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La solución pasa por ordenar la Administración

La solución pasa por ordenar la Administración

Jorge Colina

14 de Septiembre de 2022 | 02:18
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eleconomista.com.ar

El problema del Estado nacional es que tiene un déficit muy grande. Si se computa los gastos primarios, que corresponden a los corrientes y de capital, menos los ingresos totales arroja un déficit de 2,2 por ciento del PBI. A esto hay que sumarle los pagos de intereses de deuda del Tesoro, que vendrían a ser los intereses por déficits pasados, que agrega otro 1,5 por ciento del PBI. Hasta aquí hay un desequilibrio del Tesoro nacional de 3,7 por ciento del PBI.

Pero además hay que considerar que el Banco Central también tiene que pagar intereses por los pesos que emitió en el pasado para darle al Tesoro. A estos intereses, los paga sobre las Leliqs y pases que emite para que el exceso de pesos no se vaya al dólar y la inflación. Ascienden a 2,5 por ciento del PBI. O sea que se puede decir que el déficit total del Estado nacional asciende a 6,2 por ciento del PBI. Considerando que los impuestos que van al Estado nacional son el 16 por ciento del PBI (hay otro 8 por ciento del PBI de impuestos nacionales que va a las provincias vía la coparticipación) el desequilibrio es muy importante. Asciende a 38 por ciento de la presión impositiva que financia al nivel nacional.

Este desequilibrio es el que genera la muy alta y creciente inflación que va camino al 100 por ciento a fin de año. La razón es que, si bien el Tesoro hace esfuerzo por financiar el déficit con títulos públicos, está pagando cada vez más altas tasas por estos títulos (rozan el 100 por ciento anual) y no llegan a ser suficientes para financiar todo el déficit. Así que el déficit se traduce en emisión monetaria e inflación.

Claramente, lo urgente es bajar este enorme déficit para bajar la emisión monetaria y, así, contener el crecimiento de la inflación.

Para colmo bajar el déficit no es algo que sea rápido. El único déficit que se puede bajar en el corto plazo es el primario (los 2,2 por ciento del PBI), donde los subsidios a las tarifas de energía explican buena parte del crecimiento del déficit, porque el Estado está pagando la energía importada. Los intereses que paga el Tesoro y el Banco Central ya están pactados con lo cual no se los puede reducir en el corto plazo.

Como se ve, el camino para ordenar las cuentas públicas es largo. Pero hay que abordarlo con profesionalismo, pericia técnica y bastante inversión de capital político.

Por la inflación, el Banco Central está sin reservas. Por esta razón, el Ministro de Economía quiere estimular -transitoriamente- al complejo sojero para que liquide sus dólares al Banco Central. Quiere que liquiden U$S 5.000 millones de dólares.

Así es como se propone pagarle al complejo sojero -transitoriamente- $200 por dólar, manteniendo el dólar para los importadores en $140. Esto implica que el drenaje de dólares vía mayores importaciones se mantendrá y que la emisión que el Banco Central colocará en el mercado, si los sojeros le venden U$S 5.000 millones, será de $1.000.000 de millones.

Para tener una idea del orden de magnitud de esta cifra, equivale a obligar al Banco Central a incrementar en 14 por ciento el stock de Leliqs (aumentando los intereses que generan más emisión e inflación) o, en su defecto, equivale a aumentar en 24 por ciento el stock de moneda en poder del público, o una combinación de ambas.

Esta semejante emisión se volcará al dólar paralelo sin cerrar el drenaje de dólares oficiales del Banco Central que provoca la fuerte demanda de importaciones. El resultado será la aceleración de la inflación -al potenciar la emisión monetaria- y el Banco Central no podrá retener los US$ 5.000 millones porque el tipo de cambio oficial sigue barato. El error está en insistir con eludir el ordenamiento fiscal.

Raspar la olla

Salir a “raspar la olla” para hacerse de (no muchos) dólares es “pan para hoy y hambre para mañana” porque la pérdida de reservas del Banco Central se mantendrá a raíz de que el dólar oficial sigue a $140. Tampoco es la solución “mágica” la devaluación del tipo de cambio oficial porque eso agrava el déficit fiscal a raíz de que el Tesoro tiene que pagar la energía que se importa en dólares. La solución tampoco pasa por un “ajuste ortodoxo” de partidas del Tesoro porque, de nuevo, es “pan para hoy, hambre para mañana”.

La solución pasa por un ordenamiento integral del Estado que lleve a tener una política energética racional, un gasto público ordenado con una presión impositiva tolerable y así lograr cuentas públicas equilibradas.

El mensaje central es que no faltan dólares, hay exceso de pesos. Por carencia de ideas y voluntad política para ordenar el Estado.

“Claramente, lo urgente es bajar este enorme déficit para bajar la emisión monetaria y, así, contener el crecimiento de la inflación”

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