Nikola Jokic: el “Joker” campeón de la NBA

La franquicia de Colorado “barrió” la serie final frente a Miami Heat (4-1). El pivote, que cuenta con una historia especial con respecto al básquet, fue elegido como MVP

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A principio de 2014, la NBA celebró la ceremonia del draft en el Barclays Center en Brooklyn. En Serbia era de madrugada. Avanzada la segunda ronda, la cadena ESPN decidió que era mejor poner al aire un anuncio de un “burrito” (una comida típica mexicana) con extra de queso, que conocer qué jugador era elegido en el número 41.

Ahí apareció el nombre de Nikola Jokic. “Cuando me draftearon estaba durmiendo. Mi hermano me llamó con champagne y le dije: ‘Pero déjame, no ves que estoy durmiendo’. Así que me quedé en la cama”, contaría en su momento el pivote serbio.

Nueve años, Jokic llevó a los Denver Nuggets conquistar el primer anillo como campeones de la NBA. Y no lo hizo de cualquier manera. Fue elegido MVP (mejor jugador) de las Finales con números increíbles: 30,1 puntos, 13,4 rebotes y 9,7 asistencias por partido.

Nadie en los playoffs de una temporada había sido capaz de sumar tantos triples dobles como Jokic: 11 en 20 partidos. Y nadie tampoco fue capaz de liderar las cifras totales de puntos, rebotes y asistencias en los playoffs.

Jokic ya había sido elegido en dos ocasiones MVP de la primera fase, pero en esta temporada el serbio fue más allá. “Soy paciente en realidad, porque no puedo ser rápido. Es la única opción que tengo”, asegura sobre sí mismo “El Joker”, como se lo apoda al serbio.

Es uno de los jugadores más singulares del mundo y uno de los más especiales de todos los que han jugado en la posición de pivote en la NBA. Con una estatura 2,13 metros y 113 kilos de peso, casi no salta y tampoco corre mucho, pero es que no le hace falta para ser decisivo en una liga estadounidense de básquet hiperdinámica.

No posee una línea propia de zapatillas, viste normal, no se le conocen amistades famosas, no tiene glamour, juega en una ciudad de Colorado, es decir, en un mercado pequeño.

Nikola abandonó su ciudad de natal, Sombor (nació el 19 de febrero de 1995), situada en el norte de Serbia muy próxima a las fronteras con Croacia y Hungría, en 2012. Llegó a Belgrado y en un club modesto, el Mega Vizura, comenzó a sobresalir, dentro y fuera de la pista. Cuenta la leyenda que después de cada entrenamiento se tomaba casi de un trago una botella de dos litros de la típica gaseosa cola. El básquet no le entusiasmaba y el gimnasio menos todavía. “Era uno de los más altos entre mis compañeros de clase, pero también era el más gordo. No me gustaba el ejercicio físico y en la escuela secundaria no podía hacer ni una flexión”, aseguraba el Jokic.

El manager general de los Nuggets, Tim Connelly, llegó a decir en su momento que “no tenía un físico para jugar al básquet”.

A ese Nikola adolescente lo que le gustaba era el vóley, el waterpolo y los caballos. Llegó a competir en sulky, una especie de carreras de caballos con un carro. Pero su peso y su estatura le apartaron pronto de la disciplina.

“Cuando mi padre me obligaba a entrenar a básquet o me ponía a llorar. Jugaba de pivote, pero lo que me gustaba era ser base, aunque sin moverme mucho”, confesaba.

En la Liga Adriática comenzó destacarse. En 2014 llega la noche del draft y su puesto número 41. Un año más tarde es nombrado MVP de la mencionada. Deja la gaseosa y cambia parte de su dieta.

Su representante es otro serbio Misko Raznatovic. Uno de los primeros clubes grandes que se fijó en Jokic fue Barcelona de España. Se fue a la NBA. Llegó a Denver, bajó 20 kilogramos el año de la pandemia y ahora se convirtió en el principal protagonista para que los Denver Nuggets hayan conquistado su primer anillo de la NBA al barrer en la serie a Miami Heat (4-1).

 

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