VIDEO: Los secretos del Museo de Instrumentos Musicales de la Ciudad
| 8 de Septiembre de 2022 | 18:18

Camuflado entre los edificios del centro platense pero con un interior lleno de historias y misterios, en calle 45 entre 6 y 7 nº582 se encuentra el Museo de Instrumentos Musicales “Dr. Emilia Azzarini”. Allí hay instrumentos de antaño, de la actualidad y muchos secretos atrapantes.
Se puede visitar los días lunes y jueves de 15 a 17 hs y los martes y viernes en dos franjas horarias, de 10 a 12 y de 15 a 17. La entrada es libre y gratuita. Se ofrece un bono a voluntad para colaborar con la Asociación de Amigos del Museo.
Ahí, a la espera de compartir todo su conocimiento se encuentran Augusto Pérez Guarnieri, investigador del museo, y Margarita Bouzenard, la directora del lugar. El investigador es el encargado de comenzar con el recorrido y mostrar la magia que allí descansa día a día.
“La principal virtud del museo es su gran problema: hay muchos instrumentos musicales de todas las culturas, géneros y más, así que es un desafío para quienes nos dedicamos a su investigación”, comenzó.
Cuentan con cerca de 800 instrumentos de todas partes del mundo, ya sea desde los más modernos hasta de antaño con una importante variedad. En exposición hay solo 59 de ellos ya que el resto se encuentran en los depósitos: “Es fantástica la variedad que hay”.
Augusto hace hincapié en un detalle que no es para nada casual y mucho menos menor: “Nos interesa no suscribir con la idea de un museo mudo o en blanco y negro. Un museo no es solamente un lugar que amontona elementos del pasado, sino que nos interesa traer el tema al presente y entender cómo nos interpela esto”.
“Nos interesa hablar no solamente de los grupos indígenas que llevan adelante algunos rituales y ceremonias, donde lo sonoro es fundamental, sino cómo la actualidad lo toma. Hay muchos sonidos de la música electrónica rescatados de esos instrumentos”, agregó.
Otro eje fundamental de este lugar mágico es cómo se centra la preocupación en la perspectiva para problematizar esos objetos y “traerlos al presente”. “Cómo nos interpela y qué nos dice”, explicó. En el área de investigación catalogan estos instrumentos, los evalúan, observan a qué familia pertenece y establecen, a partir de su historia, a quién perteneció, por qué y cómo llegó a ese espacio.
“Tenemos diferentes ejemplares que nos dan cuenta de lo que es la progresión en la tecnología del teclado, por ejemplo, empezando por un clavicordio, siguiendo por un clave y un piano. Las diferencias son el mecanismo por el cuál se produce el sonido”, destacó.
Tienen tambores patentados en 1888, piezas que no se encuentran en otros museos. Además, un ejemplar de Ludwig que data de 1920, tambores chinos y tambor del Caribe guatemalteco.
Lo cultural es lo que predomina en los intereses del museo y de los objetos expuestos: “Por qué, para qué y qué nos dicen sobre la historia”. Cuentan, entre otros, con un clave que fue donado al museo hace 9 años y que tiene como particularidad ser el clave con el que Ariel Ramírez grabó la misa criolla.
El coleccionista que lo cambió todo
El Museo de Instrumentos Musicales “Dr. Emilio Azzarini”, explicó Augusto, se crea “con la colección de una persona que vivió la escena platense cultural de principio de siglo”. Tiene una importancia fundamental ya que data de los orígenes de La Plata, ciudad planteada como el pináculo del progreso.
Además, Emilio Azzarini no solo era un apasionado de la Ciudad, también de la Universidad: “La entendía como el acceso generalizado a las personas al conocimiento y como una forma de bienestar”. “Ese bienestar que nos menciona Azzarini nos permite acercarnos a la música como una forma de conocimiento y una escena musical muy diversa y con instrumentos tan raros para esos momentos”, añadió.
Historia
El museo, contó Margarita, se fundó en diciembre de 1985 pero la colección que exponen ya tenía veinte años en poder de la Universidad Nacional de La Plata. Fue donada por los herederos de Azzarini, quién dejó constancia de que su voluntad era donarlos en su totalidad.
“Siempre me gusta aclarar que no son sólo instrumentos musicales. Azzarini era más humanista y tenía una mirada más amplia. Tenía una biblioteca especializada con 3.500 volúmenes, una fonoteca, rollos de pianola y un archivo muy importante que tiene mucho material sobre la vida teatral y artística de la primera mitad del S. XX, especialmente en nuestra ciudad, sobre los movimientos estudiantiles y la reforma universitaria”, concluyó.
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