Sin sólidas bases educativas no habrá mejorías en el caótico tránsito platense

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La imposición de cuantiosas multas para quienes cometen distintas infracciones en el tránsito no parece haber mitigado la inseguridad vial en La Plata, que sigue presentándose a través de episodios que dejan víctimas fatales o personas heridas de gravedad que quedan con discapacidades adquiridas, en una situación que por momentos pareciera verse agravada en especial por la creciente aparición de motocicletas y bicicletas en las calles y, desde luego, también por imperio del crecimiento del parque automotor.

De allí que resulten importantes las expresiones formuladas por directivos de Corazón Azules, la entidad que profundiza sugerencias y acciones en el tema y que fijó posiciones en lasd últimas horas: “La Plata continúa en deuda con la materia. Lamentablemente, seguimos siendo una de las ciudades del país con mayor inseguridad vial. Las calles de la capital bonaerense son peligrosas para circular”, definió el titular de la institución.

Añadió que año tras año se viene reclamando que la seguridad vial “sea una política pública, activa” y, en esa inteligencia, que se impulse la educación vial como herramienta principal para lograr el cambio cultural que se necesita para tener calles más seguras, además de que el Estado “potencie los controles en toda el distrito, no sólo en el casco urbano”.

En este sentido, con acertado criterio las crónicas de este diario, que aluden a la creciente inseguridad en el tránsito de La Plata, vienen hablando desde hace ya dos años de “incidentes” viales en lugar de emplear el tradicional término de “accidentes”, a partir de que el significado de esta última palabra es el de un “suceso imprevisto que altera la marcha normal o prevista de las cosas, especialmente el que causa daños a una persona o cosa”.

Y lo que puede ocurrir es que la creciente y altísima tasa de siniestralidad que se registra en La Plata no tiene nada de accidental ni de improviso.

No sólo hacen falta más controles y más sanciones sobre aspectos críticos como lo son los excesos de velocidad, los cruces con luz roja o el alto consumo de alcohol por parte de muchos automovilistas. Además resulta prioritario intensificar las campañas de concientización y establecer sólidas bases educativas, desde edades tempranas, en la población.

La mayor parte de la vida de los habitantes transcurre en la via pública, sin que se les haya inculcado sólidos principìos en ningún estamento educativo sobre cómo debe ser el comportamiento de un conductor o de un peatón.

Lo cierto es que se ha llegado a extremos de anarquía y de riesgo en las calles y caminos locales y que, en ese contexto, las pocas campañas educativas que se han concretado fueron esporádicas y demostraron no sensibilizar a muchos de los automovilistas

En materia de leyes de tránsito, las hay en nuestro país y fueron elaboradas por especialistas y reguladas con celo por los cuerpos legislativos. Como se ha dicho, sólo es necesario que faltas como el exceso de velocidad, los cruces con luz roja, el no respeto a los peatones que se desplazan por las sendas peatonales, los giros indebidos y las distintas transgresiones sean debidamente detectados y luego sancionados sin excepción por el poder público.

 

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