BAFICI: “El aliento”, lleno de ruido y furia
| 24 de Abril de 2022 | 01:00

Mientras atardece en un campo de girasoles, un hombre cae fulminado. ¿Ha muerto? ¿Es un desmayo? ¿Ha pasado a otra dimensión? Nada sabemos, excepto que despierta de noche, en ese mismo campo, pero ahora todo, lo que ve (lo que vemos) y lo que oye (y oímos) es extraño, una versión de la realidad llena de ruido, de interferencia, de colores y sonidos extraños que enturbian el entendimiento (para él y para nosotros).
Esa es la premisa de “El aliento”, cortometraje de Hernán Biasotti, Franco Cerana y Alejandro Magneres que se presenta mañana por la tarde en el BAFICI por última vez (aunque podrá verse el sábado, de manera online, por 48 horas).
Biasotti, Cerana (parte de la productora local Tangram) y Magneres (de Más Ruido) son egresados de la UNLP que se unieron para realizar su tesis en conjunto: Biasotti es especialista en sonido, Cerana en la fotografía y Magneres, aunque abocado a varias labores desde Más Ruido, se sumó al grupo para trabajar el montaje. “Pero alguien tenía que dirigir, entonces lo que definimos fue hacer una codirección entre los tres, y que cada uno se dedicara un poco más a su disciplina”, recuerda Cerana, en diálogo con EL DIA.
Las tres cabezas desarrollaron así una idea cuya semilla trajo Biasotti: “A una persona le pegan un tiro en el medio del campo y no se sabe de dónde viene el tiro; entonces, entraba en un mundo ensoñado sin mucha definición”, cuenta el sonidista. Esa premisa narrativa se entrecruzaría con un concepto: “Hablando con Franco, teníamos la idea de que nuestra tesis tuviera como objeto de estudio el ruido, en imagen, en sonido, en el relato: el ruido como una interferencia, como algo que no se transmite claramente a su receptor. El ruido como un problema en la comunicación. Todo suena muy académico, pero somos gente que solemos hacer cosas más narrativas, así que buscamos el hilo narrativo para que no sea tan abstracto”.
- El ruido es una especie de concepto para desarrollar la tesis, pero ¿está también ligada a ideas suyas sobre el cine y la televisión actuales? Hoy parece todo tan claro, en cómo se filma y se cuenta, que no hay misterio.
FC: Hay algo de eso. Hernán y yo pertenecemos a Tangram y Alejandro a Más Ruido, y el nombre de su productora ya remite a relatos más opacos; nosotros, en cambio, venimos trabajando cosas más transparentes. A la vez, nos une a los tres cierto amor por Lynch, que va más hacia el otro lado: había algo ahí que queríamos trabajar, una opacidad, aunque desde una estructura clásica, un arco.
- Ahora, los dos trabajaron en “Historia de lo oculto” (Cerana fue el DF, y Biasotti hizo el sonido), y ahí ya había, incluso desde el título, la idea de trabajar con un lenguaje más opaco…
FC: Son dos producciones que hicimos en la misma época, por lo que las búsquedas narrativas y de texturas son similares. Y las dos películas tenían un relato muy claro que nosotros como realizadores conocíamos, pero era importante ir sacando información para que la historia se siga contando pero que se puedan abrir las interpretaciones, que el espectador tenga que reconstruir, que nunca se vuelva algo expositivo.
HB: Ahí trabajamos algo más novedoso para nosotros, un relato no tan explícito. Las dos comparten esa cosa no tan clásica, pero en “El aliento” lo llevamos bastante más allá desde lo formal, porque el ruido era el concepto. Creo que además cada uno en su área tenía la idea de trabajar esas texturas: a mí siempre me gustó la música que estaba hecha con ruidos, Franco tenía ganas de explorar esa imagen que se genera cuando ponés la cámara en un ISO muy elevado y empiezan a aparecer cosas… Era un laburo de texturas artístico, pictórico, sensorial.
- ¿Cómo trabajaron la creación de ese ruido, qué buscaban cada uno en su área?
HB: Fue un trabajo de prueba y error, de buscar una coherencia entre imagen y sonido, que todo tenga que ver. La banda sonora está compuesta después de filmar, así que todo el tiempo intentaba encontrar qué tipo de ruido pegaba mejor con la imagen. En algunos momentos en medio de la edición parecía que estábamos viendo un videoclip, imágenes superpuestas sobre una pista de audio que parecía una obra abstracta, moderna: faltaba esa unión, la síncresis.
FC: Había un norte: que el ruido sea hijo del digital, de procesos digitales antes que analógicos.
HB: Ya que en la imagen no había granos, no había ruido, porque era digital, si yo generaba una distorsión analógica, no había cohesión.
FC: Y en cuanto a la imagen, como punto de partida pensé que el corto transcurre de noche y que quizás nosotros estábamos registrando un espectro: para filmar de noche, con mi cámara digital, en el medio del campo, la única manera es subir la sensibilidad. Y ahí aparece el ruido. Entonces, había una justificación narrativa, diegética, para ese nivel de ruido. Además, en cualquier ficción, los espectros son una especie de campos de energía, y eso es lo que atrapa el sensor de la cámara que tiene la sensibilidad aumentada, o ese ruido se genera en la imagen porque el espectro está impactando sobre el sensor de la cámara.
- Cómo es una historia llena de ruido, y sin diálogos además, cada uno puede interpretar los indicios que arroja el corto un poco a su antojo. De hecho, el catálogo del BAFICI esboza una interpretación fuerte, piensa al protagonista como un hombre que pasa al mundo de los muertos.
HB: Lo que está bueno es que está la multiplicidad de sentidos: por más que hayamos pensado una lógica de concatenación de sucesos, se puede interpretar de cualquier lado. Es de lo más lindo del audiovisual: para uno cree que está pasando algo, pero para el de al lado está ocurriendo algo totalmente diferente.
“El aliento” se podrá ver mañana a las 15.45 en el Cine Cosmos UBA (Corrientes 2046; CABA). Estará online el próximo sábado, por 48 horas. Se proyecta junto a “Quisiera llegar pronto”, “Huesos de azúcar”, “Te mentí”, “El nacimiento de una mano” y “Una habitación simple”
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