Por economía, muchos padres dejan de enviar a sus hijos a jardines de infantes privados

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El informe revelador de que en muchos jardines de infantes y maternales bajó en forma ostensible en los últimos años la matrícula de alumnos, en un fenómeno que se inició con la pandemia y que se agudizó ahora con la situación económica, no debiera ser soslayado por las autoridades educativas y por la sociedad misma, ya que no sólo indicaría la profundidad de la crisis, sino que, de no actuar para revertirlo, contribuiría a debilitar expectativas futuras del país.

Entre los motivos que hacen que la matrícula descienda se mencionó la decisión de muchas familias de no inscribir por motivos económicos a los niños en el nivel inicial. O, como alternativa, la de enviarlos a jardines clandestinos –los llamados jardines “blue”, que surgieron en tiempos de la pandemia por el cierre de los oficiales y que siguen funcionando sin habilitación y control alguno- con el objetivo de reducir los gastos en el hogar. “Es imposible calcular cuántos jardines blues hay, porque puede haber uno en cada garaje”, dijo en declaraciones periodísticas una educadora.

En sus partes sustanciales, el trabajo elaborado por la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) y la Junta Nacional de Enseñanza Privada (Junep), indicó que en el inicio del ciclo lectivo 2023 la matriculación en el nivel inicial se redujo entre un 15 y un 20 por ciento en comparación con el año anterior.

Cabe consignar que en el caso de los jardines de infantes se habla de un nivel de educación que es obligatorio para los dos últimos años, es decir las salas de 4 y 5 años de edad, tal como lo determina la ley nacional 26.206 de Educación, Ciencia y Cultura. No hay margen legal, entonces, como para no enfocar oficialmente este fenómeno.

Tal como se dijo ayer en este diario, una fuente vinculada a los jardines maternales autorizados en la Ciudad planteó que antes de la pandemia había 12 establecimientos reconocidos, mientras que ahora sólo quedaron seis. En tanto, una docente de un jardín de infantes privado del centro detalló que, de las seis salas que tenían el año pasado entre las salas de 3, 4 y 5 años, en este 2023 tienen tres salas, exactamente la mitad.

La situación de los jardines de infantes y maternales fue reflejada en más de una oportunidad por este diario, expresando la preocupación del sector por la caída en la matrícula, como así también en el crecimiento de la mora en el pago de las cuotas, lo que dificulta el andamiaje de los establecimientos educativos.

Como se ha dicho, le corresponde al área educativa preocuparse por un tema que les incumbe analizar y revertir. Por lo pronto, debiera estar claro que, de haber fuentes genuinas de trabajo para los padres, no dejarían de enviar a sus hijos a los jardines de infantes, que son ámbitos de formación y también de contención ideales para los más pequeños.

El valor del jardín de infantes está fuera de toda duda. Si bien la vida del niño debe desarrollarse bajo la atenta supervisión de sus padres, con quienes debe aprender, inventar, jugar y crear, es verdad que también debe abrirse al mundo y para eso están los primeros escalones educativos, que son el comienzo de su vida escolar y de socializar con otros niños.

En este sentido ha dicho Unicef que “el jardín cumple una función muy importante en el desarrollo del niño, ya que completa la acción educadora de la familia. En el jardín, los chicos aprenden a compartir con otros, a conocer sus posibilidades y limitaciones, enriquecen su lenguaje, incorporan hábitos, etc. Y todo eso es sumamente beneficioso para su vida y su futuro desempeño en la escuela”.

 

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