Lo balearon en un robo, esperaba justicia y lo sorprendió la muerte

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Ayer, Oscar de la Canal cumpliría 50 años, pero la muerte lo encontró en la casa de su madre. Se trata del hombre que la tarde del 6 de septiembre del año pasado sufrió un asalto armado en un kiosco situado en 54 entre 7 y 8. El perpetrador fue un delincuente conocido como “Yeti”, por su contextura física, quien le disparó en tres oportunidades con un revólver calibre 32.

El empleado no se resistió en ningún momento, coincidieron en decir fuentes distintas. “Pasó del otro lado del mostrador y lo arrinconó”, describió un jefe policial, antes de sumar que en ese momento entró en el negocio una niña y el delincuente efectuó las tres detonaciones, una de las cuales impactó en el abdomen de la víctima, a la altura de la pelvis. La chiquita dio media vuelta y corrió. En cuclillas, Oscar se alejó hacia la calle mientras su atacante pasó por encima suyo para vaciar la caja registradora y seguirle luego los pasos, para alejarse del negocio caminando.

Por este y otros hechos, la DDI llevó a cabo sendos procedimientos. Primero registraron la Unidad 9, en Villa Elvira, por las presuntas estafas que al menos 7 reclusos estarían cometiendo con celulares y computadoras desde el pabellón que los aloja, y la 12, en Gorina, donde hasta entonces estuvo detenido un joven acusado de salir a robar junto al “Yeti”, quien había cometido el robo durante una salida transitoria. Finalmente le imputaron dos ataques similares, el último cometido junto a este otro recluso que también poseía el mismo beneficio y cumplía pena en la misma cárcel.

Ernesto, hermano del fallecido, le contó a EL DÍA que “él era una persona sana, nunca alcohol, drogas. Entrenaba, se mantenía”. Después del atraco en el que resultó herido, “le hicieron un montón de análisis y le dieron perfecto, por eso nos sorprendió lo que le pasó”, manifestó.

Según confió, “Oscar estaba lavando su moto en la casa de nuestra mamá, fue a darle una medicación a mi hermana que toma por los ataques de epilepsia y se cayó en la pieza. Mi cuñada había salido a hacer un mandado, cuando llegó llamaron a dos o tres vecinos para llevarlo al hospital San Juan de Dios”, donde “le hicieron reanimación y no lo pudieron salvar”.

Por otra parte, explicó que “él trabajaba en una empresa de eventos y con la cuarentena tuvo que dejar. Yo lo hice entrar en el kiosco y estuvo un año y pico hasta que abrieron y volvió a su laburo original”. Y añadió: “Antes de que le roben a él, el mismo tipo le había robado a otros dos empleados en el mismo lugar. El proyectil se lo sacaron hace tres meses y recién ahí supimos que era calibre .32, porque se creía que era un .22”.

 

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