El modelo y el desafío que la Selección en Qatar dejó para el fútbol argentino
Edición Impresa | 8 de Enero de 2023 | 02:41

Después del apasionante campeonato mundial, el fútbol argentino está volviendo en estas jornadas a apurar los preparativos para la disputa de los próximos torneos internos. Afortunadamente, en esta oportunidad, tanto la entidad que los rige y cada uno de los clubes afiliados de nuestro país -como así también las hinchadas respectivas- disponen de una ventaja que debiera ser aprovechada y que tiene que ver con el modelo a imitar que dejó el plantel de jugadores y de técnicos que triunfaron en Qatar.
Aquí se habla, entonces, de un logro que no fue sólo estrictamente deportivo, sino que tuvo sustento en la organización que lo rodeó, en la disciplina del plantel, en su contracción a la tarea, en el comportamiento de los integrantes de la delegación que, salvo alguna excepción, respetaron principios y valores de humildad y convivencia que nunca debieran dejarse de lado. Cuando se habla de un modelo, se habla de una persona o conjunto que merecen ser imitados por sus buenas cualidades.
Todo arquetipo social -y esta selección lo ha sido, claramente- representa para los demás un estilo que resulta atractivo y que se rodea de confiabilidad. Los psicólogos sociales aluden a ellos como capaces de ser admitidos por todos los sectores, sin distinciones de ninguna naturaleza.
Sustentado en virtudes técnicas innegables, en esta oportunidad el fútbol argentino presentó una propuesta honesta, sencilla y a la vez pujante, confiada en sí misma y libre de actitudes mal intencionadas. El resultado estuvo a la vista: triunfó y recibió el multitudinario apoyo de millones de personas, no sólo pertenecientes al propio sino a muchos otros países que admiraron ese modelo.
Lamentablemente, lo que muestra el fútbol interno de nuestro país es la contracara. Bien se conoce que, desde hace ya muchos años, no se atacan las raíces más profundas de la violencia, protagonizada por grupos de barrabravas cada día más encaramados en la vida de los clubes y, además, convertidos, en mano de obra para cometer todo tipo de delitos. La pasiva complicidad de algunos organismos del Estado con estas patotas agrava un panorama que debiera ser revertido.
La prohibición de hinchadas visitantes en los estadios se ha naturalizado y, más allá de que pueda contar con motivos que en principio le dan fundamento, constituye un baldón para el fútbol argentino.
Si se persiguiera y sancionara a los barrabravas como correspondiera, la violencia y el caos que ellos causan desaparecería rápidamente.
Existen también otras materias pendientes, como la desorganización financiera y administrativa de muchos clubes, la discutible diagramación de los torneos nacionales y regionales, así como otras situaciones que merecerían una más rápida intervención de los organismos públicos de contralor sobre las personas jurídicas y también, de la Asociación del Fútbol Argentino.
Como se ha dicho, en esta oportunidad, se cuenta con la rica experiencia y el modelo dejado por un plantel de jugadores y técnicos que, antes de triunfar sobre los demás competidores y conquistar la Copa del Mundo, tuvo la decisión de desafiarse y vencerse a sí mismo.
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