Achicar la brecha entre el nivel secundario y las carreras universitarias

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La necesidad de achicar la brecha existente entre los conocimientos de los colegios secundarios y los vigentes en distintas carreras de la Universidad –ya que, según se conoce, las deficiencias que suelen exhibir no pocos jóvenes del nivel medio al llegar a estas instancias- se convirtió en estos días en tema de tratamiento en un encuentro entre autoridades de la facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata y directivos de escuelas secundarias de gestión pública y privada de la Región.

En este caso se abordaron los principales problemas que presentan los estudiantes que podrían aplicarse, específicamente en lo que concierne a los alcances de esa carrera universitaria. Lo cierto es que, salvo las numerosas excepciones individuales que existirán, el tránsito del secundario a la Universidad suele ser arduo y de difícil absorción por parte de también muchos estudiantes que exhiben una mala preparación.

En el caso de Ingeniería, el decano de esa facultad, en la reunión mantenida dijo que “hacen falta más ingenieros para el desarrollo del país. Por eso, desde la Facultad, con nuestros recursos, queremos estrechar lazos con los colegios y proponer mejoras. Un chico que viene más preparado e informado tiene más posibilidades de salir adelante”.

El Decano consideró que antes de que los alumnos comiencen el secundario se debería trabajar en los perfiles, crear vocaciones tempranas para que los estudiantes conozcan las diferentes carreras por las cuales pueden optar. “Úsennos”, pidió a las autoridades los colegios y agregó: “Aprovechen que está la Universidad y que podemos hacer cosas juntos”.

Se sabe que existen desde hace varios años programas de apoyo de la Universidad, destinados a estudiantes que se encuentran cursando el último año del secundario y que busquen ingresar el año venidero a la casa de altos estudios. La iniciativa siempre pareció necesaria y muy valiosa.

En cuanto a la formación deficiente con la que llegan del secundario muchos estudiantes, lo cierto es que existen datos ciertamente inquietantes de los últimos años: los que muestran que no se vinieron observando mejorías sustanciales, más allá de las pequeñas oscilaciones estadísticas que pueden registrarse, en los porcentajes de aprobados y desaprobados.

Un enciclopedismo mal entendido y enseñado impide una mayor plenitud de conocimientos en muchos jóvenes. Ello, sin dejar de advertir que se siguen comprobando múltiples casos de desorientación vocacional en los jóvenes, muchos de los cuales abandonan luego sus estudios universitarios originales por esa causa.

Si no se apunta a lograr una escuela secundaria de excelencia, cualquier política educativa estará fallando en su base misma. Para eso, los estándares de exigencia deben ser evidentemente revisados y, al mismo tiempo, se debe poner el acento en la capacitación docente. Cuanto menos, ha sido saludable que se admita la existencia y gravedad del problema.

Se ha llegado a una situación de la que no será fácil salir. El deterioro integral del sistema educativo reconoce variables tan diversas como complejas. Pero es necesario que, paso a paso, se inicie un proceso de recuperación con la premisa básica de alcanzar niveles aceptables de calidad. En realidad, lo que se requiere -tomando como parámetro de juicio el nivel de muchas universidades del mundo- es un proceso que le devuelva a la educación pública argentina la excelencia perdida.

 

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