un campo de concentración en la Unión Soviética, y se habría formado como artista en el Museo del Hermitage, habría peleado en la guerra de Afganistán y, tras desertar, se habría convertido en parte de la corte del Rey de Marruecos antes de emigrar hacia nuestra para trabajar en el completamiento de las torres de la Catedral.

Según contó Barandiaran a este diario, “me enteré que existía a partir de una nota del diario EL DIA”, y que una foto de esta artista le hacía acordar “a las películas de Kaurismaki”. El montajista decidió para la que se convertiría en su ópera prima, rastrear a Segey y que él contara su historia, esa historia “increíble”, con su voz.

“Cuando lo conocí no me miraba, era un tipo muy huraño, había vivido en situación de calle y estaba rodeado de un halo de desconfianza”, revelaba el cineasta en una nota con este diario, quien rápidamente cambió su primera intención, la de contar “ese periplo fascinante”, al conocer al artista en profundidad.

Es que, al hurgar en esos mitos del pasado del protagonista, aparecieron las evasivas, las fisuras, y aquellos recuerdos asomaron como “un mecanismo de supervivencia”: Segey, como artista, es un narrador de mundos, incluso del suyo. Y, en definitiva, todos necesitamos de ficciones (o versiones embellecidas del pasado) para sobrevivir.

“Decidí respetarlo: yo no tenía que constatar la veracidad de sus relatos, sino tomar sus relatos como vinieran. Sí me interesaba poner el dedo en las fisuras de esos relatos que contaba él, o la prensa o su entorno”, explicaba Barandiaran. “Por ejemplo, el primer relato que él me vende es que su sueño es conocer Cataratas, como si eso implicara alcanzar un ideal de belleza, algo relacionado a su realización como artista. Y esa idea me sirvió como vehículo para contar la película, como un primer disparador: desde el primer día nos propusimos llevarlo y ver qué ocurría con eso”.

A la vez, mientras Barandiaran se adentraba en el particular mundo de Spivak, “comenzaron a aparecer las tribulaciones de Segey viviendo acá, aislado en el lenguaje y en la vida social, viviendo en una casa prestada, sin trabajo, solo”, explica Barandiaran: “Segey” se convertiría así en la historia de una soledad y de una supervivencia.

Laurson habla durante la vida y el documental en un castellano cerrado, mezclado con palabras en otros idiomas, y le cuesta escuchar y entender. Pero, revela Barandiaran, con la familia que le dio asilo en Berisso durante un tiempo, llegó a construir en un idioma propio, “un lenguaje afectivo en el que solo ellos se comunican”. Cosas de la supervivencia.

El realizador decidió no subtitular, sin embargo, a Segey, a pesar de que comprenderlo e ingresar en su mundo supone un esfuerzo para el espectador. “Me interesaba que quien la viera estuviera en el lugar en el que estaría quien conoce a Sergio: es lo que sucede, y es lo que pasa a él, que escucha poco y que no te entiende”, explica.

Sin embargo, ese obstáculo genera un compromiso mayor de quien mira “Segey”, que desde el primer momento invita al espectador a hacer el esfuerzo de comprenderlo, y es allí donde late el corazón profundamente humanista y sensible de la película: en la empatía que construye, en ese abrirse a un mundo ajeno, el mundo de Segey según la mirada de Barandiaran, e intentar comprenderlo. Un ejercicio cada vez menos común en tiempos de divisiones tajantes, violencias y fascismos.

Desde 1997 en La Plata

En 1997, recomendado por un sacerdote, viaja con su pasaporte gris a la Argentina y se instala en nuestra ciudad, donde participa de la realización de las esculturas que completaron las torres de la Catedral de 54 entre 51 y 53, el templo neogótico más grande de América del Sur. Años más tarde termina en situación de calle y se refugia en paradores nocturnos.

En el año 2005 es hospedado por Hugo Balbuena en Gonnet y fue quién lo ayudó a realizar sus papeles para obtener la nacionalidad argentina, que obtiene recién un año más tarde. En el 2013 es invitado por el Centro Cultural Islas Malvinas para coordinar un taller de plástica, mientras siguió produciendo obras que tuvieron buena aceptación de los críticos.

Segey Spivak Laurson
muerte
la plata
catedral
artista

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE