No sólo el barrio San Carlos sino la periferia platense necesitan tener más plazas

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Opinión Editorial

La situación planteada en el barrio de San Carlos de nuestra ciudad, en la que un grupo de vecinos se resiste a la decisión oficial de que en una plaza de esa zona se instale una antena de telefonía móvil –donde ya existe un comienzo de obra- debería ser analizada en el contexto de que la periferia de la Ciudad necesita contar en forma imperiosa con más espacios verdes destinados al esparcimiento.

Se ha dicho demasiadas veces que el diagrama con el que se proyectó el casco histórico platense previó la existencia de una plaza cada seis cuadras, sea en la dirección que sea, en un diagrama que también dispuso la existencia de amplias ramblas en varias calles troncales, del paseo del Bosque y del gran cordón vegetal que circunda hoy a la ciudad por las avenidas 32, 31 y 72.

Sin embargo, por razones nunca explicadas pero subordinadas todas a una indisculpable omisión de sucesivas administraciones –y a pésimos criterios urbanísticos- se permitió un crecimiento inorgánico en la periferia que, casi literalmente, se vio despojada de espacios verdes.

Cada una de las plazas existentes en el Gran La Plata surgió luego de muchos reclamos formulados por distintos vecindarios y, en algunas zonas, no se logró avanzar hasta ahora en ese rumbo que, es preciso decirlo, es respetado como premisa medioambiental en muchas ciudades del mundo.

Los vecinos de San Carlos no sólo protestaron por el hecho de que se intente colocar una antena en la plaza, sino por los datos erróneos que, según aseguran, recibieron de quienes comenzaron a colocar los cimientos de un enorme armazón: “nos dijeron primero que iban a colocar una luminaria con una cámara de seguridad”, pero que luego dudaron, fueron a la Delegación y a la Comuna y allí “nos dijeron que no tenían novedades de esa obra”.

Luego de otras averiguaciones, decidieron movilizarse y juntar firmas: “Es una locura que quieran poner una antena gigante en la plaza de nuestro barrio. Aquí los niños juegan a la pelota, la gente respira, es un lugar sano, puro, es un espacio público”, dijeron.

Más allá de que tampoco el espacio de una plaza debiera quedar neutralizado por una cancha de fútbol –puesto que la finalidad esencial de estos lugares es la de que sirva como esparcimiento para personas de toda edad- resulta ciertamente inexplicable que, con el modelo ejemplar que dejó la fundación, basada en planificaciones de vanguardia que el mundo admiró y, además, muy fáciles de proyectar hacia el presente y el futuro, La Plata haya perdido el norte acerca de lo que correspondía y corresponde hacer para alcanzar un armonioso crecimiento.

La suficiente disponibilidad de plazas, paseos y espacios verdes en las localidades y barrios de todo el distrito sería inmediatamente aprovechada por los vecinos, que hoy ven en el aire libre y en contar con lugares reservados para disfrutar de esa alternativa, una fórmula concreta y accesible para mejorar su calidad de vida.

 

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