Murió uno de los últimos sobrevivientes del Holocausto en el país

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Edgar Wildfeuer Z’L, uno de los últimos sobreviviente del Holocausto en nuestro país, falleció a los 98 años en su casa de Córdoba, donde residía con su familia desde 1949.

“El Museo del Holocausto de Buenos Aires lamenta el fallecimiento de Edgar Wildfeuer Z’L. En estos días de dolor, acompañamos a su familia y amigos, a la comunidad judía de Córdoba y reafirmamos nuestro compromiso con la memoria”, publicó en su cuenta de Twitter la entidad.

Wildfeuer, que había nacido en 1924 en la ciudad de Diedzice, Polonia, se había aferrado a un principio de fuerte raigambre del humanismo judío: “Justicia, no venganza”, frase que suelen repetir muchos sobrevivientes pero que hizo particularmente conocida el ‘cazador de nazis’ Simón Wiesenthal.

“Mataron a toda mi familia y me había quedado solo en el mundo. No sabía qué hacer”, evocó en en una entrevista al recordar uno de los momentos más dolorosos de su paso por la Segunda Guerra Mundial.

“Cuando terminó la contienda suponíamos que todo iba a cambiar, que el mundo iba a mejorar, que desaparecerían las fobias y las acciones negativas. Pero nada de eso se cumplió porque el armamentismo es una industria que da plata a mucha gente”, agregó.

Lo que motivó a Wildfeuer compartir su historia de vida fue su profundo convencimiento en el hecho de que “hay que ser tolerante para evitar todos esos excesos y sus consecuencias. Nadie puede suponerse superior a otro”.

Wildfeuer fue partícipe involuntario, pero obligado, de la llamada “marcha de la muerte”. Se acercaba el final de la guerra y los alemanes, acorralados por los aliados, comenzaron el traslado del alrededor de 100.000 prisioneros de Auschwitz, en las caminatas que aquellos cuerpos emprendían semi desnudos, descalzos y sedientos, en las que muchos morían en el intento, hasta que en Ebensee (un campo de concentración satélite de Mauthausen, Austria) los soldados aliados los rescataron un 6 de mayo de 1945.

Ese día cumplió 21 años, y comenzó un giro en su vida, que no estuvo exenta de sacrificios y privaciones pero -una vez más- comenzó a iluminarse a partir de su traslado -en calidad de refugiado- a Santa María di Leuca, una pequeña localidad del sureste italiano donde conoció a Sonia Schulman, su futura compañera de toda la vida.

Con ella y su familia, ya instalados en Córdoba con anterioridad a su partida de Europa, Edgar viajó a Sudamérica portando un pasaporte de la Cruz Roja para ingresar a Paraguay, con visa de tránsito a la Argentina.

Fue así que llegó a Buenos Aires, donde se suponía que lo esperaría Sonia junto a su familia. Una vez más los destinos se cruzaron porque no lograron encontrarse allí y sólo volvieron a verse en la ciudad de Córdoba en una situación que Edgar calificó como “desesperante” hasta el momento del reencuentro.

Durante la primera época en Córdoba, mientras estudiaba, trabajó como fotógrafo en el negocio de su futuro suegro, hasta que se recibió de ingeniero civil, profesión a la que dedicó su vida.

Su victoria, contó alguna vez a la prensa, fue la construcción de su familia junto a su esposa, con quien tuvo tres hijos, siete nietos y una bisnieta.

 

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