El día de la mayor pompa en la historia de la Ciudad
Edición Impresa | 19 de Noviembre de 2024 | 00:44

“La recepción realizada ayer en la residencia del Gobernador de la Provincia, en honor de Su Alteza el Príncipe de Gales, constituyó el acontecimiento social más brillante que se haya registrado en La Plata”.
De esa forma, comenzaba la crónica publicada por EL DIA el 20 de agosto de 1925 dando cuenta de la visita realizada el día anterior a la capital bonaerense por el más famoso y aristocrático “dandy” internacional, Edward Windsor, el hijo mayor de Jorge V, rey inglés, quien años después heredaría la corona británica, a la que abdicó para casarse con una mujer divorciada.
Pero no solamente la residencia del Gobernador fue la que ostentó en aquella recordada jornada una exuberante pompa, sino que además, todo el sector más céntrico de nuestra ciudad se ornamentó de una forma que ya no volvería a verse hasta ahora.
Pero hay otro dato no menos saliente al respecto, y que se relaciona con la enorme expectación que durante varios días previos se había apoderado de los platenses, muchos de los cuales se vieron directamente envueltos en los preparativos de una jornada que prometía ser histórica para una ciudad que apenas estaba a punto de cumplir sus primeros 43 años de vida.
Gran cantidad de personas trabajaron confeccionando banderines argentinos e ingleses, colgando guirnaldas y enormes cucardas en las calles, alistando la carroza que transportaría al visitante, y confeccionando ropa de hombre y mujer para la ocasión.
Todos se afanaban por contribuir desde sus ocupaciones y lugares en organizar una celebración que realmente pasara a la historia y vaya si lo lograron porque resulta por demás ilustrativo el hecho de que en La Plata, “el año en el que vino el Príncipe de Gales”, pasara durante mucho tiempo a convertirse en un punto referencial a la hora de recordar fechas y hechos.
El 18 de agosto todo estaba listo y aceitado para el día siguiente. Por la noche hubo decenas de policías custodiando las ornamentaciones y ya a tempranas horas del frío día 19, muchas calles, fundamentalmente la Diagonal 80 y la zona de la estación de 1 y 44, estaban atestadas de gente que aguardaban impacientes ver pasar al famoso visitante, quien desde hacía varias jornadas había arribado a la ciudad de Buenos Aires.
EL GRAN DÍA
El Príncipe llegó a nuestra ciudad en el tren presidencial abordado en Plaza Constitución, en compañía de altas autoridades nacionales; en la Estación lo aguardaba el gobernador bonaerense, José Luis Cantilo, quien efusivamente le estrechó la mano cuando bajó de la formación ferroviaria que a las 11.40 se había detenido en el andén Nº 3.
La locomotora de la formación férrea tenía en su parte delantera dos grandes banderas, una de Argentina y la otra de Inglaterra, y el dignatario británico felicitó a los maquinistas por la calidad del viaje.
Cantilo estaba junto a todos sus ministros de sus gabinetes, los miembros de la Suprema Corte, numerosos legisladores, autoridades de la Universidad y de la Iglesia local.
Las fuerzas policiales, con traje de gala, rindieron honores, mientras en las calles adyacentes a la terminal ferroviaria de 1 y 44 se había reunido una gran cantidad de un entusiasta público que quería ver y saludar al muy famoso visitante.
Eduardo de Windsor, el Príncipe de Gales, hijo del Rey Jorge V, durante su visita a La Plata
DESBORDANTE ENTUSIASMO
Cuando Edward salió por el acceso principal de la terminal ferroviaria, el más cercano a la calle 43, el público logró romper el cordón policial y acercarse al huésped para ovacionarlo, ante lo cual agradeció con efusivos ademanes y una amplia sonrisa, para de inmediato abordar la carroza de gala tirada por cuatro caballos que encabezó la larga comitiva con varios automóviles detrás.
Al iniciarse la marcha por Diagonal 80, EL DIA hizo sonar su tradicional y fuerte sirena para marcar el comienzo del desfile hasta Plaza San Martín, para que todo el público agolpado en las veredas estuviese atento.
Ya desde media mañana, Diagonal 80, desde 1 y 44 y hasta la Plaza San Martín, lugar por donde pasaría la larga comitiva hacia la Gobernación, estaba totalmente ocupada por una apretada muchedumbre entre la que podían advertirse centenares de banderas inglesas.
Trabajosamente se logró llegar a la Gobernación en cuyo veredón se había montado un palco para el acto; se cantaron los himnos de ambos países, se soltaron palomas y se realizó un desfile por calle 6 encabezado por boys scouts seguidos por efectivos militares.
Posteriormente se sirvió un almuerzo en el salón Dorado de la Casa de Gobierno, amenizado por una orquesta de ocho profesores y dos cantantes.
Después de la comida, la comitiva, siempre encabezada por la imponente carroza, partió por calle 53 hacia el Bosque para que el visitante recorriera el Museo y después el zoológico, para posteriormente concurrir a una ceremonia en la Legislatura.
Finalmente, desde poco antes de las 18, en la residencia oficial de la Gobernación se llevó a cabo un baile de gala y alrededor de las 20 el Príncipe de Gales emprendió el regreso a la ciudad de Buenos Aires de la misma forma en la que había llegado.
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