Hábitos, costumbres y un motor de la economía que se alteran

Edición Impresa

* Secretario de Consumidores Responsables

Juan Diego González Morales *

Una inflación alta y constante todos los meses y desde hace mucho tiempo erosiona permanentemente el poder adquisitivo de todos los sectores de nuestra sociedad, pero particularmente con más crudeza a los trabajadores informales y los sectores más vulnerables.

El aumento de los consumos propios de la canasta de la clase media, como lo son la educación privada, prepagas, seguros, gimnasio, etc. combinado con salarios que se actualizan en cuotas y que siempre parecen ir corriendo detrás de la inflación, tienen como resultado una pérdida del poder adquisitivo y un consecuente cambio en las costumbres y hábitos. Mantener esos consumos que hacen a la clase media, implica indefectiblemente recortar otros gastos de la economía doméstica, como por ejemplo comprar otras marcas de alimentos más baratas o en mayoristas, reducir la compra de ropa a lo necesario, no tomarse vacaciones, disminuir el esparcimiento, y relegar la contratación del trabajadores relacionados con las necesidades y cuidados del hogar, entre otros.

El grave problema de la inflación afecta sensiblemente la estabilidad de la clase media, alterando su rol histórico de consumidores motores de la economía y como consecuencia de ello, se produce el deterioro de los ingresos de aquellos sectores que le brindan bienes y servicios.

 

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