El tomate platense en crisis: caída histórica en la producción y fiesta tradicional suspendida

La vedette de los productos del cinturón verde regional tiene una temporada alarmante. Causas, situación de los productores, impacto en el precio y la preocupación por el futuro de ese fruto

Edición Impresa

Leonardo Ale

lale@eldia.com

A los cajones que decoran las verdulerías de la Región les faltó un sello que los distingue en esta época cada año: el tono de rojo intenso que brillaba de las distintas variedades de tomates que nutrían la oferta del producto estrella del cordón frutihortícola del Gran La Plata.

Llamativamente esa imagen no estuvo a lo largo del verano (apenas lo hubo algunos días en diciembre), aún peor, alertan que ya no estará en la entrada del otoño. El motivo es la fuerte caída que hubo en la cosecha, y que como marca la regla de la oferta y la demanda se trasladó inevitablemente en el precio al público.

Tanto en el mes de enero como en febrero, que el kilo de tomates haya superado los 200 pesos en las verdulerías, se convirtió en algo normal. La costumbre del consumidor local indicaba que “cuando ingresaba el de la zona, el precio bajaba”. Pero eso no ocurrió esta temporada y la crisis de ese producto es tan profunda que hasta se llevó puesta la tradicional fiesta que cada año se desarrollaba en Los Hornos.

COSTOS Y CLIMA, UN COMBO LETAL

Si bien todos los productores consultados por EL DIA señalan al factor climático como el detonante del faltante, hay otro motivo que preocupa más y sobre todo a futuro, que es que para esta campaña se sembró menos que años anteriores.

“Comparado con 10 años atrás, la campaña 2021/22 en mi quinta es apenas un 25 por ciento desde las plantaciones”, señala Salvador Vides, productor de la zona de Abasto y dirigente de la Asociación Platense de Horticultores Independientes (APHI). “En mi caso y en la mayoría del productor mediano hay una cuestión estrictamente económica, principalmente en la brecha del dólar que nos impacta de lleno. Los insumos cotizan al ritmo del blue, pero la venta no. Entonces se decide arriesgar menos”, agrega.

Otro tema determinante pasa por los invernáculos. “Las plantaciones con fines comerciales en su producción se siembran bajo toldos. En los últimos años padecimos tormentas con vientos que nos azotaron y poner de pie las estructuras se hizo muy costoso, sumado a que el cambio climático te sorprende con ráfagas que te destruye todo en minutos”, comenta Arnaldo Sánchez, horticultor radicado en Olmos.

Siguiendo la línea de los costos, Vides pone de ejemplo su situación particular para graficar la realidad: “En el invierno pasado tomé un crédito del Banco Provincia de unos 300 mil pesos para afrontar gastos de producción, que van desde semillas, pesticidas, fertilizantes para los distintos productos de estación. Con tazas de interés que rondan el 40%, la devolución a 12 meses no se cubre con una temporada como ésta y las consecuencias son terribles. Quedás endeudado y se dificulta apostar a la próxima campaña. Como sucede en estos casos se salvan los que tienen margen y trabajan en escalas grandes, pero esta zona se caracteriza por producciones familiares”.

Y como en cualquier actividad la devaluación y la trepada del precio de la divisa resulta asfixiante: “El precio del arrendamiento de parceles, dependiendo el convenio con el propietario, uno lo puede prever, pero hay cosas que no. Un pesticida para combatir gusanos en las plantas de tomate que en diciembre costaba 25 mil pesos y que rinde por una hectárea, actualmente se está vendiendo a 40 mil pesos”, detalla Sánchez.

Con la aparición de pestes y la implementación de agroquímicos no solo tiene un límite impuesto por los costos sino también por cuidado lógico de plantación: “Si los bichos siguen afectando llega un momento que tampoco se puede seguir aplicando venenos porque afecta a las plantas en su calidad y las deterioran en la floración y en el tamaño”, sostiene Vides.

Isabel Palomo es una las referentes del Grupo de Productores del Tomate Platense y agrega detalles del panorama que describe la Región. “Otro motivo de menos producción fue que el año pasado hubo buena cosecha en cuanto a cantidad, pero al bajar la demanda -también en el resto del país- el precio fue muy bajo sobre el cierre de campaña lo que desalentó durante el invierno 2021 la cantidad de parcelas sembradas.

De hecho, en los comercios consultados por este diario, aseguran que muchos de los cajones que se ven en las verdulerías de La Plata están viniendo del cordón frutihortícola de Mar del Plata y hasta de la provincia de Mendoza, que ese caso, es un producto que en años normales ingresa entre abril y mayo.

FIESTA TRADICIONAL TRUNCADA

Tal es el impacto en la baja de producción de la zona que esta semana desde el Grupo de Productores de Tomate Platense, que lo conforman cultivadores de Etcheverry, Colonia Urquiza, y Olmos, lanzaron un mensaje que terminó de dimensionar el impacto: “No quisimos hacer una fiesta del tomate sin tomates. Por eso la suspendimos”.

A diferencia de lo que sucede en el resto del cinturón verde, el grupo de productores que integran esta asociación pregona y lleva a la práctica la actividad con métodos tradicionales que apuntan a conservar la esencia del producto.

Como ya es tradición, cada verano se realiza este encuentro donde productores hortícolas de La Plata exhiben su producción y abren las puertas a la comunidad, invitando al público a disfrutar tanto de la degustación de este característico tomate, como de la posibilidad de participar de la cosecha.

“El calor fuerte que comenzó en las últimas dos semanas de diciembre y que se extendió hasta mediados de enero aceleró la maduración del fruto hasta echarlo a perder directamente porque se secaron las plantas. Si afuera hubo temperaturas de 40 grados, dentro de los invernáculos en mucho más. Era impresionante apreciar el líquido hirviendo del interior del tomate que terminaban reventando aún estando verdes y echándose a perder. Explotaban como bombitas de agua y los que se salvaban tampoco sirven porque se altera el sabor y el color”, relata con angustia Palomo.

Los organizadores de evento sostienen que para realizar la fiesta debían disponer de por lo menos unos 300 cajones de tomate especialmente seleccionados y este año no llegaron ni al 10 por ciento de esa cantidad. “Es muy triste, es la primera vez en años que sucede algo de esta magnitud”, cuentan.

“Por ejemplo nos pasó también que un reconocido restaurante de Capital Federal de renombre internacional (la parrilla Don Julio, ubicada en el barrio de Palermo) nos compra directamente nuestra producción por las características, y en esta temporada ya no pudimos abastecerlo. Las plantaciones que se cosechan para la época de la Fiesta se siembran en plantones desde noviembre para tenerlas a punto a mediados de febrero. Esa producción está perdida casi en su totalidad. Al ser un tomate de piel fina y no híbrido, no resiste las temperaturas elevadas, por lo que la lluvia solo los parte. Además con el calor el ataque de bichos se multiplica”, agregaron desde el grupo de productores.

CRUZADA POR PRESERVAR LA CULTURA TRADICIONAL

De la mano de quienes organizan la fiesta se promueve la preservación del producto que desde hace décadas simboliza al cordón frutihortícola regional. En ese marco de las diferentes acciones de promoción y apoyo a los productores locales, desde hace dos décadas lleva adelante la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) un proyecto de rescate y difusión del Tomate Platense que nació en 1999 para revalorizar a este cultivo. Entonces, un equipo de docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales rastrearon sus semillas y vincularon a los productores que lo seguían cultivando para darles apoyo y difusión.

“Nosotros como grupo de tomateros platenses aún ponemos las plantaciones a campo abierto para mantener una manera cultural de cultivar, que además se realiza sin agrotóxicos y con la utilización de cañas para protegerlas del viento”, cuenta con orgullo Palomo.

La productora detalla cómo es una parte del tratamiento por el que pelean para conservar la esencia del tomate local. “Todos los años de los mejores frutos se extrae la semilla y se le hace un proceso totalmente artesanal de lavado, secado, estacionamiento, selección y conservación en sobres de papel madera que luego son utilizados en las próximas siembras. Tienen una vida útil de hasta cinco años.

Pero al mismo tiempo ponen en alerta que el avance del formato de producción híbrida atenta al fruto autóctono y piden que “se tendría que regular de alguna manera desde el estado la instalación de invernaderos poniendo límites a cantidades de capillas y poder mantener las características autóctonas del fruto, que con el correr de los años está en riesgo”.

“Hay una manera cultural de cultivar, sin agrotóxicos y cañas para proteger las plantaciones”

Como en cualquier actividad, la devaluación y la trepada del dólar resultan asfixiantes

“No quisimos hacer una fiesta del tomate sin tomate. Por eso la suspendimos”

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE