Roberto Saraví Cisneros

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Un profundo pesar provocó en La Plata la muerte del reconocido arquitecto, Roberto Saraví Cisneros, quien se destacó como profesor de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y como presidente del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires (CAPBAUNO). Tenía 79 años.

Saraví Cisneros había nacido en un hogar de Barrio Norte, en el seno de una familia conformada por sus padres Roberto Saraví Cisneros y Raquel Rodríguez Duhalde, y su hermana Verónica.

En su formación, la Universidad tuvo un rol gravitante: cursó la primaria en la escuela Anexa, el secundario en el Colegio Nacional y se graduó como arquitecto en la Facultad de Arquitectura.

Allí mismo se desempeñó como docente en una extensa etapa que tuvo interrupción en 1974 como consecuencia de la violencia y la persecución política.

Con la vuelta a la democracia, en la década de los ´80 volvió al claustro y en paralelo con una dilatada trayectoria profesional, llegó a ser titular del “Taller de Arquitectura y Procesos Constructivos”.

De la pareja que formó junto a Graciela Blarduni nacieron sus hijos Nicolás y Hebe, quienes extendieron la familia con sus tres nietos, Santiago, Agustina y Martín.

Como lo indica la extensa tradición de su familia, siempre vivió y estuvo ligado a la Ciudad. Durante los últimos años, mientras estuvo en pareja con Marta Ander Egg, dividió su tiempo entre su casa de Tolosa y la que había sumado en la localidad de Ignacio Correas, donde llegó a cultivar un vínculo estrecho con sus vecinos en esa comunidad.

En el Colegio de Arquitectos ocupó varios cargos ejecutivos, además de integrar el cuerpo de Jurados y Asesores de Concursos y el Instituto de Estudios Urbanos.

Su actividad profesional se nutrió de obras de distinta escala y la participación en concursos, donde resultó galardonado en numerosas oportunidades.

Con “Cuqui” García, su socio “de toda la vida”, diseñó el monumento a los desaparecidos en la Facultad de Arquitectura. Además, ganaron el concurso para el desarrollo urbano de la “Isla 132” en el Río Limay, Neuquén, en los años `80. También desarrolló escenografías para el Teatro de la Comedia de la Provincia.

En su entorno lo definieron como un profesional apasionado, creativo y con una mirada original; un perfil que se combinaba con una mirada singular ante cada tema y una conducta austera que determinaba una vida sencilla.

 

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