Luces y sombras de la República, que pronto cumplirá 73 años
Edición Impresa | 10 de Noviembre de 2024 | 06:02

Alejandra Castillo
alecastillo95@hotmail.com
Cuando recorremos las callecitas y lomadas verdes, o paseamos la vista por los castillos de la “Repu”, descartamos cualquier chance de que Walt Disney no se haya inspirado en ellos para levantar su propio parque, allá lejos y hace tiempo. Poco importa que distintos historiadores contrapongan el dato de que el pionero de la industria de la animación estadounidense visitó nuestro país en 1941, diez años antes de la construcción del parque de Gonnet.
Es que este “paisito” nuestro de poco más 50 hectáreas cumple este mes 73 años y, con sus luces y sus sombras, sigue siendo uno de los pocos parques temáticos del mundo que fueron especialmente diseñados para nutrir la identidad cívica de los más chicos.
La República de los Niños fue construida a escala en un terreno que fue expropiado a la Swift, donde funcionaba el club de golf de esa empresa. El Instituto Inversor de la Provincia de Buenos Aires aportó los fondos (unos 50 millones de pesos de la época), para una obra que demandó dos años. El arquitecto que desarrolló la construcción, Jorge Lima, contó en una entrevista para la Historia Oral del Archivo Histórico bonaerense que todo empezó en una muestra de edificios escolares, cuando se cruzó con el entonces gobernador Domingo Mercante y éste le dijo: “Escúcheme, quiero hacerle un regalo a Eva Perón. Ella hizo una cosa chiquita en Núñez, yo quiero hacer algo para los chicos, pero que sea original”.
Juan Domingo Perón inauguró oficialmente el parque el 26 de noviembre de 1951. Y, desde entonces, su historia se enraizó con la del país; con sus vaivenes sociales y políticos.
Fue cerrada; devaluada hasta en el nombre (se la llamó ciudad); sirvió para hacer negocios, fue restaurada, puesta en valor y devuelta al olvido. Pese a todo, nunca perdió el brillo sutil de esa magia que envuelve a generaciones, por los tantos que la visitaron primero como niños y luego como abuelos, y también porque mantiene vigentes tradiciones que la definen. Buen ejemplo de ello es la elección de presidente, vicepresidente y senadores del Gobierno infantil, entre alumnos de la educación primaria que asumen sus cargos y representan a la República en diversas actividades educativas y culturales.
Pero en estos últimos meses, el parque ha sido noticia por distintos incidentes, algunos de ellos muy graves.
El año arrancó con el bombazo de que el agua de la zona no era potable ni apta para el consumo, por una bacteria llamada “pseudomona aeruginosa”. El derrotero de malas nuevas siguió el domingo 30 de junio, cuando descarriló el célebre trencito y seis personas (entre ellas dos menores) sufrieron heridas. Continuó con denuncias por episodios de acoso y exhibicionismo a mujeres que se entrenan en el predio y, el 30 de octubre, volvió a las crónicas rojas como escenario de un sangriento asalto.
“NO HABÍA NADIE”
La víctima fue Nazareno, un chico de 16 años que esa tarde fue a jugar al fútbol y andar en bicicleta con su hermano, de 12, y un amigo, aprovechando que no tenían clases por el paro.
“Fue cerquita el lago, donde están levantando un dinosaurio”, contó a este diario Roxana Aguirre, la mamá del adolescente. Tres pibes que también serían menores lo rodearon con el propósito de quitarle su bicicleta, pero él “gritó y la defendió tanto, que terminó así”, agrega la mujer: con dos puñaladas, una de las cuales le afectó un pulmón.
Aunque Nazareno pudo evitar el robo, lo peor sobrevino después. “No había policías ni vigilancia –denuncia Roxana-; tampoco personal en la salita de urgencias (de la República). Un hombre que estaba ahí lo cargó en su moto y lo llevó al hospital” San Roque, donde lograron salvarle la vida.
Al día siguiente Roxana acudió al predio para pedirles explicaciones a las autoridades, pero todo lo que le informaron es que “los dos policías y el empleado municipal que debían estar para vigilar ese día estaban de franco”. Recordemos que era un día de paro.
Nazareno y su hermano visitan casi a diario el predio, porque viven cerca y “hacen educación física”, aporta su madre, quien también sabe mucho del funcionamiento del paseo porque el padre de los chicos y su hermana trabajaron en los juegos de la República durante casi dos décadas.
“Cuando fui a pedir explicaciones no me controló nadie. Entré como si nada y lo mismo pasó después cuando volví con la policía”, lamenta Roxana, como tantos vecinos que usan el lugar para hacer ejercicio, pasear o despejarse.
PEDIDO DE INFORMES
La administración de la República depende de la Secretaría de Cultura, a cargo de Ana Negrete, y el encargado de la administración es Nicolás Marotta. Este diario intentó contactarlos, pero no obtuvo respuesta.
Por estos incidentes, en los últimos días la oposición presentó un proyecto de decreto en el Concejo Deliberante, para expresar su preocupación y reclamar “medidas urgentes y eficaces de parte de las autoridades, para evitar que estos episodios se repitan, garantizar la seguridad de las personas que concurren a este predio y que se preserve su función como un espacio seguro para todos, especialmente para niños, adolescentes y familias”.
Por lo pronto, las autoridades municipales resolvieron que el trencito y el barco dejaran de funcionar, hasta que una auditoría determine cuál es su estado y por qué descarriló un vagón a la altura del puente. Se informó también que ambos, igual que todos los juegos mecánicos, tienen las concesiones vigentes hasta diciembre de 2024, con los seguros al día. Todavía no trascendieron datos de la auditoría.
ESTILOS E HISTORIA
La construcción de la República de los Niños excede largamente la idea de una “obra homenaje” a la entonces primera dama. Coincide históricamente con la consolidación del pedagogismo de la italiana María Montessori, que propone el desarrollo de “la inteligencia y la parte psíquica del niño a través de un trabajo libre”. Y surgió en la línea de otras repúblicas que fueron diseñadas a escala por distintos países, para dar instrucción cívica: una de las primeras se levantó en Brasil, en 1858, y Estados Unidos encaró un proyecto similar en 1898, aunque ninguno tuvo la espectacularidad de la República que ordenó Mercante.
Pensemos que tiene un Banco Municipal Infantil que es una réplica a escala del Palacio Ducal de Venecia; un Palacio de Cultura inspirado en el Taj Mahal, de India, y una capilla dedicada a la Virgen de Lourdes, con planos de techos normandos, galerías laterales y torres fortificadas con campanarios. Corona a la Casa de Gobierno un techo de formas elevadas en torres. El centro cívico tiene un estudio radiofónico cerrado que se convirtió en la primera radio infantil del país, y la Legislatura, que alberga los recintos de las Cámaras de Diputados y Senadores, está inspirada en el Parlamento inglés.
“La idea era construir un parque temático educativo, en un momento en que se buscaba promover una ideología vinculada con la democracia y la república”, destaca Damian Sosa, un periodista especializado en turismo, cultura e historia de la Ciudad.
Con el paso del tiempo, añade, “se empezó a construir la idea de que la República no servía para nada y a partir de la (Revolución) Libertadora comenzaron a apagarla. La llamaron Ciudad de los Niños, en vez de República, lo cual parece menor, pero no lo es”.
En 1955, el predio fue transferido a la Provincia y cayó en el abandono. Años más tarde, la dictadura de Juan Carlos Onganía la rebautizó como “ciudad” y, en 1973, un grupo regional de la Juventud Peronista la ocupó para pedir su reestatización. Con la salida de Héctor Cámpora, el reclamo y el paseo sucumbieron de nuevo al olvido, hasta que la dictadura militar le adjudicó su explotación a Zanón Hermanos, concesionaria del Italpark. Cuando volvió la democracia, Raúl Alfonsín le devolvió el nombre de República.
Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE