Entre la gobernabilidad y la inestabilidad en Latinoamérica

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Rosendo Fraga

Consultor político

En México crecen las tensiones por la ofensiva de López Obrador contra el Instituto Nacional Electoral (INE) y laCorte. El primero es el órgano institucional que controla la transparencia electoral y que ha garantizado la salida del virtual régimen de partido único vigente hasta los años noventa del siglo pasado. Argumentando su excesivo costo, el presidente mexicano está desmontando el INE para restablecer el llamado sistema del “dedazo” por el cual el presidente saliente elegía a su sucesor, que ganaba sistemáticamente.

Ello ha llevado a un choque con la Suprema Corte, que ha echazado la reforma del presidente mexicano. La oposición realiza importantes movilizaciones de protesta que han tenido como escenario principal la capital del país. El gobierno estadounidense ha criticado la reforma, argumentando que no contribuye a la transparencia electoral. El carácter populista de López Obrador se hace evidente en esta reforma, que buscaría imponer como sucesora a la alcaldesa de la Ciudad de México. Las relaciones con la Corte son muy tensas y el presidente critica y ataca a sus integrantes.

Paradójicamente, conflictos de los presidentes para dominar el máximo órgano judicial se dan al mismo tiempo en Israel y Argentina, coincidiendo con el caso mexicano. Es que el populismo como cultura política genera tensiones en sus intentos de avance en diversos países del llamado mundo occidental, al cual pertenece Israel por razones históricas y culturales.

La vuelta de Bolsonaro

En Brasil, tras más de tres meses de ausencia, regresó al país el ex presidente Bolsonaro, acusado ante la Justicia brasileña en distintas causas. Buscará reasumir su liderazgo político como jefe de la oposición. Lo hace con riesgo de ser involucrado en la causa que investiga los disturbios realizados el 8 de enero por sus partidarios, que tomaron las tres sedes de los poderes públicos en Brasilia.

El ex presidente considera que ya en los tres meses de gobierno transcurridos ha crecido la insatisfacción con el presidente y busca capitalizarla. No están claros los primeros pasos que dará, pero sí lo está la dirección de sus acciones y que mantendrá su actitud confrontativa.

Bolsonaro viene realizando una estrategia que tiene como referencia los pasos de Trump en Estados Unidos, quien retornó a la actividad pública a los pocos meses de dejar el poder, y que después de la elección legislativa de medio mandato (en Brasil el período presidencial dura cuatro años como en los Estados Unidos), plantea la reelección como una acción para mantener vigencia política y liderazgo.

Ecuador muestra una delicada situación político-institucional que plantea la posibilidad de destitución del presidente. En las últimas dos décadas, el país ha tenido primero un sistema político débil, que llevó a la salida anticipada de Abdala Bucaram y Lucio Gutiérrez, y después un liderazgo populista encabezado por Rafael Correa, quien se encuentra en el exterior amenazado por causas judiciales, pero manteniendo un liderazgo político importante entre sus seguidores.

El Presidente Guillermo Lasso no lleva dos años en el poder. Es uno de los pocos presidentes de centro derecha (junto con los de Uruguay y Paraguay) en la región. Es un empresario de las finanzas que en la primera vuelta no alcanzó un cuarto de los votos y que se encuentra en minoría en el parlamento. La derrota en un reciente referéndum para modificar la constitución e introducir el “endurecimiento” de la legislación contra la inseguridad, que se consideraba serían populares, no fue suficiente para compensar el deterioro del gobierno.

Junto con el referéndum se realizaron elecciones locales, en la cual fueron derrotados los candidatos de Lasso en las principales ciudades. En el parlamento se ha articulado una oposición que reúne a los “correístas” con el grupo indigenista llamado “Pachacutik” y una parte de los partidos tradicionales. Esta coalición tendría mayoría suficiente para iniciar el juicio político e intentar la destitución. Ecuador ha mostrado una capacidad de dominar la calle por parte de los grupos indigenistas. Lo hicieron al final de la gestión de Lenin Moreno, el predecesor de Lasso, que también enfrentó esa situación en los últimos meses de 2022. El presidente también ha sido acusado de corrupción por hechos atribuidos a su círculo y a familiares.

Elecciones en Paraguay

El domingo 30 de abril se realiza la elección presidencial en Paraguay: se trata de un país tradicionalmente gobernado por el llamado “Partido Colorado” de orientación conservadora. Desde el restablecimiento de la democracia en los años noventa, tras un prolongado ciclo de dictadura militar encabezado por el general Alfredo Stroessner, el mismo partido que gobernaba desde fines del siglo XIX, permaneció en el poder y sólo tuvo lugar un periodo de una coalición de izquierda liderado por el exobispo Lugo, que no pudo terminar su mandato.

En los últimos meses, Estados Unidos ha realizado acusaciones de corrupción contra un expresidente de esta fuerza política y funcionarios de la actual administración. El candidato oficialista es Santiago Peña, sostenido por la estructura tradicional del partido colorado. El principal candidato opositor es Efraín Alegre del Partido Liberal Radical Auténtico, el cual está aliado con los partidarios del expresidente Lugo. Los sondeos están repartidos entre los que dan el triunfo a Peña y los que se lo adjudican a Alegre.

De confirmarse la victoria del primero, una fuerza tradicional de centroderecha seguiría gobernando Paraguay, como ha sido en este país por largo tiempo, en contra de la tendencia de triunfos “progresistas” en América Latina. De imponerse Alegre, en cambio, se mantendría la sucesión de victorias electorales de centroizquierda en la región.

*Nota publicada en la revista de abril de la consultora Fiel

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