Anuncian lluvia para el domingo y la memoria remite al helicóptero en el Bosque

El 31 de agosto de 1986 se jugó el clásico 102. Antes el agua escurrió del campo de juego de una manera poco ortodoxa

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Por MARTIN CABRERA

mcabrera@eldia.com

Se termina la ola de calor y desde el Servicio Metereológico anuncian lluvias para los próximos días, entre ellos el próximo domingo, cuando se juegue el esperado clásico de fútbol en nuestra Ciudad. No siempre es certero el pronóstico pero las tormentas se repiten en todos los sitios especializados. Por eso la memoria empieza a recorrer qué otros partidos se jugaron en esas condiciones y hay uno que se lleva todos los números: “El clásico del helicóptero”.

Se jugó el domingo 31 de agosto de 1987 en el Bosque. Esa tarde llovió mucho en La Plata y alrededores. Es más, lo mismo había sucedido los días previos y todo indicaba que el clásico se iba a suspender.

Entonces un allegado a la CD del Lobo propuso contratar un helicóptero, que voló a poca altura por el campo de juego para desparramar el agua del campo hacia los costados por el viento del juego de hélices. A esa hora ya había muchos hinchas en las tribunas y la anécdota quedó marcada de por vida.

El partido se jugó aunque comenzó 30 minutos más tarde y lo ganó Gimnasia 2-1. Se había puesto en ventaja Estudiantes con un gol de Rubén Darío Insúa pero en el segundo tiempo el local lo dio vuelta con los tantos del Mago Merlini y Jorge Villazán, el primer de ellos de tiro libre y los dos en el arco que da al Bosque.

Además de la particularidad de la lluvia ese partido contó con otro detalle: a los 44 minutos del segundo tiempo fue expulsado Gustavo Moriconi e ingresó José Luis Sosa por Eusebio Espínola, que amagó a irse pero se quedó en cancha y por eso el Lobo terminó con 11 jugadores en cancha

Gimnasia (2): Moriconi; Lúquez, Russo, Espínola y Tempesta; Pighín, Kuzemka, Carrió, Pedrazzi; Merlini y Villazán. DT: Luis Garisto.

Estudiantes (1): Bertero; Llane, Trossero, Agüero, Craviotto; Guillermo Rodríguez, Russo, Insúa; Gottardi, Sabella y Gurrieri. DT: Eduardo Luján Manera.

Villazán ya mandó la pelota al fondo del arco que defendía Bertero

También estuvo a punto de suspenderse el clásico de 1990. Fue la edición 109 en el profesionalismo y muchas veces los hinchas lo confundieron con aquel del helicóptero. Se jugó el 25 de abril en la cancha de Gimnasia y las condiciones climáticas eran igual o peores que el anteriormente recordado. Fue un miércoles y la cancha estaba casi en un 80 por ciento cuando Juan Carlos Demaro salió a recorrer el campo de juego, con un paraguas en su mano derecha y la pelota en la izquierda. De inmediato fue hasta el círculo central y quiso hacer botar la pelota, que quedó “muerta” en el piso. En ese instante los hinchas de ambos equipos empezaron a gritar y saltar y el árbitro no lo dudó: “Acá se juega”. La verdad es que no estaban dadas las garantías porque la Reserva había jugado un tiempo y la cancha era un lodazal. Empataron 1-1. Ganaba el Pincha 1-0 con gol de Néstor Craviotto y empató en el segundo tiempo Jorge Merlo. Había tanta agua en el piso que Capria levantaba la pelota con la derecha y remataba de zurda.

En menor medida sucedió algo parecido en la edición 100 del clásico platense, en el mes de septiembre. Había llovido mucho en los días previos y el campo de juego no estaba en buen estado. Además del agua hacía mucho frío. El campo aguantó bastante bien y ganó Estudiantes 1-0 por el gol del Bocha Ponce de tiro libre.

Antes y después se sucedieron varios capítulos con paraguas en mano, una escenografía hoy impensada en el fútbol moderno. Se viene una nueva edición del clásico platense y además de ver cómo forman los equipos los hinchas tienen que ver qué deparará el pronóstico.

 

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