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Séptimo Día |MARK TWAIN, OSCAR WILDE Y MADAME DE SEVIGNÉ

¿La salida de la literatura será utilizando menos palabras?

La vigencia que tiene el aforismo. Cómo es su relación con internet. Las definiciones concisas de los escritores que se vuelven clásicos. El caso de Jorge Luis Borges

¿La salida de la literatura será utilizando menos palabras?

Los grandes volúmenes “luchan” contra nuevas tendencias / Freepik

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

26 de Febrero de 2023 | 05:30
Edición impresa

No deben quedar hoy muchos lectores en el planeta que se animen a leer obras voluminosas, al estilo de la novela de Marcel Proust, que figura en Libro Guinness de los Récords como la novela más larga de la historia -“En busca del tiempo perdido”- que tiene 3.031 páginas, 1.267.069 palabras y 9.609.000 caracteres con espacios incluidos.

Por más que se ame a la lectura, hay que hacerse de aliento y no mirar los relojes para encarar obras de más de mil páginas, como “Los Miserables”, de Víctor Hugo; “Ulises”, de James Joyce; “Los hermanos Karamázov”, de Fiodor Dostoievski o “David Copperfield!, de Charles Dickens.

 

Existieron escritores aforísticos desde siempre, desde Grecia y más allá del diluvio

 

En la pasada, penosa e interminable época de la cuarentena, mucha gente encontró el tiempo que había perdido en otros menesteres, y se animó con esos y muchos otros venerables libracos. Pero cuando volvió la normalidad, la literatura de largo aliento, la de maratónicas lecturas, volvió a refugiarse en minoría en algún escritorio.

Pero además, ahora, la letra impresa se encuentra en retirada. Resulta que apareció otro idioma, el electrónico, que también usa letras y cuyo novedoso soporte son las pantallas. El idioma digital constituye hoy el desafío más acuciante para la literatura, que todavía usa al papel como vehículo de transporte. Dicen, con cierto grado de consistencia, que el papel es un vehículo obsoleto.

Ocurre, sin embargo, que nada está totalmente seguro bajo el sol. Lo que hoy es verdad, mañana se relativiza. Y resulta que los estudiosos están descubriendo una avenida “colectora” que se le estaría abriendo paso a la vieja escritura. Se trata del estilo aforístico. Aforístico viene de aforismo, esto es de una expresión o sentencia de pocas palabras, capaz de transmitir una idea o una noticia en forma concisa y suficiente.

Se sabe que existieron escritores aforísticos desde siempre, desde Grecia y más allá del diluvio. Aristóteles, Platón, Esquilo, Píndaro fueron aforísticos y si uno los lee ahora cree que escribieron hace cinco minutos.

Mucho más acá, entre los argentinos puede hablarse de Borges –un maestro también en el estilo aforístico- y de otros en la historia, como Mark Twain, Oscar Wilde, Madame de Sevigne, Charles Baudelaire, Ramón del Valle Inclán, Albert Camus, entre los que lograban decir mucho con pocas palabras.

De modo que, según dicen ahora no pocos entendidos, aunque el aforismo es un género milenario, se adapta muy bien en el actual medio de internet, así como a las nuevas tecnologías, que lo hacen suyo como si fuera un género de la modernidad. Ello nos hace pensar que la aforística es una forma de escribir que perdurará en el tiempo. Tic toc sería un testigo válido.

Como se ha dicho, si bien el aforismo viene de las primeras raíces, hoy encuentra –con la irrupción de las nuevas tecnologías de comunicación, el actual y poderoso medio de internet- una tierra propicia para volver a florecer. En las pequeñas pantallas de los celulares y en las de las computadoras, se estarían abriendo atajos inesperados para que la riqueza expresiva pueda seguir expandiéndose.

Jorge Luis Borges / Web

BORGES

Conviene empezar por nuestro cercano Borges, propietario de un talento y un sentido de la síntesis pocas veces visto. Acá va un primer aforismo como prueba: “Dos personas me han hecho la misma pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Y yo les he dicho: bueno, ¿para qué sirve la muerte? ¿Para qué sirve el sabor del café? ¿Para qué sirve el universo? ¿Para qué sirvo yo? ¿Para qué servimos? Qué cosa más rara que se pregunte eso, ¿no?”.

O este otro: “De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones del brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”.

Pero hay una cita de Borges que combina en forma admirable lo literario con lo conciso. Víctima de una de sus bromas fue el escritor Eduardo Mallea, con quien eran muy amigos. Borges siempre había estado como deslumbrado por los excelentes títulos que Mallea encontraba para sus libros, como por ejemplo: “La bahía del silencio”, “Todo verdor perecerá”, “Cuentos para una inglesa desesperada” o “Historia de una pasión argentina”.

Cuando Mallea publicó otro libro titulado “La penúltima puerta”, contó Bioy Casares que en una reunión Borges comentó: “¡Qué buen título!. Mallea tiene una notable capacidad para elegir buenos títulos. Lástima que se obstine en añadirle libros”.

Otro de Borges: “He pensado alguna vez que quizás una persona que esté enamorada vea a la otra como Dios la ve, es decir, la ve del mejor modo posible. Uno está enamorado cuando se da cuenta de que la otra persona es única”.

MARK TWAIN

Aquel joven piloto de barcos de rueda en el Mississipi que fue Mark Twain (1835-1910) cultivó como pocos el aforismo en la literatura estadounidense.

 

“De todos los instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro”

 

Vayan estas muestras: “Nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”.

“Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa”.

“El alcohol es malo, pero el agua es aun peor: ¡te mata si no bebes!

“Para Adán, el paraíso era donde estaba Eva”.

Oscar Wilde / Web

OSCAR WILDE

Oscar Wilde (1854-1900​, además de poeta y dramaturgo irlandés fue una celebridad debido a su enorme ingenio, capaz de reunir en pocas palabras metáforas muy bellas y, a la vez, un corrosivo humor.

Se transcriben aquí algunas de sus frases: “Perdona siempre a tu enemigo. No hay nada que le enfurezca más”.

“Un hombre puede ser feliz con cualquier mujer mientras que no la ame”.

“Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas”.

“Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo”.

“No hay nada como el amor de una mujer casada. Es una cosa de la que ningún marido tiene la menor idea.

Ramón del Valle Inclán / Web

Y OTROS…

Madame de Sevigné (1626-1696), esta escritora francesa fue la autora de elocuentes aforismos, que hoy sigue teniendo circulación como el que aquí se transcribe: “Cuánto más conozco a los hombres, más admiro a los perros”. También dictó esta suerte de sentencia que condenaría para siempre a las relaciones humanas: “No hay nadie que no sea peligroso para alguien”.

En la España previa a la Guerra Civil vivió el feroz Ramón del Valle Inclán 1866-1936) que, junto a Antonio Machado, fue uno de los creadores más agudos del aforismo en la Península. Poeta, dramaturgo y novelista satirizó de manera muy amarga, por cierto, a la sociedad española. Aquí va uno de sus aforismos:

“En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo”.

Y este otro, también: “En España podrá faltar el pan, pero el ingenio y el buen humor no se acaban”.

 

 

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