Cumplir con los días de clases en el último cuatrimestre del año
Edición Impresa | 31 de Julio de 2023 | 04:03

El reinicio de las clases en el territorio bonaerense luego del receso invernal que concluyó ayer compromete al sistema educativo provincial a extremar esfuerzos destinados a garantizar, en forma prioritaria, que los alumnos más pequeños de la primaria y los adolescentes del secundario, por lo pronto, no pierdan más días de clases y que, por el contrario, el último cuatrimestre de 2023 sirva para profundizar sus conocimientos.
Se ha vivido en los últimos años una sucesión de calendarios escolares interrumpidos por múltiples causas. La primera de ellas, la que todavía resulta gravitante, provino de los efectos de la pandemia y de la prolongada cuarentena que se tradujo en el cierre de las escuelas por algo más de un año. No hace falta extenderse sobre los perjuicios causados a millones de alumnos por semejante contingencia.
Se sumaron también en los últimos ciclos lectivos numerosos paros de docentes y no docentes, las escuelas que debieron cerrar muchos días por deficiencias edilicias, la creciente cantidad de feriados que se promulgan, llegándose –entre otros motivos- a la realidad de semanas de actividad que fueron muy cortas para los estudiantes.
Esas sostenidas y mal entendidas se tradujeron en las conocidas deficiencias que exhiben no pocos de los alumnos que, a lo largo de los años del primario, apenas si aprendieron a leer y escribir, con fallas gravísimas en materias como matemática, historia, ciencias naturales y otras, mientras que quienes arriban al final del cliclo secundario lo hacen con claras muestras de incompetencia frente a las exigencias universitarias que los esperan.
Se conocen pruebas tan indiscutibles como objetivas, año tras año, demostrativas de los profundos niveles para abajo en que cayó la educación pública en nuestro país, relegada a los últimos lugares en todas los rankings internacionales. Algo impensado para un país como la Argentina, que en materia educativa fue ejemplar durante muchas décadas.
En cuanto al calendario escolar, como se sabe, existe un número de 180 días de clases efectivos por año, dispuesto oportunamente por el Consejo Federal de Educación. Se trata de un tope mínimo que nunca alcanza a cumplirse.
Una conclusión errónea sería la de creer que los días de clases perdidos para los estudiantes se podrían recuperar, aplicándose alguna casi milagrosa fórmula pedagógica. Esa alternativa no existe y lo que correspondería, por lo pronto, es que se aproveche cada día, cada hora y cada minuto hábiles para inculcarles a los escolares un aprendizaje y una formación consistentes.
Le quedan al sistema educativo cuatro meses para inculcar conocimientos y principios a los estudiantes. Es de esperar que el calendario programado se cumpla a rajatabla, porque es lo que corresponde y eso es, continuidad, lo que millones de alumnos necesitan, tanto como nuestro país que necesita contar con una juventud preparada para la vida y para los cada vez más difíciles desafíos ue presenta el conocimiento.
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