Folletos y folletines
Edición Impresa | 30 de Abril de 2022 | 05:30

La folletería es mensaje y mensajero. El mundo que habitamos y nos habita se alimenta sólo de slogans. Y en ese territorio, los instructivos gubernamentales, que siempre apuntan más al rédito propio que al bienestar general, juegan un partido aparte en este tiempo de palabras gastadas y contenidos inciertos, una realidad que obligó al titular de la Corte, Horacio Rosatti, a pedirle a los jueces que hablen claro y hagan a un lado sus jerigonzas técnicas cuando se dirigen al soberano.
El mundo está prisionero de un celular que exige frases cortas y cortantes. Y los políticos se han sumado a esta moda de twitters desbocados que se van haciendo y se van borrando. Lo momentáneo se impone. Y -como dijo Máximo Aub- hoy “es mejor tener gracia que tener razón”.
La arenga municipal suele pasarse de largo con sus campañas de prevención. Y vuelta a vuelta exagera la sobreprotección, como esos avisos sobre la vejez, donde la gente de la tercera edad es tratada con subrayados innecesarios o dadivosa piedad. El objetivo de los agentes de salud es inobjetable, pero hay que saber hacerlo. No está mal propagar buenos consejos aguadando que la realidad, esa cosa tan resbaladiza, se contagie de esos buenos modales que resisten entre tantas maldades sueltas. Pero hay que expresarlo bien, como pide Rosatti.
La municipalidad de Morón lanzó un manual de ingreso destinado a los que van a caer en la droga, un destino que, según Morón, parece inexorable. Los autores creen que con este folleto de lograrán disuadir a los apurados y educar a los impacientes, recomendándoles que, a la hora del consumo, todo se haga de “a poco y despacio”, y no a lo loco. Es decir: adictos sí, pero prudentes. Es una iniciativa peligrosa, porque más allá de sus buenos propósitos, que los debe tener, quizá termine sirviendo de inspiración a futuros folleteros. Si esto hace escuela –y el país es inigualable a la hora de copiar lo peor- los mensajeros de Morón podrán elaborar nuevos desplegables para que el bandidaje se vaya haciendo delincuente de “a poco”, explicándoles a los más chicos, que deben empezar con un matagatos antes de soñar con una nueve milímetros. Sin duda, en Morón, lo de los daños controlados se descontroló y este confuso folleto al final parece más elaborado por un narco sensible y semi arrepentido, que por un comunicador municipal. Muchos consideran que la arenga educadora no invita al consumo, pero merodea peligrosamente por el apego y la condescendencia.
En la otra orilla, dos ex presidentes, a veces aprobados y a veces reprobados, preparan banda y bandas para protagonizar un nuevo folletín electoral. Están precalentando. Creen quizá sinceramente que esta vez serán mejores. Y cuentan para eso con un activo nada despreciable: un coro de incondicionales que sueñan con recuperar privilegios bien pagos y un capital de votos que les dejaría pocas chances a sus competidores internos. En este país, tan generoso con los equivocados, los malos vientos los ponen nuevamente en carrera y ellos sueñan con poder administrar otra vez estos despojos. La historia los podrá ver como candidatos desgastados pero inevitables, que siguen allí gracias a que cada uno ve que el otro, desde las antípodas, lo estimula, lo retempla y lo mejora. Son contrincantes que se atraen, por encima de sus mejores rencores. La campaña, eso sí, tendrá un solo slogan: “Ojo que si no gano yo, vuelve el otro”. Por supuesto que si esto sucede, quedarán olvidadas en el camino figuras como Alberto Fernández y Rodríguez Larreta, que en los tiempos contagiosos de la pandemia tuvieron su luna de miel, pero después fueron vacunados por los ex presidentes.
“Siempre nos quedará Paris”, decían Ingrid Bergman y Humprey Bogart en “Casablanca”. Una mezcla de homenaje y anhelo que se entregaba a la esperanza y la reminiscencia. La pareja nuestra tiene otros amores en carpeta. Son adictos al poder y no es gente, como quiere Morón, que vaya a ir de “a poco y despacio”. Lo de ellos siempre fue “todo y ya”. Termine como termine este minué nacional, tan pobre y agrietado, ellos seguirán pensando: “Siempre nos quedará Olivos”.
Dos ex presidentes preparan banda y bandas para protagonizar un nuevo folletín electoral
El folleto no invita al consumo, pero merodea peligrosamente por el apego y la condescendencia
Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
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