Silvia Claver
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2023 | 01:57

El fallecimiento de Silvia Claver causó gran pesar en el mundo científico y especialmente en el ámbito de la conservación del ambiente.
Había nacido el 18 de diciembre de 1947, en La Plata. Fue la hija mayor del ingeniero agrónomo Francisco Kelvin Claver y de la profesora de Biología Nélida Tebaldi y creció junto a su hermana Alicia. Se formó en la Escuela Anexa, en el Liceo Víctor Mercante y luego egresó del Museo de Ciencias Naturales como licenciada en Zoología.
Su infancia transcurrió feliz y con grandes estímulos hacia la práctica deportiva. Se destacó como jugadora de vóley en Gimnasia. El amor por el deporte fue algo heredado de su padre quien promovía salidas al Club Regatas y a La Plata Rugby Club.
Cuando se casó con Eduardo Fabre, ingeniero, se mudó a Mendoza y desarrolló su carrera en el Conicet como investigadora. Luego, fue madre de Paula y Esteban que con los años la convirtieron en abuela de 5 nietos por quienes se desvivía.
Siempre tuvo una marcada predisposición por temas vinculados a la preservación del ambiente y elaboró una tesis que le permitió completar su doctorado en el Museo de Ciencias Naturales.
Su labor fue clave en la creación de la Reserva de la Biósfera de Ñacuñán, espacio del que fue coordinadora durante más de 30 años. Estuvo al frente de proyectos vinculados con la conservación como la crianza de especies pelíferas. También participó y organizó seminarios de la Eco 92 o Cumbre de la Tierra de Naciones Unidas, en representación de la Universidad Nacional de Cuyo.
Regresaba a la Ciudad de dos a tres veces al año, ya sea para visitar a su familia como para encarar diferentes estudios en la reserva de Punta Indio.
En su entorno se remarcó que Silvia fue una mujer amable, afectuosa y preocupada por el bienestar del prójimo. Además, fue una férrea defensora de la enseñanza pública y solía afirmar que esa herramienta les permitió a los hijos de inmigrantes formarse como profesionales.
Uno de sus pasatiempos era elaborar galletitas austríacas que pintaba con las más variadas temáticas, todo lo que sabía de cocina lo aprendió de su madre.
También fue una luchadora por los derechos de las mujeres. Tuvo que lidiar con el machismo en su trabajo. Sin embargo, eso no le impidió dedicarse con pasión a su carrera.
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