No hubo milagro, el castigo fue previsible y ahora espera que no lo afecte en la Copa

El partido “molestaba” en la agenda copera. Después de la inapelable caída, necesita fortaleza anímica para llegar al martes luciendo diferente

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Por MARTIN MENDINUETA

@firmamendinueta

Muchas veces el mejor deporte es lógico. Se sabía que la probabilidad que otorga el fútbol de generar un milagro resultadista era mínima. Y ocurrió lo que todos pensaban que iba a pasar.

Más allá de algunos baches generados por las ovaciones ante cada cambio, y un clima que se fue distendiendo con el paso de los minutos, River, legítimo y admirado campeón nacional, disfrutó la velada que tanto deseaban sus hinchas.

A un costado de los méritos del poderoso anfitrión, el momento que vive Estudiantes le demanda ahora fortaleza anímica y suma inteligencia para preparar de la mejor manera el partido del próximo martes ante Barcelona de Ecuador.

Mientras a nivel nacional se repasan los indiscutidos méritos de quien se adueñó del trofeo (conquistó el título número 70 de su riquísima historia), la comunidad Pincha sólo piensa en no fallar en su cita internacional.

Teniendo claro que el partido de ayer fue asumido como un mero compromiso del fixture, y que no hubo convicción para salir a pelear con la furia que requería la dificultad del compromiso, Estudiantes ya está completamente enfocado en su próxima prueba.

 

Por más que haya sido el 1-3, Méndez lo gritó con orgullo y furia. Cortó con la mufa. Fue su alivio

 

Cuando nadie sabe si Mauro Boselli jugará solo arriba o lo acompañará Guido Carrillo; si José Sosa estará o no entre los once titulares (ayer ingresó y fue muy difícil calificarlo); y si apostará o no a la línea de cinco/tres defensores, sólo está claro que su gente le demandará una actuación que supere con holgura lo que ha venido mostrando en las últimas semanas.

En una etapa donde se han minimizado los brillos y la confianza ha sufrido golpes concretos, el mando tan firme como eficaz de su director técnico será un elemento esencial.

EL CALVARIO EMPEZÓ TEMPRANO Y NUNCA DEJÓ DE SER UN MONÓLOGO

Como si la emoción y el griterío de su gente lo hubiera empujado con bravura, River salió a jugar absolutamente hambriento.

Demostrando una vez más que si los mediocampistas son buenos y con perfil ofensivo no es necesario poner tantos delanteros (el único punta definido fue Lucas Beltrán) , la criatura dirigida por Martín Demichelis le hizo saber a un rival con silueta de partenaire que no sólo iba por todo; sino que además lo quería conseguir muy rápido.

La concepción del primer gol, con Leandro González Pirez apareciendo, con lucidez, como un enganche, y habilitando al artillero especializado, fue una pintura fidedigna de la confianza que sobrara en uno y que faltaba en el otro.

Estudiantes jugó con sano criterio sólo entre el primer y el segundo gol. En ese cuarto de hora, liderado por el carácter natural del Rusito Ascacibar, se instaló muy cerca del área de River y hasta generó algunos mínimos sobresaltos en el vecindario de Armani.

Cuando De la Cruz anotó el segundo terminó el partido y empezó la fiesta de quien, desde hace varias semanas, venía sintiéndose campeón. Y lo que siente es genuino. Ningún integrante de la Liga Profesional Argentina está cerca del elevado nivel que tiene el flamante Rey.

Haberse ido al descanso perdiendo tres a cero fue lapidario para el huésped. Domínguez, callado, impotente y vacío de reflejos milagrosos, tomó drásticas decisiones. Salió a jugar el segundo tiempo sin Rollheiser (única usina generadora de juego) y sin Carrillo. Los cambió por el charrúa Méndez y un pibe de veinte años, Martiniano Moreno, que los propios hinchas albirrojos todavía no conocían.

 

Sappa no liga una buena. Reemplazó a Andújar justo en la más brava. ¿Qué será de su futuro?

 

EL URUGUAYO TAN DISCUTIDO FUE EL ÚNICO QUE SONRIÓ EN NÚÑEZ

Siempre hay oportunidades, aun en el contexto más adverso. Así lo entendió Mauro Méndez y salió a jugar el complemento con la energía que nadie puede negarle.

Mientras la gente sacaba fotos con el celular y el partido parecía un castigo para Estudiantes, él se las ingenió para dejar su sello. Esta vez definió bárbaro ante una cesión magnífica de Leonardo Godoy y gritó su gol como debe hacerse. Con alma y vida. Quedó claro que soltó toda la bronca que venía acumulando. Cortó la mufa, sonrió y, no es poco, quedó bien perfilado para el partido que le dará al estadio UNO una fisonomía muy particular.

Hace rato que Estudiantes no festeja un triunfo. Ya son siete partidos. Y eso pesa. Siente la obligación de meterse en octavos de final de la Copa. El balance del primer semestre depende bastante del partido que viene.

 

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