Arancel a extranjeros: propuesta y debate abierto en la UNLP

Expertos ponen la lupa en Medicina, donde la mitad de los que se anotó este año proviene de otro país. Algunos proponen cobrarles un extra, tomarles examen de admisión y obligarlos a ejercer en la Argentina al recibirse

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Andrés Godoy

Eran varios los extranjeros que lo repetían allá por marzo, cuando el curso de ingreso y el aluvión de aspirantes volvió a poner la lupa sobre Medicina. Que llegan a la Argentina, y en especial a La Plata, atraídos por la gratuidad de la enseñanza (algo impensado en sus países de origen) y las facilidades académicas de una facultad que no les toma examen de admisión. Que eligen nuestro país solo para estudiar, como un lugar de paso durante el tiempo que les insume la carrera y después, al finalizar, regresan a ejercer a su patria porque les garantiza la estabilidad y los recursos económicos que aquí no encuentran. Decían, en otras palabras, que aprovechan la educación sin costo de la facultad platense para formarse y, una vez recibidos, volver a aplicar los frutos de esa formación en la tierra que los vio nacer.

Mucho se ha dicho desde estas páginas sobre el crecimiento exponencial de ingresantes que ha experimentado la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) desde fines de 2015, cuando se aplicó el ingreso irrestricto sin examen de ningún tipo. Algo que actuó como un imán para que este año las abarrotadas aulas de 60 y 120 se repartan en mitades (casi) iguales entre argentinos y extranjeros, a los que algunos expertos proponen cobrarles un arancel durante su cursada en el país. Una cuota que, copiando el sistema uruguayo, por ejemplo se podría destinar a los estudiantes de bajos recursos que, aunque quisieran y por distintas dificultades, no pueden cursar una carrera como Medicina.

Hoy, uno de cada dos ingresantes para obtener el diploma de médico, proviene de otro país. De los 4.471 que se inscribieron a esa carrera en este ciclo académico, 2.168 (el 48 por ciento) no cuentan con documento argentino y la mitad de ellos (1.167) proviene de Ecuador.

Con 421 (17,5 por ciento de migrantes) anotados siguen los brasileños, que hasta 2021 eran mayoría entre quienes llegaban de otros países a estudiar a 60 y 120 y que hoy, como se indicó, son desplazados por los ecuatorianos.

Entre los aspirantes a Medicina hay además 350 colombianos (14,5 por ciento) y 226 peruanos (9 por ciento), según consta en los registros del Rectorado a los que accedió EL DIA.

Aluvión y reclamos

Ahora bien, sin distinción de nacionalidades, los miles de estudiantes que ingresaron en los últimos tres años a Medicina generaron dificultades que fueron motivo de renuncias de profesores y de las críticas de la agrupación mayoritaria de graduados. Los estudiantes puntualizaron en distintas declaraciones que faltan aulas y no se designa la cantidad de profesores requeridos para tamaña cifra de alumnos. Solo del año pasado a este, Medicina sumó un 33% más de ingresantes, a diferencia de lo que ocurrió en la UBA, donde para el examen del Ciclo Básico Común (CBC) se anotó casi un 17% menos que en 2022.

Por otro lado, hay quienes están decididos a plantear un nuevo debate. Una dicotomía que podría partir de la pregunta: ¿Enseñar gratis a extranjeros que una vez que terminan sus estudios en el país regresan a ejercer a sus lugares de origen o becar a jóvenes argentinos que querrían estudiar Medicina pero (aún en el sistema público) no pueden acceder por falta de recursos?

En ese sentido, los datos que se desprenden de la última Encuesta Pemanente de Hogares del Indec son preocupantes: solo uno de cada diez jóvenes de los sectores más pobres llega a la Universidad en la Argentina. En el otro extremo, casi la mitad de los argentinos con mayores ingresos, de entre 19 y 25 años, estudia una carrera universitaria.

La enorme brecha guarda además un vínculo estrecho con las tasas de egreso en el nivel secundario: un alto porcentaje de los chicos más pobres no logra siquiera finalizar la escuela y los que lo hacen la terminan sin poder comprender un texto simple o sin saber resolver las cuatro operaciones matemáticas. Mientras facultades como la de Medicina se pueblan de extranjeros, las dificultades de acceso a los estudios superiores para los jóvenes argentinos más vulnerables persisten en un sistema gratuito y con ingreso irrestricto, una fórmula inédita en el mundo. Pero esa pretendida progresividad no alcanza para incluir a todos los que quizá quisieran estudiar una carrera de la salud y no pueden.

Examen y cuota

¿Es que acaso la Universidad pública ha dejado de ser ese motor de movilidad social para afianzarse como casa de estudios de la élite?

Marcelo Rabossi, que es profesor e investigador de la Universidad Torcuato Di Tella, propone “analizar las políticas que desde el Estado se han tomado para intentar resolver un modelo que resulta regresivo en sus resultados (los que más tienen reciben una mayor recompensa)” y sostiene que “si bien es cierto que la apertura de nuevas universidades nacionales en localidades de los cordones más vulnerables del Conurbano facilitó la llegada de estudiantes de primera generación universitaria, el sistema continúa siendo expulsivo para aquellos alumnos provenientes de los sectores de menores ingresos, a pesar del libre ingreso”.

Consultado para esta nota, Rabossi agrega que “uno de los problemas que atraviesa la educación superior en la Argentina es la falta de orden estratégico en cuanto a los profesionales que necesita para dinamizar su economía. Puntualmente en las ciencias de la salud no es que graduamos pocos médicos sino que por carencia de incentivos, están geográficamente mal distribuidos, lo que implica faltantes en algunas zonas y además se podría agravar el problema a futuro si muchos de ellos (como el caso de los que estudian en La Plata) emigran hacia el exterior”.

El profesor defiende que la universidad debe ser gratuita para todo aquel que desee estudiar, independiente de su nacionalidad. “Pero con un proceso previo de evaluación que ordene la demanda. Sí, y en el caso de las ciencias médicas, dado que es una carrera de interés público, debe haber un examen de ingreso para seleccionar por calidad, cupos en relación a los recursos humanos y materiales con los que cuenta la universidad y paso siguiente, una política de incentivos que retenga a los graduados para que ejerzan en el país, mayormente en zonas donde existe escasez de profesionales”.

Rabossi insiste en que es “correcto” que no se le cobre un arancel a los extranjeros, “pero siempre y cuando sea dentro de una política estratégica que busque retenerlos ya como profesionales”. Y en cuanto a becar a argentinos, “desde luego hay que hacerlo si son alumnos de buen potencial académico y el impedimento para continuar estudios en ciencias médicas es de orden monetario. En este sentido, debe primar el concepto de equidad vertical (más ayuda a quienes más necesitan)”.

Otras voces

Por su parte, Guillermina Tiramonti, investigadora del área de Educación de Flacso, aclara que la presencia de muchos extranjeros solo se da en La Plata y en Medicina. En ese sentido, asevera: “Creo que la Universidad gasta mal sus recursos. Podríamos empezar por mejorar este gasto que no tiene que ver con la nacionalidad de los alumnos, sino con la ineficiencia de sus gestores” y plantea: “Creo que a los extranjeros podemos cobrarles una prima, exigirles una cursada regular y obligarlos a trabajar en favor del país en los dos años posteriores a su titulación. Lo demás sería un acto inútil y destructivo de la tradicional generosidad argentina”.

El Dr. Andrés Echazarreta, representante de los graduados de Medicina en el Consejo Superior de la UNLP, considera que “el país necesita recurso humano formado en nuestras universidades para afrontar de la mejor manera los desafíos de un mundo cada vez más complejo y exigente”. Cree, en ese sentido, que debe haber equidad sumada a la igualdad para permitir con subsidios o becas que sectores menos favorecidos de la sociedad puedan estudiar: “Hay mucha tarea por hacer, a la luz del aumento del tiempo que los alumnos tardan en recibirse. Creo firmemente que la universidad pública debe seguir siendo gratuita. Eso demostró elevarnos como sociedad en el siglo XX”, subraya.

Luego, al analizar el fenómeno de los extranjeros en la facultad de 60 y 120, Echazarreta advierte que, “como en muchos otros países, debieran existir convenios de reciprocidad de tal forma que así como estudiantes extranjeros asisten a nuestras universidades los argentinos en igual medida puedan hacerlo en sus países de origen. Finalmente, en el caso de permitir la matriculación de estos estudiantes en nuestro país indefectiblemente debería existir un requisito para que al finalizar la carrera el graduado esté obligado a devolver su educación con trabajo en nuestro país durante un lapso no menor a 3 a 5 años en el área en la que se haya formado”.

El presidente de la UNLP, Martín López Armengol, admite que no tiene una posición tomada sobre si los extranjeros deberían quedarse a ejercer en el país una vez recibidos. “Esa exigencia no la tiene el sistema, pero muchos se quedan haciendo su beca doctoral en los centros y laboratorios de la Universidad”. Por otro lado, destaca que el Rectorado implementa “un sistema de becas desarrollado con el comedor, el albergue, la ayuda económica y dispositivos para que los chicos puedan ingresar, permanecer y egresar de la Universidad”. Y que eso, sumado a su “prestigio y reconocimiento”, además de la gratuidad y el ingreso irrestricto, hacen de la UNLP un atractivo ideal para convocar a estudiantes de todo el continente.

Hace años que por las crisis económicas el Estado argentino no invierte lo que debiera en la formación de profesionales universitarios y la investigación científica.

Eso obliga a quienes administran el dinero público a fijar prioridades que se correspondan con las necesidades del país y la exigencia de movilidad social a la que lamentablemente en el sistema educativo no se atiende como corresponde. Por lo tanto, sin prejuicios habría que discutir si conviene y es justo impartir enseñanza gratuita a extranjeros cuando ese mismo dinero podría utilizarse para becar a jóvenes argentinos que deben trabajar por las necesidades familiares y no pueden cursar carreras como Medicina o Ingeniería.

En 60 y 120, uno de cada dos ingresantes no es argentino. La mayoría es de Ecuador

Ciencias Médicas sumó este año un 33% de aspirantes. La UBA recibió un 17% menos

 

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