Cigüeñas y pingüinos
Edición Impresa | 17 de Abril de 2022 | 05:19

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
La cigüeña trajo de París a Francisco, el hijo de Fabiola Yáñez y el y Presidente Alberto Fernández. Estuvo alojado durante nueve meses, tiempo de feroz interna y plena puja distributiva, en la panza de una mami primeriza. Y acabó debutando como argentino en una semana donde sus 3,5 kilos parecieron enflaquecerse al lado de los 6,7 que acusó la balanza de la inflación. Las cifras del costo de vida, como se supo, despertaron las iras de un fuego amigo cada vez más encarnizado, pero ni ese ataque ni los anunciados cambios de nombres y rumbo, le restaron júbilo y brillo al tan esperado regalo de la cigüeña. Y en el otro rincón de esta semana tan movida, estuvo la pingüina mayor, que está y no está, y ha redondeado una verdadera coreografía de silencios y twitters, apelando a ese transitado juego de esconderse y asomarse, que es toda una invitación: búsquenme que siempre me encontrarán. Alberto parece haber agotado su cuota de aguante y tolerancia. Y se lo ve con pocas ganas de estar otros mueve meses aguardando que nazca la concordia en un vientre partidario que acoge un turbio acuerdo que viene de punta. El Presidente gastó toda su paciencia de padre tardío en la dulce espera de Olivos. Su hijo, como todo bebé, cosechó júbilo y regalos, aunque el ajuar del Instituto Patria trajo paquetes de quejas y advertencias que estuvieron más cerca de un vía crucis que de un domingo de gloria.
El país no da para aguantarse los agudos contrastes de una semana compartida por una cigüeña puntual y los berrinches de una pingüinada que sigue raspando el revoque de la Casa Rosada y avanza con frases pesimistas sobre el manejo de la cosa. Nada nuevo. La historia de nuestros vicepresidentes tiene más desesperación y fatalismo que un tango. Hay una vieja tradición de traiciones y cepilladas que confirman que por aquí los vices son parte del problema y no de la solución. Como saben que sólo entran a la cancha si el Presidente no va más, a veces no solo desean que el titular desfallezca, sino que muchas veces auspician su caída y hasta organizan sus adioses. La semana fue un reguero de cambios, desmentidas y reemplazos. Pero, a manera de consuelo hubo dos sucesos que levantaron el ánimo de un oficialismo alicaído: la confrontación cada vez más explícita y cruda entre los candidatos de una oposición resquebrajada. Y después, por si faltara algo más, la foto de Macri con Trump.
Francisco lo obligará a distanciarse por un segundo de una actualidad muy grave para poner atención sobre la demanda de una primera dama que en el Otamendi asumió como primera mamá. Siempre un hijo abre las puertas hacia un futuro incierto, hondo y prometedor. Y aunque la realidad no dé respiro, Alberto, algunas noches, se podrá olvidar de las pesadillas de la inflación y de la inseguridad para escuchar la sinfonía incomparable de un nuevo hijo. El trajín de Olivos necesita algún arrorró de media tarde entre tanta serenata de reproches, lamentos y presiones. La cigüeña ya hizo su parte. Alberto ahora espera que la pingüinada se aquiete y los deje dormir tranquilos.
Olivos recibió un nuevo habitante mientras la gran viuda nacional se la pasa litigando para que la justicia no le recorte las grandes mensualidades que recibe. Francisco salió a la vida en medio de un otoño recargado de pronósticos tormentosos. Su llanto de recién llegado le deparó buenos augurios a este padre que viene siendo tironeado desde varias cunas aliadas y que necesita empezar a cambiar los pañales sucios de una interna embarrada. Alberto, eso sí, deberá reconocer el aporte incuestionable de dos mujeres que alguna vez le produjeron malos ratos pero que sin duda le regalaron dos presentes inolvidables. La cigüeña de Fabiola le trajo un segundo hijo y la pingüina del sur le regaló una presidencia. Dos obsequios que serán para siempre patrimonio de un padre que, con nuevo libreto y envalentonado por ese hijo rejuvenecedor, demostró que ya se le animó a la reelección, por ahora en su condición de padre, después ya veremos si también se atreve como candidato. Habrá que saber dónde y cómo lava los pañales sucios.
La cigüeña de Fabiola le trajo un segundo hijo y la pingüina del sur le regaló una presidencia
Habrá que esperar para saber dónde y cómo Alberto lava los pañales sucios
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