Ocurrencias: el país quiere salir a flote

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Alejandro Castañeda

afcastab@gmail.com

El destino siempre aporta alguna alegoría para ayudarnos a entender la realidad. En pleno cierre de listas, cuando algunos precandidatos empezaban naufragar y a quedarse sin aire, el submarino de OceanGate pugnaba como Scioli para seguir flotando. Fue un cierre de boletas bien animado y con sorpresas, réplica exacta de un país que ya no tiene ilusiones sino apenas un poquito de esperanzas. A la manera de las grandes producciones de Hollywood, las listas fueron cambiando de elenco y directores a medida que la historia avanzaba. Cristina, en retirada, puede repetir aquella escena del rodaje de “Casablanca”, cuando Ingrid Bergman le preguntó al director Michael Curtiz a quién tenía que amar, a Lazlo o a Ricky, y la respuesta de Curtiz parece haber venido desde el Instituto Patria: “Cuando lo adivinemos, te lo diremos”.

El cierre de campaña tuvo los acuerdos y desacuerdos de última hora que los preliminares habían anticipado. Lo de “Wado” de Pedro fue un globo de ensayo que se desinfló antes de levantar vuelo. La pelea de fondo entre Larreta y Bullrich, una pareja a esta altura irreconciliable, muestra que lo de Juntos fue un apodo fallido y que tienen por delante un eliminatoria decisiva y una final peliaguda.

La democracia aún sigue en deuda. Como dijo el español Javier Cercas: la democracia se basa en que todos los poderes piensan mal de todos, y todos tienen razón. Estos cuarenta años dejan atrás muchos avatares. Veníamos de la oscuridad extrema, pero la luz prometida se prende y se apaga. Gobiernos interrumpidos, entregas antes de tiempo, golpes militares y de los otros, un ciclo que probó cinco presidentes en un día y ninguno le caía bien, un pueblo que se la pasa mendigando y que aprendió, después de tantas milongas, a darle letra quejumbrosa a un futuro tanguero donde, como dijo Cátulo, la gente anda con la “frente triste de pensar la vida”.

Sin embargo, ante las otras lamentables alternativas que conocimos, sigue siendo la única salida, porque lo otro fue el Titanic. El cierre de listas repitió el surrealismo de los preparativos. Massa, en el alargue, se quedó con todo. De un solo golpe, hizo a un lado a Cristina y a Scioli, que claudicaron ante el superministro de Tigre que, aun con inflación de tres dígitos, tiene más futuro que los candidatos surgidos de esa sucursal de la Rosada que tiene más instituto que patria.

Massa, en el alargue, se quedó con todo: de un solo golpe, hizo a un lado a Cristina y a Scioli

Argentina ha chocado seguido con hielos demoledores. Y sustos

Tampoco los muchachos de enfrente han sido un ejemplo de moderación, calma y civismo. Lo de Bullrich y Larreta será el combate de fondo de estas PASO. Y han ido deshojando margaritas y nombres a la sombra de otro súper árbitro que, desde su mentiroso retiro, maneja el VAR y le echa más leña al fuego interno. El país siempre está en campaña. Y nunca el político lo es tanto como en la cercanía del voto, fuente de su poder. Cuando el submarino Titán implosionó, su estallido fatal pareció reflejar a un país que ve a la democracia como a ese Titanic enterrado al que los políticos se acercan para mirarlo un rato y alejarse, un sistema hundido al que cada dos años todos prometen reanimar, pero que sigue allí, incompleto y recordado, como la imagen motivadora de un pueblo que espera la democracia para dejar de estar sumergido.

También Argentina ha chocado seguido con hielos demoledores. Y sustos. El país, como ese gigante que ancló para siempre, espera que algún Titán venga a rescatarlo. Hoy la gente asiste desde las orillas a la pelea interminable de estos buzos en campaña que siempre se mantienen a flote. No estamos en un Titanic, pero tenemos una vecindad acobardada y muy fogueada en naufragios. La sensación es que desde hace mucho estamos navegando cerca de un iceberg y que fuimos avanzando entre agonías. Sin duda hay algo del maleficio titánico en la repetida historia de esta comarca, que tiene más intrépidos que habitantes y que regala miedo mientras los que aspiran ser sus timoneles ensobran ideología, poder y remanentes.

Pero no son los únicos culpables. La gente elige un consuelo engañoso: “Ya podemos dormir tranquilos, estamos así por culpa de ellos”. Como si nosotros no los hubiéramos votado, halagado y facilitado. Hoy empieza otro ciclo. Un nuevo submarino se lanza al mar de la incertidumbre con poco oxígeno. Un océano de interrogantes nos espera. Ojo con la advertencia de la uruguaya Cristina Peri Rossi: “El mar es la tierra del navegante y todo fuera del mar es naufragio”.

 

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