Entre reclamos y una medida de fuerza en el servicio de ómnibus local

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La falta de avances en el conflicto que se encuentra planteado con las empresas de ómnibus del área metropolitana y la Región –que reclaman al Gobierno deudas por subsidios y que no descartaron endurecer la medida lo largo de esta semana- origina una lógica inquietud entre muchos de los pasajeros que se ven perjudicados. Como se sabe, las unidades circulan hasta las 22 y recién retoman el servicio a las 5, en una situación que perjudica, como es de imaginar, a miles de personas que en esas horas deben regresar o dirigirse a sus trabajos.

Tal como se reflejó ayer en este diario, una fuente del Ministerio de Transporte de la Nación indicó que, a pocas horas de la segunda jornada de “lockout o paro patronal”, nada se había corrido del lugar que dejó planteado el conflicto tras la difusión de un comunicado de las empresas, el viernes. Luego, no hubo más novedades.

Así, anoche se cumplía la tercera jornada de la medida que desarrollan las compañías de transporte de pasajeros de corta distancia en un lapso de un mes. Mientras el sector empresarial mantenía silencio, desde el Gobierno se insistió en el rechazo a los argumentos de la protesta y en el anuncio de controles y sanciones a las empresas que no saquen los colectivos a la calle.

No se trata en modo alguno de cuestionar el derecho de una medida de fuerza, pero sí de advertir que existen actividades especialmente sensibles –entre ellas la de salud, educación, seguridad y, en este caso, del transporte de pasajeros- en las que ese derecho debería ser ejercido mediante fórmulas comprensivas de los gravísimos problemas que se le trasladan a la población al interrumpirse esas prestaciones.

Tampoco corresponde aquí analizar los motivos concretos que originan el conflicto, aunque sí confiar en que las partes encuentren soluciones de manera urgente. A nadie escapa que son muchos miles las personas que trabajan en altas horas de la noche y hasta la madrugada, para quienes la total ausencia de transportes públicos implica un trastorno imposible de resolver.

También resulta necesario señalar que hace mucho tiempo que el servicio de colectivos en el área metropolitana y en nuestra zona viene originando múltiples reclamos por parte de la población, al no responder en tiempo y forma a las necesidades de los usuarios. Existieron, asimismo, informes oficiales, como el producido en su oportunidad por la Defensoría del Pueblo bonaerense en el que se estableció que el transporte de pasajeros es uno de los servicios que genera más quejas.

Con respecto a nuestra región, bien se conoce que viajar en micro durante las horas pico se vuelve cada vez más complicado, en una situación que se registra también en la periferia. Y el malestar de los usuarios se deriva de las largas esperas en la parada y de las incomodidades que se padecen una vez arriba de la unidad, además de que muchas veces. Cuando el colectivo finalmente pasa, suele estar repleto y así el servicio se torna deficiente.

En modo alguno estas consideraciones tienen que ver con las demandas concretas que plantean ahora las empresas y que deberán resolverse –cuanto antes- en las negociaciones abiertas con las autoridades. Lo que sí hace falta es que enfoque en forma detenida la eficacia de un servicio con las necesidades de la población.

Sobran estudios y conclusiones ajustadas, que debieran inducir a las distintas autoridades con incumbencia en el tema a enfocar en forma detenida el problema del transporte público de pasajeros, que se profundiza año tras año y que se encuentra en deuda con las necesidades de la población. No faltan, tampoco, especialistas en este tema que podrían aportar sugerencias muy valiosas para mejorar uno de los servicios públicos más imprescindibles.

 

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