El valor de la Sala de Acuerdos de Verano
Edición Impresa | 2 de Marzo de 2022 | 04:23

En el primer piso de Tribunales, debajo de la cúpula central, es donde se ubica el sitio más interesante y de mayor valor edilicio: el salón que originalmente se utilizara para las sesiones de acuerdos en el período estival, en donde su arquitectura generaba un espacio fresco para poder realizar los encuentros, y donde se colocaron muebles de biblioteca y una mesa especialmente diseñados para este espacio.
Actualmente es un espacio utilizado excepcionalmente para reuniones especiales de la Corte. En 1970 se determina su valor histórico, refrendado posteriormente por la Provincia, y se revaloriza el espacio con la decisión de encargarle la decoración interna al artista Carlos Aragón para su ejecución.
La sala de acuerdos de verano no es de gran tamaño, sino que está realizada a escala humana. Posee una ornamentación general de pilastras de fuste acanalado y de capitel compuesto, que se suceden entre arcos de medio punto en las paredes.
RICA DECORACIÓN
La rica decoración parietal realza la arquitectura de impronta renacentista, la pintura eleva el nivel de la limitada decoración arquitectónica: se compone en diversos colores y texturas, y acerca las columnas con guirnaldas uniéndolas visualmente. En la unión del techo y las paredes, en una gran moldura, se ubican figuras zoomorfas que se transforman en vegetales.
En el centro del techo, enmarcado por molduras, se da una sucesión de guardas de diferentes tamaños y colores generando un interesante diseño cromático y de formas geométricas.
Es destacable encontrar en ambos lados unas medias esferas, donde en su interior se halla el escudo del Poder Judicial. Símbolo que se repite en varias representaciones, tanto en la fachada como en otros lugares del edificio. En su interior están compuestos los elementos de la frase “In legibus Salus” (en latín: La salvación está en la Ley) con las dos balanzas, la espada debajo y sobre un fondo de rayos dorados y una corona de laureles que se unen con una cinta.
Es destacable que en este Salón se halla una mueblería funcional a los Acuerdos, destacándose una mesa grande circular que, al accionar un dispositivo, puede girar y así el documento a firmar puede circular para la firma de los integrantes de la Corte. También a su alrededor hay once asientos para cada uno de los ministros, que poseen una rica ornamentación en madera tallada y el sillón de quien ejerza la presidencia en funciones, se destaca por sobre las demás teniendo una mayor altura, por la presencia del escudo de la provincia en su respaldo.
Uno de los objetos dignos de mención exhibidos en este espacio, es un tintero de metal perteneciente a la Segunda Real Audiencia, elemento testigo del vínculo histórico con la Suprema Corte de la Provincia.
Existen dos bibliotecas diseñadas y hechas en los primeros años de la década del 80 del siglo diecinueve, etapa en la que la misma se instaló finalmente en el Palacio. Son muebles de roble tallado con puertas vidrieras de cristal, que se presentan en tres cuerpos divididos por columnas de capiteles compuestos y un cuerpo central que remata con un frontón semicircular, donde en el centro de su tímpano se puede apreciar el escudo de la Corte, acompañado de volutas y un nivel de detalle en su factura destacable.
FIGURAS DECORATIVAS
En la parte inferior de los muebles existen figuras decorativas que pueden interpretarse como símbolos masónicos, no sólo por la época en que fueron ejecutados sino también por la iconografía claramente referente a tal culto: Globo terráqueo, compás, escuadra y catalejo, pluma y un papiro enrollado, rodeados por hojas de roble.
El caso de la tercera biblioteca es distinto. Bajo un estilo goticista en sus ornamentaciones, con columnas salomónicas y pequeños arcos ojivados en molduras, este mueble de dos cuerpos está enchapado en raíz de caoba y pertenece al siglo XIX. Según la tradición oral lo indica, este mueble perteneció a la hija de Juan Manuel de Rosas, por ese motivo se lo conoce como “La Manuelita”.
Las tres bibliotecas conservan en su interior lo que conforma parte del fondo histórico de la Biblioteca Central, compuesto por libros de Derecho francés del siglo XIX. También albergan ejemplares sobre Derecho Comercial, Internacional, Leyes de sucesión, Diccionarios de Derecho Comercial, Código de Comercio, Derecho Civil, Contrato de Matrimonio, Código Civil, Diccionarios analíticos de los derechos romanos, Leyes de Indias, Las siete partidas, Práctica forense, Derecho Moderno y los primeros libros de acuerdos y sentencias de la Suprema Corte desde el tomo 1. Estos ejemplares provenientes de España, Italia y Francia de siglos XVIII y XIX, así como de autores teólogos y especialistas en Derecho Canónico europeo. Su adquisición hacia fines de siglo y comienzos del siguiente, fueron importantes como herramientas para la formación y consulta de los ministros de la Corte.
EXPEDIENTES HISTÓRICOS
En esta Sala de Acuerdos de Verano, también hay vitrinas con expedientes de valor histórico en una exposición permanente divididos por fueros: Penal, Civil, Justicia de Paz, Laboral y Menores.
Hay expuestos expedientes de 1787 a 1810, que dan testimonio de los antecedentes coloniales de la Suprema Corte de Justicia: el documento sobre la Justicia de Paz es correspondencia entre jueces de paz y Máximo Terrero en vísperas de Caseros, del Juzgado de Paz de Ramallo, en 1852. Del fuero laboral hay un expediente sobre accidente de trabajo de Lorenzo Joaquín Rafael contra la Municipalidad de La Plata, de 1935, perteneciente al fondo penal, documenta los hechos acontecidos en 1973 en Ezeiza, durante el regreso de Juan Domingo Perón al país. También se expone el expediente N° 1 del Primer Tribunal de Menores de la provincia y del país.
Por último, encontramos en un rincón del Salón una curiosidad que proviene de organismo del Fuero penal: un mueble de estilo provenzal con una caja de música, bajo el aspecto de una mesa pequeña originaria de Suiza, construida aproximadamente en 1870 por el taller de los hermanos Mermod Nicole. Esta Caja musical se caracteriza por sus seis melodías con sonería que incluye cítara, tambor, campanillas y castañuelas.
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