El paso por la Cumbre ratificó la sinuosidad de la política exterior de Alberto Fernández

La dureza del discurso del Presidente, sorprendió. Fue el canal para transmitir el descontento de Cuba, Venezuela y Nicaragua por no haber sido invitados al cónclave

Edición Impresa

Mariano Pérez de Eulate

mpeulate@eldia.com

Sorprendió a todos los analistas internacionales la dureza del discurso del presidente Alberto Fernández en la Cumbre de las Américas, realizada en Los Angeles y con el gobierno de Joe Biden como anfitrión. El argentino terminó cumpliendo lo que había prometido antes de viajar: fue el canal para transmitir el descontento de Cuba, Venezuela y Nicaragua por no haber sido invitados al cónclave.

También, con su frase “definitivamente hubiésemos querido otra Cumbre de las Américas; el silencio de los ausentes nos interpela”, Fernández dejó sentado el descontento de Argentina por ese “derecho de admisión” del anfitrión.

Para Estados Unidos, Venezuela, Cuba y Nicaragua no son democracias plenas. Son autocracias o dictaduras, donde no se respetan los derechos humanos porque se persigue a opositores políticos, no hay elecciones libres y se combate a la prensa no adicta.

No hizo una evaluación

En todo caso, no parece tan condenable el hecho de exigir la presencia de todos los países del continente en una cumbre que se supone continental. Lo que acaso sea observable en la alocución de Fernández es que no regaló ni una palabra para evaluar lo que, a su criterio, sucede en esos países apuntados. No aclaró, frente a sus colegas de América, su criterio respecto a la calidad democrática de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Así, pareció quedar avalando el tipo de institucionalidad en esos países, que claramente los siente cercanos. Y aquí, otro matiz: ¿es Fernández, que hizo lo imposible por conseguir la reunión bilateral con Biden que al final tendrá dentro de un mes, el que siente eso en sus entrañas o hay una suerte de mimetización con la concepción geopolítica de Cristina Kirchner?

Evidentemente, Alberto F. ha escuchado ciertas voces racionales de su entorno, como el embajador argentino en EE UU, Jorge Argüello, o el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, que desalentaron el armado de una contra cumbre paralela, simultánea, en tierra norteamericana para que sí pudieran concurrir allí venezolanos, cubanos y nicaragüenses, bajo el paraguas de la Celac, esa agrupación de países autodenominados progresistas que él preside pro témpore. Desde ese sillón ocasional, Fernández parece adjudicarse un liderazgo regional que, en verdad, nadie bendijo.

Tampoco llegó Alberto F. al extremo de lo que hizo su amigo, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que prefirió ausentarse en Los Angeles justamente por la no invitación a los países cuestionados por la administración Biden que, vale aclarar, ha hecho del respeto a los derechos humanos en el mundo un eje rector de su política internacional. Seguir a AMLO hubiera sido casi un caso extremo de sumisión a un par. Quien, por otra parte, podrá despotricar contra la Cumbre pero tiene muy en claro que EE UU es su principal socio comercial, al punto que ya ha viajado tres veces a Washington.

Lo dicho: Alberto decidió ir a Los Angeles y ser el vocero del reclamo por el ausentismo y el transmisor del pedido para que se termine el “bloqueo” contra Cuba y Venezuela, países sobre los que en rigor pesan “embargos”, que no es lo mismo.

Aclaraciones

Al cabo de un día de especulaciones, tanto Fernández como voceros oficios del Departamento de Estado norteamericano salieron a aclarar que las diferencias de opiniones no harían mella en la relación bilateral. “Biden no me reprochó nada, fue muy generoso conmigo”, dijo el argentino a los periodistas que cubren la Cumbre y que viajaron con la comitiva oficial. “Ellos sabían lo que iba a decir”, agregó.

Desde Washington, fuentes del gobierno norteamericano afirmaron a medios argentinos que Biden “quiere trabajar con la Argentina en el fortalecimiento de la democracia y la economía de la región”. Declaración de ocasión, obviamente. Absoluta bajada de perfil de la cuestión, luego de una jornada en la que Fernández acaparó títulos de medios internacionales y amenazaba con llevarse toda la atención de la Cumbre.

Fernández, además, le reprochó a Biden el endeudamiento de Argentina con el FMI que facilitó su antecesor, Donald Trump (Biden venció a Trump, por cierto), bajo la lógica kirchnerista de que ese préstamo llegó para que Mauricio Macri fuera reelecto, cosa que como todos sabemos no pasó.

Es el mismo Alberto que prácticamente rogó durante meses a EE UU que aplicara su influencia en el directorio Fondo para conseguir un refinanciamiento de esa deuda de 45 mil millones de dólares y conseguir oxígeno financiero para su gestión.

“Biden no me reprochó nada, fue muy generoso conmigo”, dijo Alberto Fernández

 

 

cumbre de las américas
alberto fernández
joe biden

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE