La prevalencia de asma se incrementa con la contaminación ambiental

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La contaminación ambiental y el cambio climático favorecen la modificación de factores genéticos que producen que cada vez más gente tenga asma, una de las enfermedades crónicas respiratorias más prevalentes del mundo, advierten especialistas en vísperas de la semana del asma.

Entre hoy el próximo viernes se conmemora la Semana Mundial del Asma, enfermedad que, según estima la Organización Mundial de la Salud (OMS), 235 millones de personas la padecen afectando a un 9% de niños, 11% de adolescentes y 6,6% de adultos en todo el mundo.

“El asma es una inflamación de los bronquios o de las vías aéreas. Cuando esas vías aéreas están inflamadas hay ciertos estímulos externos, como la contaminación ambiental, polen, ejercicio físico intenso, olores o perfumes fuertes que hacen que el bronquio inflamado se cierre y se contraiga, provocando que el paciente tenga falta de aire”, explica la neumonólogo Ana Stok.

Esta enfermedad es una de las más prevalentes del mundo porque en los últimos años las poblaciones están “cada vez más expuestos a aeroalergenos y a ciertas condiciones ambientales” que hacen que “se produzcan en nuestros antecesores, por ejemplo nuestros bisabuelos, cambios epigenéticos, es decir, que empiezan a expresar ciertos genes que se transmiten de generación en generación”, según la especialista.

“Como no se modifican estos factores ambientales, como el cambio climático o la contaminación ambiental, favorece a que se gatillen expresiones genéticas que favorecen que cada vez más personas tengan asma”, advierte.

Uno de los síntomas principales en el asma es la falta de aire, que a veces se manifiesta no sólo como dificultad para respirar sino como una tos crónica, además incluye la sensación de pecho cerrado u oprimido, o silbidos en el pecho.

En las personas con asma los bronquios se inflaman aumentando el grosor de sus paredes que se estrechan y aumentan la producción de moco, lo que constituye una respuesta exagerada a ciertas sustancias o situaciones llamadas “factores desencadenantes”, según el Ministerio de Salud.

Algunos de los factores desencadenantes pueden ser infecciones respiratorias virales; el humo del tabaco; exposición a ambientes irritantes; cambios climáticos; ejercicio y estrés emocional; o alérgenos como el polvo, polen, pelos de animales y ciertos alimentos; algunos medicamentos; factores hormonales; y reflujo gastroesofágico.

“Las personas que tienen antecedentes de alergias, como quienes fuman, sufren obesidad o están expuestas a irritantes ambientales inhalatorios, son más propensas a desarrollar la enfermedad. De estas, las alérgicas son las más frecuentes, por eso se insiste en el control adecuado de las alergias”, señal el médico Maximiliano Gómez, presidente de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC)

Como explica el profesional, las infecciones respiratorias por virus pueden condicionar el desarrollo de asma o pueden provocar crisis en quienes ya lo padecen .

Ambos especialistas coinciden en señalar que uno de los principales problemas que tiene esta enfermedad respiratoria es su subdiagnóstico.

“En Argentina el 10% de la población tiene asma y el 50% es probable que no lo sepa. De ese 50%, el 20% están mal medicados o no usan su medicación a pesar que siguen haciendo crisis o tienen medicación insuficiente”, afirma Stok.

Se estima que al menos cuatro millones de personas en Argentina sufren de asma, según datos de la Primera Encuesta de Prevalencia de Asma realizada por la Asociación Argentina de Medicina Ambulatoria.

 

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