El diario de Ana Frank: 75 años de una obra clave para reflexionar sobre las distintas formas que adopta el odio

El 25 de junio de 1947 el papá de la niña víctima de los nazis logró publicar los escritos de su hija e inmortalizar así un cuaderno que terminaría impactando en todo el mundo y erigiéndose como un testimonio emblemático del Holocausto

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“No quiero haber vivido en vano como la mayoría de las personas. Quiero ser útil o llevar alegría a la gente, inclusive a los que nunca conocí. Quiero seguir viviendo incluso después de mi muerte”. Esta es una de las frases que recoge Ana Frank en su diario el 5 de abril de 1944, meses antes de su arresto y muerte en un campo de concentración alemán cuando faltaban pocas semanas para que concluyera la Segunda Guerra Mundial.

Setenta y cinco años después de la primera edición del “Diario de Ana Frank” -publicado en 1947 en forma de libro por Otto Frank, padre de la niña víctima de los nazis y único sobreviviente de la familia-, los escritos y las reflexiones de esta chica judía convierten al emblemático diario en una obra que atraviesa generaciones y cuya lectura, al decir de muchos, resulta imprescindible para sensibilizar y educar sobre las distintas formas de odio.

El diario íntimo de la joven de 13 años, que en un primer momento recibió el nombre de “La casa de atrás”, es uno de los testimonios más conocidos del horror del Holocausto en el que narra sus sentimientos y experiencias relacionadas con la atrocidad y la barbarie nazi.

Annelies Marie Frank Hollander, más conocida como Ana Frank, nació en Fráncfort el 12 de junio de 1929 y, tras la ascensión de los nazis al poder, emigró con su familia a Holanda, donde los sorprendió la invasión alemana durante la II Guerra Mundial. La adolescente pasó casi dos años y medio escondida y, tras ser descubierta junto a sus familiares, fue enviada con su hermana Margot al campo de exterminio de Auschwitz primero y más tarde al de Bergen-Belsen, en Alemania, donde murió en febrero de 1945 como consecuencia del tifus sin haber cumplido los 16.

Durante 761 días, entre el 6 de julio de 1942 y el 4 de agosto de 1944, Ana vivió oculta con los tres miembros de la familia, su padre, su madre y su hermana, y otros cuatro personas judías en el anexo de la empresa que el padre tenía en la calle Prinsengracht, en Amsterdam, al que se accedía por una puerta falsa y camuflada tras una estantería, convertido desde 1960 en un museo dedicado a su figura.

En este tiempo escribió sobre lo que ocurría en la casa de atrás, pero también sobre lo que sentía y pensaba, en un diario que le regalaron al cumplir 13 años y que Ana metió en su portafolio escolar cuando tuvo que abandonar la casa familiar para esconderse en este espacio secreto.

Encontró en este cuaderno de cuadros rojos y blancos el alivio de su cautiverio, como se lee en una de sus páginas “¡La mejor parte es poder escribir todos mis pensamientos y sentimientos! De lo contrario, me asfixiaría por completo”.

Para Martina Barraza, editora de la editorial Eudeba, Ana “era muy consciente de que sus escritos no iban a ser solo un medio para descargar sus íntimas emociones”. Estando ya escondida la joven escritora escuchó en la radio al ministro de Educación, Arte y Ciencias del Gobierno holandés en el exilio, rogando a la población en la patria ocupada guardar sus cartas y diarios, para que después de la guerra sirvieran como testimonio para futura historiografía.

“La mejor parte es poder escribir todos mis sentimientos y pensamientos”, escribió Ana Frank

“A partir de ese momento se puso a trabajar con toda la energía en la reescritura de su diario para la elaboración de la novela ‘La casa de atrás’, que no pudo terminar porque en agosto de 1944 la capturaron”, relata Barraza. Pese a este evento, la voz de Ana encapsulada en el diario atraviesa generaciones conforme pasan los años. “No pudieron callar la voz de Ana ni matar su sueño, que fue cumplido por partida doble: logró condensar en un mismo escrito un valioso documento de época y una obra literaria de exquisita calidad”, considera la editora del “Diario de Ana Frank”.

En su diario, Ana dirige sus sensaciones a un grupo imaginario de amigas, principalmente a la Querida Kitty, que proviene de una serie de libros que había leído la jovencita antes y después de estar en la clandestinidad, escritos en forma de carta y que la inspiraron para abordar así sus textos.

El diario se interrumpió el 1 de agosto de 1944, tres días antes de que Ana y su familia fueran delatados a la Gestapo y arrestados. Una de las protectoras de los Frank encontró sus manuscritos desparramados por el escondite y los guardó con la intención de devolvérselos en cuanto regresara tras la guerra, pero el único que sobrevivió fue Otto.

El padre de Ana recuperó sus páginas al regresar a Amsterdam y no bajó los brazos hasta su publicación, cumpliendo así con la ilusión de la niña, que quería convertirse en escritora o periodista. “Cuando acabe la guerra quisiera publicar un libro titulado ‘La casa de atrás’; aún está por verse si resulta. Pero mi diario podrá servir de base”, soñaba Ana durante su encierro.

La primera versión del Diario de Ana Frank apareció el 25 de junio de 1947 en su versión holandesa con una tirada de 3 mil ejemplares, después de que Otto “depurara” algunos pasajes en los que la adolescente se refería en términos poco halagüeños a algunos de los escondidos en el habitáculo de Prinsengracht, entre ellos su propia madre, así como los comentarios sobre detalles íntimos relacionados con su despertar a la sexualidad.

Los escritos de esta niña de 13 años se convirtieron en prueba y símbolo de la barbarie nazi

Desde entonces, el libro ha sido traducido a cerca de 70 idiomas y se ha vendido en 100 países diferentes. Es uno de los libros más vendidos del mundo.

En 1986 se publicó una edición crítica con el agregado de algunos de los pasajes suprimidos por Otto Frank y en 2001 el Instituto Holandés de Documentación de Guerra, propietario del manuscrito, publicó la edición definitiva.

¿Qué aspectos de la experiencia que narra El diario de Ana Frank siguen convocando a nuevos lectores a 75 años de su publicación? ¿Cómo se resignifica la obra en un contexto actual de la guerra entre Rusia y Ucrania? “Así como son actuales los pensamientos de Ana sobre la amistad, sobre el amor y sobre el arte, lamentablemente también lo son aquellos sobre la guerra. Pareciera que todo ha cambiado y que nada lo ha hecho al mismo tiempo”, reflexiona Barraza.

En la obra, Ana Frank plantea una idea que, según la editora, “no se oye con frecuencia”. La joven escribe en el diario: “Yo no me creo que la guerra solo provenga de los grandes hombres, de los gobernantes y capitalistas, nada de eso, a los pequeños hombres también les gusta; si no, los pueblos se habrían rebelado contra ella hace rato. Es que las personas tienen un afán de destruir, un afán de matar, de asesinar y de estar furiosas, y mientras la humanidad toda, sin excepción, no sufra una gran metamorfosis, la guerra hará estragos”.

 

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