Gratitud y generosidad, dos actitudes clave

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Por GABRIELA GONZÁLEZ ALEMÁN (*)

Disfrutar la vida y hacerlo con felicidad, depende de lo que hagamos aquí y ahora. De cómo encaremos cada día, y hacerlo con generosidad y gratitud es una excelente forma para garantizar un resultado de bienestar.

Cuando hablamos de generosidad solemos pensar en compartir bienes materiales. Pero la buena noticia es que la generosidad no tiene por qué costarnos. Supone compartir con los demás de manera espontánea, pero no se trata de compartir dinero. Ofrecernos para la escucha de las necesidades de una persona amiga, compartir una caminata con alguien, llamar a un familiar para preguntarle cómo está, felicitar a un compañero de trabajo por un logro, son comportamientos que implican generosidad.

El agradecimiento es un pariente muy cercano de la generosidad. Agradecer supone reconocer, generosamente, el valor en lo que nos rodea y por eso, para sentir agradecimiento, tenemos que ser conscientes de nuestro entorno. Si estamos ensimismados es posible que lejos de agradecer, estemos con la mirada puesta en lo que nos falta, a un paso de sucumbir en el egoísmo, la ansiedad y el descontento.

Al igual que la generosidad, la gratitud desactiva centros cerebrales que producen ansiedad, preocupación y estrés cuando nuestro cerebro piensa que estamos en peligro aunque estemos en situaciones de seguridad.

Y es que practicar la generosidad y la gratitud disminuye la actividad del cortisol, la hormona del estrés, y aumenta la producción de dopamina, un neurotransmisor vinculado a las sensaciones de placer y por eso, dar y agradecer son objeto de disfrute y de relajación.

En suma, si queremos ser felices este 2023 no esperemos a ver si cumplimos los objetivos planteados. Hagamos nuestra ruta en el día a día, con un poco de gratitud y otro poco de generosidad.

 

(*) Doctora en Genética del Comportamiento

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