“Que se vayan todos”: un mensaje que dejan las urnas, entre la apatía y la bronca

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Andrés Godoy

Milei supo leer el desencanto de los jóvenes y de una sociedad herida con la política tradicional

De la apatía a la bronca y el desencanto. Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) que se celebraron ayer dejaron una silenciosa pero expresiva manifestación ciudadana que, a la luz de los hechos, podría leerse como un nuevo “Que se vayan todos”, que fue una de las proclamas de Milei en su campaña.

En sintonía con lo que venía sucediendo en las elecciones provinciales, la participación electoral cayó al 68,5 por ciento, contra el 76,4 por ciento registrado en las PASO presidenciales de 2019.

Sin embargo, no solo la abstención enciende luces de alarma para la política tradicional de cara a las generales de octubre. El fenómeno Milei, quien sin fiscales para cuidar el voto en varias de las mesas de La Plata y el país se erigió como el verdadero cisne negro de estos comicios preocupa por igual a Juntos por el Cambio (JxC) como al oficialismo de Unión por la Patria (UP).

El libertario se impuso a sus propios (y graves) errores electorales, muchos de ellos explotados por las alianzas mayoritarias y también por el periodismo.

En el “bunker” de Milei inistían en una cita de Perón: “En 1945, todos los medios masivos de comunicación estaban contra nosotros y ganamos las elecciones. En 1955, todos estaban a favor nuestro, porque eran nuestros la mayor parte, y nos echaron, y en 1972 estaban todos en contra de nosotros y les ganamos por el 60 por ciento. De manera que todo es relativo en esta vida”.

Milei demuestra que aquel viejo axioma peronista puede volver a repetirse.

Hay que decir también que la crisis, debilidad y falta de credibilidad de los partidos tradicionales no la generaron ni Milei con su mensaje anticasta ni los medios de comunicación, sino que (aunque públicamente no lo admitan) fue obra de las dos mayores coaliciones del país. Ellos, con su incapacidad para resolver la inflación, la inseguridad y la pobreza, entre tantos otros problemas acuciantes de la gente, parecen estar cavando su propia fosa.

Cierto es que la performance de Milei sorprendió a propios y a extraños. “Un huracán que nadie vio (o no quiso ver) venir”, ilustraban anoche en los campamentos de JxP y UP, donde abundaban las interpretaciones apocalípticas y hablaban más del fenómeno liberal que de sus propios candidatos.

Habría que contradecir aquí al filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Anoche hubo hechos, más que interpretaciones. Lo verdaderamente real es que una ciudadanía pacífica, votando o absteniéndose, hizo sonar su hartazgo contra una dirigencia tradicional a la que ya no le cree.

La participación, en la mira

De la apatía y la bronca bebió Milei en estas PASO. Ahora, rumbo a las elecciones generales del 22 de octubre, una de las grandes dudas es qué sucederá con el nivel de asistencia, que ayer no llegó al 70%. ¿Crecerá la participación y, en caso de crecer, a quién irán esos votos? ¿O, por el contrario, aumentará la abstención?

El ausentismo de ayer, superior al de las primarias de 2019, siguió la tendencia de las elecciones provinciales, donde la concurrencia a las urnas bajó en 14 de 16 distritos y el voto en blanco subió en 12 de 17.

El descontento generalizado por los problemas económicos y el malestar por penurias ciudadanas insatisfechas en la última década son algunos de los motivos de esta anemia electoral argentina, según coinciden distintos estudios.

En la previa de las PASO, el escenario más preocupante vislumbrado por los analistas era que la participación electoral quedara por debajo del 70%, como finalmente ocurrió: voto el 68,5% del padrón.

Algo similar había ocurrido en 2021, aunque en un contexto muy distinto, ya que esos comicios se desarrollaron bajo las restricciones de la pandemia por Covid-19. Con el 68 por ciento de participación, aquellas primarias habían sido las elecciones con mayor ausentismo desde la recuperación de la democracia.

De nuevo ayer la abstención superó el 30 por ciento, una cifra interpretada por los consultores como una manifestación más del desencanto y la desazón ciudadana con la oferta electoral tradicional. Algo que terminó beneficiando a Milei.

”Es evidente que se rompió el vínculo de responsabilidad del ciudadano con el sistema político”, analizó en la previa de las PASO Lucas Romero, director de la consultora Synopsys, y abundó: “Hay un pacto transaccional en la democracia: uno asume la responsabilidad de elegir para que, luego, eso sea beneficioso. Pero si tengo que ir a votar y permanentemente los tipos que elijo me hacen la vida cada vez más difícil, entonces, ¿para qué voy a ir a votar? El descenso de la participación electoral y el voto en blanco son dos expresiones de esta misma problemática”.

En ese sentido, los expertos hablaron de expresiones de “hartazgo, “desafección” de la ciudadanía con la política y de “apatía electoral”. Ambas caras de una misma moneda que en buena parte del país terminó volcándose hacia la opción Milei, el candidato que con su verbórragico mensaje contra la casta supo calar hondo en las nuevas generaciones de jóvenes, pero también en una ciudadanía herida que hace tiempo viene manifestando su desazón contra el sistema. Milei le puso voz a ese sentimiento. Y ellos le pusieron el voto.

La incógnita que estremece a todos es si lo de ayer fue solo una expresión simulada del voto castigo, un simple llamado de atención contra las dos coaliciones que se alternaron el poder en los últimos años o si lo votado terminará repitiéndose en octubre.

 

 

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