Alvaro Albarracín pudo salir adelante tras un duro trance
Edición Impresa | 6 de Julio de 2022 | 02:38

Adrian D’Amelio
adamelio@eldia.com
El apellido Albarracín es sinónimo de equitación. En este caso, la noticia en particular excede al deporte, ya que tiene que ver con una historia de vida, que involucra a Alvaro, hijo de Justo y hermano de Matías.
A fines del pasado mes enero, Alvaro (44 años) comenzó a sentir molestias en el ojo derecho y la visión borrosa. Los especialistas después de una serie de estudios detectaron que había sufrido una infección como producto de un hongo y una ameba.
“Desde las veinte años uso lentes de contacto a causa de una miopía por el hecho de ser más practico que un par de anteojos comunes para la practica del deporte que en mi caso es la equitación”, comenzó diciendo Alvaro en el diálogo que mantuvo con este medio.
Desde un primer momento, el diagnostico no fue bueno, ya que se debía someter a una serie de tratamientos y si la evolución no era favorable corría el riesgo de perder la visión del ojo derecho.
“Todo comenzó poniéndome una gotas especiales para tratar de curar la infección, pero el tratamiento no prosperó. Cabe vez estaba peor con mayor dolor y mi visión era cada vez más borrosa. El hecho de ver la luz era algo traumático. A tal punto que cuando mi señora Ania me llevaba a la consulta con los doctores me tenía que cubrir la cabeza con una mochila”, agregó Alvaro.
A esa altura, Alvaro estaba apunto de ser papá por segunda vez, ya que el 7 de febrero nació Amadeo su segundo hijo, el hermanito de Justina (4 años). “Me acuerdo que cuando entré a la sala de partos le dije a los obstetras que cerraran las cortinas, porque la luz que entraba por la ventanas era algo insoportable. A pesar de la felicidad de ser padre prácticamente no lo disfruté, pero quería estar al lado de mi mujer para acompañarla en ese momento tan especial de la vida”.
El tratamiento con las gotas no funcionó por lo que los especialistas decidieron intervenirlo quirúrgicamente. “Me realizaron tres operaciones donde me inyectaban los medicamentos dentro del ojo para tratar la cura de la infección. Cabe vez estaba peor, por lo que la tercera intervención se decidió extirpar el lóbulo ocular para remplazarlo por un ojo de vidrio o hacer un trasplante de la cornea, porque ya era muy arriesgado, debido a que la infección podía trasladarse hacia un órgano como por ejemplo el cerebro”.
En ese momento, Alvaro entró en emergencia nacional sanitaria para el trasplante de corneas. Hubo dos intentos fallidos, pero el tercero fue el vencido. “El doctor me llamó y me dijo que había buenas noticias que estaban listo para realizarme la intervención de manera urgente”, resaltó Alvaro.
La trasplante se realizó el pasado 12 de abril en una clínica de Buenos Aires. Según lo que trascendió el donante fue una persona joven que había fallecido en Tucumán y el traslado de la cornea se hizo en un avión sanitario bajo la supervisión del INCUCAI.
“Todavía me acuerdo que en el momento de entrar al quirófano -continuó diciendo Alvaro- el dolor seguía siendo insoportable, pero cuando me desperté en la habitación era otra persona, el suplico había pasado, ya no tenía ese malestar intolerable. Por este intermedio quiero agradecer a los doctores Ricardo Brunzzini y Martín Berra por su profesionalismo y que siempre estuvieron a mi lado brindándome su apoyo y confianza”.
En otro tamo de la charla con este diario, Alvaro recalcó que el apoyo familiar fue fundamental para atravesar este duro trance como así también de las amistades. “Mi esposa Ania es una verdadera leona. Además de ser mamá se tuvo que hacer cargo de todo. De mi cuidado en todo momento, de mis hijos. Es una persona incondicional como el resto de mi familia. Además, mis amigos constantemente me alentaron para salir adelante”, subrayó.
Alvaro todavía se encuentra en proceso de recuperación, pero la evolución ha sido muy favorable. A tal punto que ayer regresó de la ciudad alemana de Aachen, donde se llevó el Campeonato Mundial Juvenil. En dicho certamen participó el equipo argentino del Albarracín es el entrenador.
A todo esto, Alvaro montará un caballo hoy por primera vez en el Club Hípico Argentino después del trasplante con los debidos cuidados médicos. “El hecho de volver a estar en una pista trotando es una enorme felicidad después de todo lo que tuve que atravesar durante estos meses. Para mí es un volver a vivir”, enfatizó el jinete platense.
Por último, Alvaro recalcó que “hay que insistir e inculcar en la población por la donación de órganos. En mi caso me salvó un ojo, pero a otras personas le permite seguir viviendo o mejorar su calidad de vida con la donación de un corazón, un riñón o un hígado”, cerró.
En enero sufrió un infección en el ojo, debido de un hongo y una ameba
Albarracín realizará hoy la primera práctica en pista, después de ser trasplantado
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE