Con El Niño instalado, la prevención debe ser primordial ante posible fuertes lluvias

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Con el fenómeno de El Niño ya instalado en la Argentina y la seguridad de que sobrevendrán más lluvias y temporales, la Región toda debiera adoptar urgentes medidas de carácter preventivo para paliar los peligros que representan los excesos hídricos, derivados en primer término de los desbordes de los arroyos y de las condiciones en que se puede encontrar la red de desagües pluviales, entre otras deficiencias estructurales a enfrentar.

El crecimiento urbano del distrito viene marcando con elocuencia problemas que no dejan de ser el corolario de pretéritas políticas desacertadas en materia de asentamientos poblacionales y obras de pavimentación. Se sabe que se han autorizado algunos emprendimientos habitacionales sin el previo tendido de redes de servicio esenciales, como lo son, por ejemplo, las redes cloacales y de desagüe pluvial.

En sectores bajos, que hasta hace poco eran virtuales descampados propios de zonas rurales, se autorizaron loteos carentes de toda previsión urbanística. Desde el propio conjunto del Estado –sin que se hubieran algunas de las grandes obras hídricas que hacen falta, con la excepción de la canalización del Gato- se fomentaron y permitieron asentamientos precarios que hoy paga la población sufriendo permanentes anegamientos.

Aún cuando resulte una medida parcial, debe computarse como un paso positiva la información de que se avanza con la publicación de los llamados mapas de riesgo que permitirán verificar el estado en que se encuentran distintas cuencas, con el objetivo de contar con percepciones previas que permitan anticipar situaciones críticas, en un trabajo a cargo de la subsecretaría de Recursos Hídricos bonaerense. En el caso de nuestra zona pueden visualizarse las cuencas de los arroyos Maldonado, El Gato, Carnaval, Rodríguez y Pereyra.

Un primer y decidido ajuste funcional entre los municipios involucrados y los organismos provinciales con incumbencia debe profundizarse, para que unifiquen su accionar y vertebren una estructura de defensa civil que se muestre a la altura del desafío que le presenta cada fenómeno climático.

Ya se conoce sobradamente lo que significa la continuidad de lluvias intensas, el desborde de muchos arroyos y la crecida del río, esta última como factor agravante del desafío a resolver. La Región con tres ciudades se encuentra en una zona baja, propensa a sufrir fuertes anegamientos e inundaciones.

Desde luego que los hospitales y otros centros de salud , los cuerpos de bomberos y los equipos de defensa civil deben alistarse, como también lo hicieron siempre, para ofrecer las prestaciones sanitarias que hagan falta. Asimismo, los clubes y otras entidades que cuenten con espacios, deben mostrarse atentos a la emergencia y estar preparados para ayudar. Son muchas los resortes comunitarios que pueden y deben estar dispuestos para luchar frente a las inundaciones y extender rápidas redes de contención.

Despejar el curso de los arroyos, desde su origen hasta la costa del río; desobstruir las redes de desagües pluviales en los cascos urbanos; contar con un sistema de zanjas eficaz, forman parte de las tareas cotidianas que la Región debería llevar a cabo para evitar tantos perjuicios cuando llegan los temporales.

Pero también está claro que no se pueden permitir nuevos asentamientos poblacionales sin la disponibilidad previa de las redes de servicio y, también, que se preserve el equilibrio que debe existir entre las áreas destinadas a la construcción y las correspondientes a los espacios verdes.

En tanto, la Provincia debiera frenar la sucesión de usurpaciones, cuyos “propietarios” suelen encontrarse poco después, como ocurrió últimamente en la megatoma de Los Hornos, por ausencia de toda infraestructura de servicios, como víctimas indefensas de las inundaciones.

 

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