La odisea de los jubilados para salir adelante frente a la elevada inflación

Cada vez se les hace más cuesta arriba seguirle el paso al costo de vida y requieren de ayudas. Testimonios

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Natalia Kidd

La elevadísima inflación que registra el país mina mes a mes el poder de compra de los ciudadanos, un fenómeno especialmente preocupante entre los jubilados, quienes, en su mayoría, cobran montos mínimos que difícilmente alcanzan para cubrir sus necesidades básicas.

“Llegamos con lo justo. Si tengo un problema, me ayudan mis hijos. No nos sobra nada”, cuenta Luis Alberto Lombardi, un jubilado de 75 años que vive con su esposa, también jubilada.

Lombardi es uno de los 6,9 millones de beneficiarios del sistema de pensiones de Argentina, administrado por el Estado y que se nutre con los aportes a la seguridad social de un porcentaje de los ingresos de los trabajadores en actividad.

La jubilación promedio es actualmente de 66.895 pesos, pero la mínima, que cobran 4,4 millones de jubilados, es de 43.352 pesos.

Ese ingreso mínimo llegó este mes a 50.353 pesos al sumarse a la jubilación un bono extraordinario del Gobierno para intentar paliar la acelerada inflación, que se ubicó en el 78,5 por ciento interanual en agosto.

Una CARRERA PERDIDA

Tras trabajar desde los 18 años y dejar de hacerlo con la irrupción de la pandemia, Lombardi cobra como jubilado apenas algo más que la mínima que recibe su esposa, ingresos que suman para llegar a fin de mes, pero ajustando sus gastos cada vez más por culpa de la carrera de precios.

“Tiramos para llegar a fin de mes con lo justo. Pero hemos tenido que suprimir muchas cosas”, cuenta Lombardi, quien dejó de darse, con su esposa, pequeños “gustos”, como salir a tomar un café o comprar un postre para la cena.

En la actualidad, las jubilaciones se ajustan trimestralmente, con aumentos que no siempre logra igualar el ritmo de inflación, por lo que muchas veces el Gobierno se ve obligado a conceder bonos o pagas extraordinarias a los jubilados.

Por ejemplo, en septiembre las jubilaciones aumentaron un 15,53 por ciento sobre el valor fijado en junio, pero la inflación de solo dos meses (7,4 por ciento en julio y 7 por ciento en agosto) casi licuó ese incremento antes de que llegara al bolsillo de los retirados.

Pérdida

Según cálculos del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana, a diciembre de este año la inflación alcanzará el 95 por ciento, y las jubilaciones acumularán un incremento del 73 por ciento, perdiendo 22 puntos en el año.

Con esta perspectiva, para Lombardi no queda otra que seguir “recortando”.

“Vamos a tener que estudiar los números con mi señora. Posiblemente el coche que tengo ya no lo pueda mantener. Estamos pensando en venderlo. Nos seguimos manteniendo, pero restándonos cosas en la vida”, lamenta.

JUBILACIÓN Y POBREZA

La jubilación mínima que cobra la mayoría de los jubilados en Argentina apenas supera el costo de la cesta básica de alimentos y servicios que marca la línea de la pobreza y que, según los últimos datos oficiales, es de 36.018 pesos mensuales para una persona adulta.

Sin embargo, para la Defensoría del Pueblo de la Tercera Edad de Buenos Aires, el valor de esa canasta es muy superior para un adulto mayor y la jubilación mínima que cobran los pasivos está muy lejos de cubrirla, por lo que la mayoría vive en condiciones de pobreza.

La canasta, inalcanzable

“La canasta del jubilado ronda los 120.000 pesos. Los jubilados nunca llegan a cubrir el 40-50 por ciento de la canasta. En estos últimos meses, hubo alzas de precios con mucho peso en la canasta del jubilado por encima de la inflación promedio, como en el caso de los alimentos y los gastos de vivienda y salud”, dice el defensor de la Tercera Edad, Eugenio Semino. Otro tema clave es el precios de los medicamentos, cuyos aumentos en muchos casos le ganan con holgura a la inflación.

Juan Antonio Paneté, de 78 años, cobra una jubilación mínima que no le alcanza.

“Tengo una hija que me ayuda, por suerte, porque si no estaría muerto”, asegura.

Trabajó desde los 12 años, se jubiló en 2008 y siguió trabajando en una empresa de seguridad hasta la llegada de la pandemia. Desde hace un año busca empleo para poder tener un ingreso extra, pero nadie lo contrata por su edad.

“Yo tendría que estar ganando una jubilación de 120.000 pesos. Esa es la realidad de lo que se necesita para no ser indigente. Los jubilados que cobramos la mínima somos todos indigentes. El Gobierno nos da un bono. Pero ¿qué hacemos con ese bono? Nada. No alcanza para nada”, se queja.

Según Semino, el 80 por ciento de los jubilados es pobre por ingresos. “Y aquellos que puedan tener alguna ayuda de sus hijos son cada vez menos”, apunta el ómbudsman, para quien “las jubilaciones pierden por goleada contra la inflación”. (EFE)

 

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