La Ciudad necesita tener un censo forestal para una mejor defensa del arbolado

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Hace ya muchos años -demasiados, para el patrimonio que se encuentra en juego- que la ciudad de La Plata necesita redefinir una política apropiada para la preservación e incremento de su arbolado público, ya que la mala aplicación o ausencia de ella en algunas ocasiones se refleja en un tratamiento inarmónico, caprichoso y muchas veces sujeto al arbitrio de los frentistas y no al mandato de las ordenanzas vigentes.

Se presentan en forma continua casos demostrativos de esa ausencia de definiciones. No pocos vecinos se consideran autorizados a hacer lo que ellos quieren con los árboles que crecen en los frentes de sus casas, sin saber que pertenecen al dominio público y que la Municipalidad tiene incumbencia sobre ese tema.

En las últimas horas vecinos de Los Hornos se quejaron por la extracción de dos robustos tilos que crecían sobre la vereda de la avenida 66. “Eran dos árboles que estaban en perfecto estado. No había motivo alguno para sacarlos de ahí. No sabemos por qué se hizo esto y nadie da ninguna explicación”, deslizaron desde el barrio.

Entre otras consideraciones, se ha advertido ya varias veces que La Plata necesita contar, por lo pronto, con un censo forestal actualizado.

Además de ello es preciso darle vigencia a una planificación arbórea ajustada a las características urbanísticas de cada barrio, poniéndose además un continuado empeño en la preservación y renovación del arbolado público.

En cuanto al censo forestal, en ediciones anteriores se reflejó en este diario el pedido formulado por el Foro para la Defensa del Árbol, en el sentido de contar, de una vez por todas, con referencias objetivas que permitan una administración certera de la riqueza forestal, amenazada por podas inconsultas y otras deficiencias.

Los ambientalistas volvieron a destacar el rol trascendental que cumplen los árboles, por su condición de purificadores del aire y la sombra que ofrecen, además de resultar esenciales para otros seres vivos como las aves e insectos polinizadores, entre otras ventajas.

Lamentablemente, se ha impuesto en algunos sectores la falsa idea de que la ejecución de alguna obra de vivienda o barrio cerrado, así como la instalación de algún local comercial, autoriza a los responsables a extraer árboles que se encuentran plantados en las veredas y que, por consiguiente, forman parte del arbolado público.

Además de preservar debidamente al actual arbolado y de incrementar el número de ejemplares, no debiera otorgársele a los particulares, bajo ningún concepto, la discrecionalidad de talar ejemplares, debiéndose además acentuar campañas de concientización sobre el valor que tiene cada árbol. Junto con ello, corresponde que la Ciudad sepa con cuántos árboles cuenta, cuántos harían falta plantar y a partir de allí diseñar políticas ambientalistas y ecologistas actualizadas.

 

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