La pax cambiaria llega a su fin y las expectativas de inflación suben aún más
Edición Impresa | 25 de Abril de 2022 | 02:18

Ricardo Rosales
prensa.rosalesr@gmail.com
La pax cambiaria con el dólar duró apenas unas semanas de abril, mientras que las alerta de la economía ya son una marquesina de luces, con una inflación esperada por encima del 60% e innumerables indicadores que advierten de un nuevo estancamiento del nivel de actividad, baja del consumo o caída del salario real, que no pueden ser atribuidas únicamente a la invasión en Ucrania u otro evento externo y sí a la ausencia de un programa económico y a las luchas internas en el oficialismo. El acuerdo con el FMI apenas fue útil para eludir un default de la deuda argentina, pero casi ninguno de los lineamientos de política económica fueron modificados, llevando la coyuntura económica a otro instancia negativa, con mayor grado de precariedad y de incertidumbre sobre qué ocurriría en los meses que restan del 2022 y próximo año electoral.
En las rondas de negociaciones paritarias iniciadas en este mes se barajan aumentos por encima del 60% como el cerrado por el gremio de Comercio o de 85% para los camioneros, además de la reapertura de los acuerdos con los estatales que podría estar indicando subas cercanas al 80%. En el caso de Comercio fueron pautados siete ajustes de salarios en el año. La magnitud de los aumentos en danza no es una señal positiva de lo que pueda ocurrir con los ingresos este año, sino todo lo contrario, en donde se reactiva una espiral alcista de precios y salarios que, desborda hacia procesos de inflación cada vez más altos. De esta manera, la mayoría de las consultoras económicas y los resultados de encuestas en la población, están elevando el piso de los meses anteriores, de entre 45% y 50% a más del 60% para lo que resta del año. El peligro de una inflación creciente o de una explosión inflacionaria se hace más evidente cuando, al mismo tiempo, el gobierno avanza con políticas de expansión del gasto, de emisión monetaria.
El último anuncio oficial de instrumentar un bono para jubilados y otros sectores de bajos ingresos, con un costo fiscal estimado de $ 220.000 millones y la aparición de contabilidad “creativa” (y/o dibujada) por $ 144.000 millones en la presentación del resultado presupuestario del primer trimestre del año, despertaron al dólar y la desconfianza en evolución económica de este año. Aunque, estos dos aspectos mencionados por el mercado como los motivos centrales, fueron en realidad los disparadores de una situación de fondo de enorme precariedad y ausencia de un programa. Según Jorge Vasconcelos y Mariano Devita de Fundación Mediterránea, “ a poco de andar, han surgido las primeras “luces amarillas” del semáforo que monitorea el cumplimiento de las metas comprometidas con el FMI”. El estudio explica que el límite de déficit del gobierno federal de $222.300 millones para el primer trimestre ha sido utilizando “contabilidad creativa”, de manera que fueron computados como ingresos $ 144.000 millones.
La Consultora 1816 ya había comentado algo similar en su informe semanal, explicando cómo es la trampa contable empleada, diferenciando entre el valor nominal y el efectivo de los bonos colocados por el gobierno el último año. En síntesis, la “avivada” de Guzmán consiste en lo siguiente: un año atrás, un bono ajustado por inflación al 50%, emitido por valor nominal 100, hoy valdría 150. Es decir, su valor efectivo es 50% más que su nominal, pero por la cláusula de ajuste. Bueno, el ministro Guzmán tomó como que hubo una ganancia fiscal de 50% en ese título. Falta conocer si el FMI hará la vista gorda a rechazará este resultado contable. El acuerdo con el organismo prohíbe expresamente este tipo de artilugio contable. En cualquier caso, el mercado ya ha dado su opinión, sobre que el programa, tal cual se está desarrollando, supone más emisión monetaria, inflación y, por tanto, el fin de la tranquilidad cambiaria.
Alerta por las reservas
Un segundo aspecto técnico del programa con el FMI que encendió las luces de alerta tiene que ver con la acumulación de reservas por parte del Banco Central. Según el estudio de Fundación Mediterránea, “estos desvíos (fiscales) repercuten en la dificultad para acumular saldo positivo en las compras netas de dólares en el mercado (al sector privado) por parte del Banco Central. En lo que va del año, las compras netas exhiben un rojo de 12 millones de dólares, cuando en igual período de 2021 se había logrado un saldo positivo de 2,6 mil millones de dólares”. La Consultora 1816 dice a su vez que si bien el Banco Central cumplió con la meta de marzo, lo hizo pese a un marcado desequilibrio en el mercado oficial de cambios: compró apenas U$S1 08 millones, cuando un año atrás lo había hechos por U$S 3.501 millones.
El desborde inflacionario de la Argentina fue el primer aspecto señalado por la titular del FMI, Kristalina Georgieva, luego de la reunión que mantuvo en Washington DC con el ministro Guzmán. La intensión del organismo, al menos en público, es conocido. Sin embargo, existe una gran incógnita sobre que podría hacer el organismo internacional en este aspecto y con la contra que su rol en el país es cuestionado por el mismo frente que gobierna. ¿Existe margen del FMI para ayudar a la Argentina a evitar que la inflación siga en alza? ¿Qué margen tiene la administración de Alberto Fernández para aplicar políticas de mayor control presupuestario y de la emisión monetaria? El debate político y la proximidad de los comicios presidenciales dificultan cualquier tipo de colaboración política, no solo con la oposición, sino incluso en el propio oficialismo, en donde las diferencias y luchas partidarias parecen haberse exacerbado a niveles insospechados.
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