Jugó brillante, mereció golear y, por fallar penales, terminó triste
Edición Impresa | 30 de Agosto de 2023 | 05:56

Martín Mendinueta
@firmamendinueta
Nada para reprocharle. El Pincha, después de haber jugado en un nivel superlativo, y de haber sido amplio dominador del encuentro, no tuvo ni una pizca de buena suerte y terminó eliminado de una Copa que su gente recordará con conceptos elogiosos.
Sólo el fútbol puede cobijar un desarrollo y un final de noche que chocan de frente. El que jugó brillante se quedó triste, sin nada; y el que fue superado de un modo abrumador, regresa a su país exultante de felicidad por haber sido mejor sólo en la definición con tiros desde el punto del penal.
Estudiantes, equipo que históricamente ha creído en cábalas y en Brujas que le han dado las más grandes satisfacciones, se retiró al vestuario escuchando aplausos, pero envuelto por el horrible abrigo de la impotencia.
Más allá de haber llegado a la cama orgulloso de su desempeño y con la conciencia tranquila, el Pincha no puede creer que la noche se haya ido con tan cruel castigo.
Corinthians se llevó mucho, demasiado. Habiendo jugado un poquito en el segundo tiempo, entre los veinte y los treinta y cinco minutos, aterrizará hoy en San Pablo disfrutando ser uno de los cuatro mejores de la competencia.
Lo salvaron los palos. Ni una ni dos veces, fueron cuatro en el desarrollo habitual del partido y dos más en la tensionante resolución con pelota quieta.
Su arquero Cassio, que hizo visible su fe religiosa, hablará, en términos dulces y agradecidos, de un auténtico milagro. El tema es que muchos imploran por una ayuda al cielo, de un lado y del otro, pero festejaron los brasileños.
primer tiempo de altísimo vuelo, lo mejor del ciclo de Domínguez
Desde el pitazo inicial Estudiantes pasó por arriba al tímido huésped brasileño. Corinthians lució confundido y desbordado por un León hambriento que provocaba orgullo y admiración entre sus fieles.
Fue una paliza de los dirigidos por el Barba. De punta a punta. Metió el gol a los cincuenta segundos y sólo le faltó embocar otro más para que el capítulo fuera sencillamente perfecto.
Cuando el colombiano Roldán pitó el final de la primera mitad, a los hinchas no les alcanzaban las manos para aplaudir sin pausa. Estudiantes había jugado en un nivel extraordinario, con Benjamín Rollheiser, Eros Mancuso y Santiago Núñez integrando un podio donde, tranquilamente, podrían haberse sumado varios compañeros.
Ese lapso fue lo mejor que produjo el Pincha bajo la tutela de Eduardo Domínguez. Hacía mucho que, en este nivel continental, no se apreciaba semejante diferencia entre dominador y dominado.
siguió generando peligro, pero luego el desgaste se hizo notar
Como para que no le faltara ni una gota de contundencia a la crónica, Estudiantes siguió siendo el mejor en el segundo tiempo y hasta pegó dos tiros en los palos. Lógicamente, después del minuto veinticinco sintió cansancio y bajó un poco su eficacia en los pases, pero nunca dejó de ser el mejor.
Cuando el árbitro pitó el penal y anunció que el pleito se iba a dirimir desde la mancha blanca de una de las áreas, Estudiantes sintió, con nitidez, que la suerte no había sido justa con él.
Después de haber merecido imponerse con los contornos de una goleada que hubiera retumbado en todo el continente, debió concentrarse en el segmento final y allí no tuvo la lucidez necesaria como para quedarse con la euforia que se llevaron los huéspedes. Estudiantes no mereció esa despedida.
El uruguayo Méndez festejó igual que un nene el privilegio de gritar su gol a los 50 segundos de juego
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE