Una tendencia mundial que se potenció con la pandemia y el aislamiento

El concepto de ciudad de los 15 minutos ya se implementó en zonas de París, Houston, Milán, Valencia y Melbourne

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Cuando se habla de ciudades de proximidad o ciudades de los 15 minutos las referencias al urbanista colombiano Carlos Moreno y a la ciudad de París son casi inmediatas: Moreno desarrolló su carrera profesional en Francia, donde trabaja como asesor especial en temas urbanos para la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Desde ese puesto comenzó a contribuir a transformar la capital francesa con sus ideas sobre ‘las ciudades de proximidad’, esa teoría que plantea a las ciudades como una suma de barrios autosuficientes y el campo en el que trabaja desde hace años y en el que es considerado uno de los mayores expertos mundiales.

Moreno ha descrito esa idea diciendo que consiste en crear un modelo de ciudad “descentralizada, policéntrica y multiservicial”, en la que los ciudadanos solo tengan que desplazarse durante un cuarto de hora para satisfacer sus necesidades esenciales.

Entiende que “la mejor movilidad es la que no se hace” y ha expresado oportunamente a la prensa que “nos movemos mucho porque el mundo urbano ha separado espacialmente las funciones claves, que son la vivienda, el trabajo, el abastecimiento, la educación, la salud y el ocio. Si en un perímetro corto, de un cuarto de hora a pie o en bicicleta, podemos satisfacer estas necesidades básicas, estaremos mejorando sustancialmente la calidad de vida”.

Una ciudad hecha de barrios autosuficientes permite administrar mejor el tiempo

‘La ciudad de los 15 minutos’ es considerada por el especialista como la síntesis científica de tres vertientes: un ritmo de vida en la ciudad más calmado (cronourbanismo), la reutilización intensa de los espacios (cronotopía) y la apropiación de lugares por parte de los ciudadanos (topofilia).

Estas idea de ciudad, que ya fue adoptada por algunas como Milán, París, Bruselas o Melbourne. También representa una ventaja frente al cambio climático:

“Las ciudades son productoras de CO2, y los automóviles son los principales emisores debido a los desplazamientos. Entonces, si queremos dar una respuesta radical frente al cambio climático, debemos reducir los desplazamientos que contaminan el medioambiente. La ‘ciudad de los 15 minutos’ ofrece esa posibilidad”, explicó Moreno, quien entiende que nuestro modelo de ciudad no es sostenible. Tenemos un modelo que implica desplazamientos largos en condiciones infrahumanas de transporte público; tenemos ciudades enfermas por la contaminación del aire y también, segregación espacial de las poblaciones. Las ciudades son lugares de producción masiva en los que el objetivo es trabajar para consumir masivamente. En consecuencia, el urbanismo ha priorizado las infraestructuras viales para permitir que los autos sean el eje principal de la movilidad. Hay que darles una nueva prioridad a los peatones, a las bicicletas, al transporte colectivo y a los vehículos ecológicos. Este cambio de paradigma es inevitable si queremos sobrevivir al cambio climático”.

Moreno destaca, además, la manera en que las ciudades de 15 minutos pueden ayudar a aprovechar el tiempo que hoy se pierde en largos desplazamientos desde los barrios hacia los grandes centros urbanos.

Con ‘la ciudad de los 15 minutos’ queremos recuperar el tiempo en nuestras vidas con otro modo de funcionamiento, por eso hablamos de un cambio de paradigma en la forma de vivir y concebir las ciudades”.

Las ciudades de los 15 minutos también ofrecen ventajas para frenar el cambio climático

Al mismo tiempo destaca las diferencias entre las ciudades europeas más avanzadas en estos conceptos y la situación de la mayoría de las ciudades latinoamericanas en la actualidad: Así, en los grandes países del norte de Europa se relaciona la proximidad con la mejor calidad de vida. En Suecia, por ejemplo, se practica la teoría de la geografía del tiempo. En Copenhague también hay un concepto de la ciudad de los 5 minutos y allá se practica desde hace mucho tiempo la movilidad en bicicleta, al igual que en Amsterdam y otras ciudades europeas.

En cambio, las ciudades en América Latina, sufren una “metropolización caótica, una gran informalidad y una especialización de los sectores económicos en lugares muy precisos de la ciudad. Son grandes centros de producción y consumo, pero a la vez están quitando todo el sentido crítico, por lo que las sociedades entran en una crisis económica, ideológica y moral”.

 

 

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