Hace falta una mayor eficacia policial frente al delito en la Ciudad
Edición Impresa | 2 de Mayo de 2022 | 05:09

No debiera ser preciso describir el penoso contexto de inseguridad en que se encuentra la mayor parte de las jurisdicciones del país, en un proceso creciente que se inició hace por lo menos tres décadas y que, hasta el momento, no ha encontrado estrategias institucionales que puedan erradicarlo.
Se está frente a un verdadero auge delictivo, en el que sobresale una sucesión de delitos de diversa magnitud –algunos graves y complejos, otros de menor cuantía aunque igualmente peligrosos- enfrentada a una fuerza policial que aparece superada, sin eficacia preventiva y con respuestas lentas ante el delito.
Como se ha dicho tantas veces, la delincuencia alterna modalidades dominantes, para luego sustituirlas por otras. Así, en el curso de los últimos años, se ubicó en el pico delincuencial a figuras penales como la piratería del asfalto, las entraderas y salideras bancarias, los asaltos de los motochorros, el ciberdelito y ahora –tal como lo atestiguan las crónicas periodísticas y los comentarios vecinales, que aluden a la gran cantidad de casos- el robo en nuestra ciudad de neumáticos a vehículos estacionados.
Este diario reflejó esa situación en la edición de anteayer, describiendo la “técnica” que emplean los roba-ruedas: marcan primero un auto, bajan de sus vehículos con sólo una llave cruz, uno de los delincuentes afloja las tuercas, el otro alza el vehículo con alguna palanca, o él mismo hace de criquet, y en segundos se llevan el objeto buscado. En las últimas semanas se está repitiendo este mecanismo en muchos barrios platenses.
Es verdad también que frente a una inseguridad incompatible con la calidad de vida que merecen todos los habitantes, se vinieron reformando en la Provincia leyes procesales, se efectuaron purgas y múltiples reformas en la estructura policial y se adoptaron estrategias institucionales –algunas de ellas claramente contradictorias, como el garantismo y la mano dura- que no sirvieron para resolver el problema. Al contrario, lo agravaron.
Lo cierto es que, luego de un intento descentralizador impulsado hace pocos años, la Policía bonaerense continúa con su estructura unitaria, con muchos miles de efectivos y con mando único. Y que hoy aparece completamente desbordada y errática por una realidad delictiva cada vez más compleja y difícil de erradicar.
Mientras tanto, nuestra ciudad soporta fenómenos delictivos de diversa magnitud, entre los que no faltan episodios si se quiere menores, frente a los cuales todo indicaría que una fuerza policía local podría intervenir con mayor agilidad y eficacia, especialmente a partir de su mejor conocimiento de los vecindarios.
Pero si esa reforma no prosperara, entonces la Policía debiera disponer de cuadros idóneos, reforzar sus planteles, modernizar sus equipos, contar con móviles suficientes y marcar una mayor y continuada presencia en las calles, capaz no sólo de conocer los secretos de cada vecindario, sino también de disuadir a los malvivientes y dejarles en claro que el delito no es un buen campo de acción.
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