La dieta del arroz

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En los últimos años, las llamadas dietas “milagro” o dietas exprés han ganado un lugar en el imaginario colectivo de quienes buscan perder peso rápidamente, especialmente con la llegada del otoño, momento en que el cambio de estación parece incentivar a muchos a empezar un nuevo plan de alimentación. Entre ellas, una de las más mencionadas es la dieta del arroz, un régimen que ha logrado captar la atención de quienes desean adelgazar sin pasar hambre. Promete una pérdida de hasta cuatro kilos en tan solo una semana, utilizando el arroz integral como el principal protagonista de la dieta.

El concepto detrás de esta dieta es relativamente simple: el arroz, en su versión integral, se convierte en la base de la alimentación durante siete días. Este cereal es conocido por sus propiedades nutritivas, siendo bajo en calorías y grasas, rico en fibra y, además, un alimento con un alto poder saciante. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, una dieta equilibrada debe incluir cereales integrales como el arroz, junto con frutas, verduras y otros elementos saludables. Esto es lo que le da un sustento más sólido a la popularidad de esta dieta en particular.

En la primera fase de la dieta, que se conoce como la fase de desintoxicación, el enfoque está puesto en purificar el cuerpo, eliminando toxinas y líquidos retenidos. Durante los primeros tres días, la monotonía del menú podría llegar a ser un desafío para algunos, ya que solo se permite consumir arroz acompañado de algunas frutas o verduras. El objetivo es preparar el cuerpo para la siguiente etapa, desinflamarlo y ayudar a reducir la sensación de hinchazón, algo que puede ser un aliciente para quienes buscan ver resultados inmediatos. Sin embargo, el menú en estos días puede resultar repetitivo, con opciones como cremas de arroz al desayuno, arroz hervido al almuerzo y una sopa de arroz en la cena. A pesar de la simplicidad de estos platos, la clave está en elegir frutas que favorezcan la diuresis, como la sandía, el melón o la piña, y en mantenerse bien hidratado, algo que, según los promotores de la dieta, potenciará sus efectos.

Superada esta fase inicial, el plan se flexibiliza en la denominada fase de pérdida, donde ya se permite la incorporación de otros alimentos más variados, como las carnes blancas, pescados y legumbres.

 

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