Un accidente en un parque obliga a un mayor celo para preservar los paseos

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Opinión Editorial

De acuerdo a censos realizados en años anteriores, la Ciudad cuenta con una dotación global de unos 200 lugares públicos de esparcimiento, entre plazas, paseos y ramblas, que son diariamente visitados por muchas personas, aunque varios de esos sitios presentan distintos tipos de problemas. Así, en los últimos días, un chico de 13 años de edad que se encontraba con sus padres en el Parque Saavedra resultó herido en una pierna al ceder un banco de hormigón y caer sobre su pierna una de sus pesadas partes.

Tal como se informó, el chico fue llevado en forma urgente al cercano Hospital de Niños “Sor María Ludovica”, en donde recibió tratamiento en el área de traumatología, descartándose, afortunadamente, que se tratara de una lesión de gravedad, más allá de los cuidados que se le recomendaron para evitar una posible infección.

Cabría aquí recordar que en años recientes, a través de un informe oficial que tomó estado público, pudo conocerse que el 65 por ciento de las plazas y paseos públicos de la Ciudad tenia parte de los juegos rotos o exhibía piezas faltantes en su mobiliario, en lo que resultaba ser, según ese trabajo, resultado de la confluencia de dos factores: la imparable acción de los vándalos y, por el otro, la falta de reposición y de mantenimiento continuo de esos espacios.

Juegos con estructuras de madera o de hierro rotas; toboganes con faltantes de tablas de deslizamiento; pequeñas calesitas u otras recreaciones infantiles que con deficiencias en sus funcionamientos; falta de pasamanos en otros juegos; hamacas con cadenas sueltas o sin los asientos, formaron parte habitual de un inventario que dejó a la vista los distintos grados de deterioro que afectan a los juegos infantiles instalados en plazas y paseos platenses.

Más allá de que la responsabilidad principal por el debido mantenimiento de este mobiliario le concierne a la Comuna, en cuanto a los hechos de vandalismo, vuelve a ponerse de relieve la falta de educación de no pocas personas, a las que no les interesa valorar y respetar los bienes comunes.

Ello reclama, en forma prioritaria, que se acentúen todas las campañas educativas que se consideren idóneas para crear mayor conciencia en la comunidad, acerca de la importancia de preservar los espacios públicos.

No han faltado en estos años, como signo alentador, vecinos que se han movilizado en defensa de las plazas y paseos a los que acuden, existiendo inclusive juntas vecinales creadas tanto para garantizar un mejor mantenimiento de determinados paseos públicos, como para impulsar la creación de plazas en aquellos lugares de la periferia en las que no están previstas.

Nuestra ciudad nació identificada con el respeto a los espacios verdes y al arbolado público. Fue vanguardista en ese sentido y, como tal, reconocida en América y el resto del mundo por los criterios urbanísticos que marcaron la presencia de una plaza o parque cada seis cuadras, con la cercana presencia del Bosque y de grandes masas forestales en su entorno, destinándose también esas verdaderas reservas al esparcimiento público.

Sin embargo, como se ha dicho, algunos pocos desaprensivos –sólo interesados en causar daño- siguen desplegando su acción destructiva y, frente a ellos, es preciso que opere una vigilancia celosa por parte de la Municipalidad, sin perjuicio de las tareas de mantenimiento que deben desplegarse todos los días, sin esperar a que la degradación avance.

 

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