Planificación urbana y concientización social para mejorar la calidad de vida
Edición Impresa | 7 de Mayo de 2023 | 04:00

Nilda Vechiatti*
Hace varios años, una serie de mediciones realizadas por el Laboratorio de Acústica y Luminotecnia de la CIC y el municipio dejaron establecido que había ejes urbanos más ruidosos que otros, y eran aquellos en los que confluía mayor cantidad de vehículos pesados: las avenidas de Circunvalación, los accesos a la Ciudad como 7, 13 y diagonal 80, los centros comerciales y las avenidas del ejido fundacional con transporte público de pasajeros. Por ejemplo, el cruce de 13 y 32. Que así sea es una cuestión lógica, porque hubo un reordenamiento de los recorridos por parte de la Comuna que hizo que las líneas de colectivos evitaran las calles de menor envergadura.
Para controlar la contaminación acústica, los distritos deben planificar el uso de suelo, tener claro dónde se podrán desarrollar las actividades nocturnas, y zonificarse de manera compatible con la escala de cada ciudad y el perfil de las actividades que predominan.
Prioritariamente, se deberían evitar fuentes de ruido cercanas a centros de salud y escuelas. En el caso de los hospitales, los pacientes no deben ser perturbados. Y en el educativo, el ruido perjudica el desempeño laboral de los docentes, obligados a elevar la voz, y el aprendizaje de los alumnos, que están adquiriendo conocimientos y habilidades del lenguaje y se benefician con un discurso sin interferencias. Los directivos de los colegios deberían tratar de evitar que llegara a las aulas el sonido externo de los SUM, gimnasios o recreos. Si bien no podemos inferir que La Plata sea más ruidosa que otras ciudades semejantes, siempre hay que buscar mejorar, y no generar ruidos que puedan ser evitados. En especial, las movidas de diversión nocturnas, porque en zonas residenciales terminan afectando el cuerpo y la mente de los vecinos.
Para catalogarse como ruido y contaminante, un sonido debe no ser deseado y desatar una reacción física adversa. Exponerse a sonido excesivo y vibraciones no queridas genera un malestar que puede prolongarse en nerviosismo, ansiedad, insomnio, aumento de presión arterial, agresividad y actitudes negativas. No es usual la pérdida auditiva, pero no puede excluirse. Incluso si proviene de un lugar habilitado, el ruido debe estar bajo control. Hacen falta una legislación actualizada, concientización social y autoridades preparadas para abordar el tema de manera solvente.
* Ing. en Telecomunicaciones. Presidente de la Asoc. de Acústicos Argentinos y la Fed. Iberoamericana de Acústica.
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